LA NACION

La noche en que icardi y dybala quebraron el maleficio

- Cristian Grosso

MENDOZA.– Un goleador serial está acostumbra­do a transitar el área, esa zona tan inhóspita para muchos. Por eso parecía una afrenta que Mauro Icardi acumulara siete partidos sin llegar al gol en la selección. Si hasta ahora el tiempo le había tendido una trampa, esta vez Icardi lo tomó de sorpresa y en un relámpago se desquitó por la espera. Ni un minuto se jugaba cuando entre el 9 de Inter y Lamela armaron un descalabro: rebotó Icardi para el pase filtrado del volante de Tottenham y el delantero cambió de pierna para desarmar el cierre rival y clavar un zurdazo alto con aroma a venganza.

Argentina sea firmó en sus señas particular­es, las que Scaloni buscó imprimirle: un equipo asfixiante para forzar las pérdidas del rival y atacarlo con verticalid­ad. Rápido para las transicion­es, capaz de descompone­r continuame­nte las líneas para circular la pelota sin perder el tiempo. No es desprecio, pero la Argentina de Scaloni no se preocupa por la posesión.

Con plasticida­d táctica, el medio estuvo repleto de volantes para ensanchar el campo y desprender­se, por momentos, como una manada de lobos. Entre ellos, el recuperado Lamela, que esconde decisiones filosas detrás de su elegancia. Si al primer tiempo le faltó algún gol más, el segundo, con los cambios, trajo las corridas de Cervi, dos atajadas del debutante Gazzaniga y el desahogo de Dybala.

El interinato de Scaloni finalizó con cuatro victorias, un empate y una caída; marcó 11 tantos y solo recibió uno. Citó a 41 futbolista­s –debut absoluto para 16– y apenas no jugaron Herrera, Di Plácido, Mammana y Zaracho. Se amplió la base, ese es su legado. Hay futbolista­s dinámicos y rebeldes, que además entienden que los talentos también pueden hacer esfuerzos de adaptación a las necesidade­s de la selección.

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