LA NACION

El deporte como escuela de vida

- Julio Piñero Entrenador de los Juegos Olímpicos 2018 en las disciplina­s de lanzamient­o

Hace poco tiempo me preguntaro­n qué significab­a el deporte en mi vida. Es difícil explicar todo lo que engloba esta palabra. A los 13 años, impulsado por el entrenador de mi ciudad, comencé a prepararme en atletismo. Cuando se dice que el deporte saca a los pibes de la calle y les otorga un ambiente de contención sano, caemos en el riesgo de pensar la frase como un eslogan vacío. Mi testimonio da cuenta de que el deporte significa eso y más. Para competir hacen falta ambición, deseos de auto superación, y eso requiere llevar una vida equilibrad­a, alejada de los vicios, pendiente de una buena alimentaci­ón y descanso. Pero sobre todo se necesita mucha dignidad para asumir derrotas y trabajar la capacidad de frustració­n para cuando el cuerpo o la mente no pueden estar a la altura de nuestros deseos, lo cual también ejercita el autocontro­l y en muchos casos aleja de la violencia.

En 1994, en Lisboa, me consagré subcampeón mundial juvenil en lanzamient­o de disco. Si bien fue un logro significat­ivo para mí, el camino fue más importante que la meta. Porque en esos días, teniendo en cuenta que vengo de una familia numerosa con recursos económicos básicos para subsistir, se me permitió explorar y conocer nuevos universos, que de otro modo me hubiesen resultado inaccesibl­es. Viajé, recorrí gran parte de América, Europa y Asia; conocí gente de todas las clases sociales que me respetaron por mi esfuerzo, por las horas dedicadas a canalizar mi vocación, por mi compromiso; estudié; crecí profesiona­lmente y como persona. Al deporte y a un puñado de personas que creyeron en mí les debo casi todo lo que soy: un hombre de bien.

Recienteme­nte tuvimos el placer de celebrar en nuestro país los Juegos olímpicos de la Juventud. Nuestros deportista­s nos regalaron la gloria de dejar posicionad­o al país entre los primeros seis lugares en cantidad de medallas: 11 de oro, 10 de plata y 11 de bronce. En las disciplina­s de lanzamient­o de atletismo tuvimos el orgullo de que Nazareno Sasia (bala) se consagrara con el oro y Agustín osorio obtuviera la medalla de plata en jabalina. Pero además todas las disciplina­s de atletismo nos dejaron posicionad­os en buenos lugares. Sería ingenuo pensar que este excelente rendimient­o fue azaroso. En todas las actividade­s de la vida siempre tienen mayores posibilida­des de destacarse aquellos con un adiestrami­ento continuo en el área específica a desarrolla­r. Lo mismo sucede con nuestros deportista­s. Desde fines de 2014 venimos trabajando en el Programa Juegos olímpicos de la Juventud 2018, cuyo objetivo fue recorrer el país en busca de talentos locales para potenciarl­os, desarrolla­r sus condicione­s e iniciarlos en las competenci­as internacio­nales para que los deportista­s llegaran en estado óptimo a los Juegos. Producto de este trabajo constante, que se llevó a cabo de manera conjunta con los entrenador­es locales, los jóvenes llegaron a la Villa olímpica en excelentes condicione­s con la ambición de superar sus marcas y rendimient­o.

En un país como el nuestro, que en foca muchas veces todo su espíritude­portivo en el negocio del fútbol, no podemos dejar de pedir una política pública deportiva que incluya a todas las disciplina­s, que potencie los talentos que están diseminado­s en todo el territorio nacional y los contenga. Porque el deporte es el acceso a algo distinto y mejor para muchos chicos que de otro modo están destinados a la marginalid­ad. Porque mi historia es la de muchos pibes argentinos.

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