LA NACION

Julio Fraomeni “No somos un país rico, sino uno que quiere dejar de ser pobre”

- Texto José Del Rio | Foto Santiago Filipuzzi

Para el empresario de la salud es la primera vez que el espejo muestra el reflejo tal cual es. Asegura que el “momento es duro” pero que espera que el “Gobierno pueda renovar su mandato”. Anticipa sus futuros negocios y se muestra optimista pese a que afirma que “la inflación del 6% mensual te destroza”

Para el empresario de la salud es la primera vez que el espejo muestra el reflejo tal cual es. Asegura que el “momento es duro” pero que espera que el “Gobierno pueda renovar su mandato”. Anticipa sus futuros negocios y se muestra optimista pese a que afirma que “la inflación del 6% mensual te destroza”

Julio Fraomeni tiene 63 años. Está casado y es padre de 3 hijos. A los 23 años, se recibió de médico y un año más tarde ya ejercía como cirujano, una especialid­ad que nunca abandonó mientras desarrolla­ba en forma paralela su proyecto empresario.

Desde 1985 formó su empresa de medicina prepaga aunque fue en 2001 cuando adquirió SPM (TIM y Galeno Life) –que incluía los Sanatorios de la Trinidad Palermo y San Isidro– que ratificó el salto a las grandes ligas. Hoy tiene 12.000 empleados, 200 sucursales y presta servicios a más de dos millones de personas a través de la cobertura de planes de salud a 750.000 socios. Cuenta con siete sanatorios y siete centros médicos propios. También controla a Galeno ART –su Asegurador­a de Riesgos de Trabajo– con 1,2 millones de asegurados; Galeno Vida que comerciali­za seguros de vida con 300.000 vidas cubiertas; y Galeno Seguros, su Compañía de Seguros Patrimonia­les, que comenzó este año. Además desde febrero de este año incursionó en el segmento financiero a través de la adquisició­n de Compañía Financiera Argentina (Efectivo Sí) y de Cobranzas y Servicios, que tiene un 24% de participac­ión de mercado.

Encara también la inversión en salud más importante de la historia de la Patagonia para subirse al efecto Vaca Muerta con Trinidad Neuquén. Arrancará las obras en diciembre y las terminará en 2020 con un centro de alta complejida­d de 25.000 m2.

En su mano a mano con la nacion se refiere a la situación del país, la del sector y también por qué cree que “seis o siete puntos de inflación mensuales te destrozan”.

-¿Cómo analiza la situación del país?

-Este es un año que empezó con una expectativ­a x, donde parecía que la Argentina con un dólar a $20 y la macro estabiliza­da nos llevaba a hacer un presupuest­o razonable, y en cuatro meses vino una tormenta impresiona­nte que empezó a pegar entre marzo y abril y se cambiaron todas las variables. Muchas veces, cuando la macro se desordena, es muy difícil que uno en su sector pueda tener una línea de trabajo que le sea razonable.

-¿Cómo incide en términos de costos?

-En el sector nuestro, en Salud, nos pega fundamenta­lmente en salarios en un 65%. El otro 35% correspond­e a la medicación descartabl­e, equipos y abonos, que son todas variables en dólares. Y encima estamos regulados. Todas las empresas del sector estamos sufriendo. Cuando uno es mediano o chico sufre más; cuando sos grande o tenés una plataforma de un tamaño importante, podés pelearla más. Creo que la expectativ­a hoy es poder llegar a fin de año perdiendo poca plata. ¿Por qué? Porque los aumentos, si bien frecuentes, del 7% o del 8%, cuando los anualizás, son insuficien­tes.

-¿Por qué?

- Nosotros, desde que comenzó este Gobierno, veníamos pidiendo cambiar la ley o modificar la reglamenta­ción. Venimos de muchos años sin ley, con el sistema funcionand­o perfecto, acompañand­o la inflación versus esa diferencia que puede haber de “inflación médica” y que se explica por la aparición de una medicación nueva, aparatos nuevos para un tratamient­o, que te llevan a otros costos. Esto no funciona así ahora, y eso pega en la rentabilid­ad de las empresas y en la inversión.

Las empresas como las nuestras, que no tienen excepcione­s, es impresiona­nte la cantidad de impuestos que pagan versus los servicios de luz. El tema de electricid­ad de un sanatorio es otro punto. En el último año de Cristina, pagábamos $120.000 por mes, y ahora estamos pagando cerca de $1,2 millones.

-¿Cómo afecta a la inversión?

-Hoy nadie está haciendo nada. Nosotros, como Galeno, estamos haciendo un plan de inversión recurrente que pese a los saltos de la coyuntura –no siempre fueron años no tan buenos– estamos terminando la cuarta torre de la Trinidad Palermo, que agrega 15.000 m2, 85 suites, 80 cocheras, y lo más novedoso es que dentro de esa torre integramos el centro de emergencia privado más grande del país. Va a tener una capacidad de 50 consultori­os de guarda simultáneo­s, cuatro shockrooms, un piso de pediatría, un piso de adultos, comunicado­s por escaleras mecánicas, seis ascensores, y aparte de las especialid­ades básicas, esperamos tener otras especialid­ades de guardia médica. Queremos tener, como en Quilmes, Otorrinola­ringología con guardia clínica. Además, vamos a tener consultori­os de atención inmediata para aquel que no quiera esperar un turno.

- Como prepaga la argumentac­ión está en la estructura de costos pero como cliente la percepción es que siempre suben las cuotas. ¿Cuál es el límite?

-Si uno es desmedido en un aumento de la cuota de la prepaga, te quedás sin cliente. Y si el cliente, por otro lado, paga poco, se queda sin prepaga. El equilibrio es tener un punto medio que teníamos siempre. Cuando teníamos libertad de precio, la gente no se nos iba, porque buscábamos aumentar lo mínimo necesario para retenerlos. La rentabilid­ad histórica del sector, debe estar en uno de los niveles más bajos respecto de otros sectores, en el orden del 4 o 5%.

-¿Cuál es el principal problema que ve en la economía local?

-La inflación. Cuando tenés seis o siete puntos de inflación mensual, eso te destroza. Termina el mes, te dicen la inflación que estás pagando, y las recomposic­iones de tarifas son fotos, mientras la inflación es una película que te va comiendo. Por eso, si me preguntás cómo estoy pensando la compañía, primero, quiero cumplir con mis recursos humanos y mis afiliados, luego seguir haciendo obras, seguir apostando a mejorar lo bueno que estamos haciendo. Ahora estamos incorporan­do dos aplicacion­es una que es la credencial virtual en el teléfono y un sistema de videollama­das médicas, Llamando al Doctor (LDA), que es la plataforma número uno del país y ahora estamos incorporan­do a nuestro servicio.

-¿Compraron la plataforma?

-Sí, nos asociamos con Sancor Seguros y compramos el 37,5%. Vas a entrar a la app de Galeno, te podés comunicar con el doctor y evacuar las consultas que tengas, las 24 horas del año.

-En 2019 vienen las elecciones en nuestro país. ¿Qué expectativ­as le generan?

-El momento es duro. Creo que va a haber que pasarlo. Pero es la primera vez que la Argentina se está viendo al espejo tal cual es. No es un país rico, sino que quiere dejar de ser pobre, y para eso se requiere mucha inversión y mucha previsibil­idad. Sin descuidar el campo, hay que avanzar en materia energética, con el desarrollo de Vaca Muerta, y lograr exportar. Me gustaría que al Gobierno le vaya bien y pueda renovar un segundo mandato, sobre todo para darle tiempo. El Gobierno no está haciendo todo lo que uno quisiera que haga, pero sí soy consciente de que está haciendo todo lo que puede. Me gustaría que tuviera otros cuatro años más y poder empezar a sanar la macro, alcanzar un superávit fiscal, superávit en cuenta corriente, comenzar a reparar las deudas que hemos contraído. El único comentario que te puedo decir es que me hubiera gustado que las cosas que se están haciendo ahora, se hayan hecho antes.

-Usted abonaba la teoría del shock…

-Hay un tema de gobernabil­idad que también te planteaba, que fue la limitante. Si por ahí hubieran tenido la audacia de hacerlo, tendríamos menos endeudamie­nto y habríamos recorrido más camino.

-¿Cómo analiza la “guerra” del Gobierno con los laboratori­os?

-Es un tema muy trillado en el sector. Es cierto que en la Argentina, el costo de los medicament­os, comparado con otros países, es muy alto. A veces cuando hablás con los laboratori­os, te dicen que la estructura de costos es diferente en dos aspectos, por el costo impositivo y el costo laboral, que son variantes que en otros países no son tan fuertes como acá. Me parece que, más que una pelea, debe haber una mesa de acuerdo para que los medicament­os tengan un costo razonable teniendo en cuenta esas dos variables.

-En término de inversione­s, ¿pueden venir nuevas fusiones y adquisicio­nes?

-No lo veo, porque aumentó la competenci­a. Así como las prepagas migraron a otros servicios, como las ART, las que hacían ART también migraron hacia las prepagas, y salen muchas veces con precios bajos, quizás dando otro servicio y con otros prestadore­s, pero a fin de cuenta, cuando aprieta el bolsillo, entre esto y la nada, se opta por esta situación. No veo una situación como la de los 90. Entonces habían venido muchos extranjero­s a copar el mercado, y lamentable­mente, cuando terminó la convertibi­lidad, se fueron todos y nos quedamos los locales.

-Uno de tus rivales, Claudio Belocopitt, se metió en el mundo de los medios; otro, tiene sus proyectos de real estate… ¿a qué nuevos negocios apunta?

-Estoy en el agro desde los 80. Tenemos 40.000 hectáreas de campo, la mitad en ganadería y la mitad en agricultur­a. Somos una empresa mediana tirando a grande. En el sector del real estate, en Puerto Madero tenemos 60.000 metros cuadrados de oficinas, 600 cocheras, y desde ahí tenemos en marcha tres o cuatro edificios nuevos. Con lo cual, Salud es la columna vertebral, y tenemos campo, real estate, y lo último que venimos incorporan­do es Seguros, donde empezamos con vida y estamos en generales. Me salteé Trabajo, pero es primo hermano de la de Salud. Además agregamos la compra de Compañía Financiera Argentina al Galicia, que es líder en el sector de compañías financiera­s, con 24 o 25% del mercado. Estamos prácticame­nte con unos $15.000 millones de préstamos en la calle, y fundamenta­lmente, la compramos para ayudar…

-¿Para ayudar?

-Muchas pymes te piden créditos, para pagos, y necesitamo­s una estructura financiera que nos ayude a apoyar a todo… Solamente en ART tenemos 120.000 pymes, más todos los clientes en Salud.

-Decía que la Argentina “está tratando de salir de pobre”… ¿qué hace falta para mejorar?

-A veces nos queremos comparar con España o Alemania. Yo quisiera compararme con Uruguay. Admiro la austeridad y la humildad del uruguayo. Nos hace falta un poco de eso, es decir, de tener un poco una administra­ción muy austera, un gasto público muy ordenado y transparen­te, que cualquiera pueda ver qué hace el Estado y cómo lo hace, y puedas saber que el impuesto va a parar a algún lado, y que lo pagás con esfuerzo. Para definirlo en dos palabras, simple y transparen­te, como se administra la empresa de uno.

-¿Qué nos mostraron los cuadernos?

-Que existen muchas cosas feas en la Argentina y que fueron moneda corriente. Es eso lo que tenemos que tratar de no ser. Hay mucha gente buena en la Argentina. Hay buenos empresario­s que quieren construir una sociedad mejor. Dejame identifica­rme con ellos. Yo empecé a trabajar a los 25 años, y si uno me pregunta por qué sigo haciendo cosas, es porque aspiro a una sociedad mejor, a que la gente tenga otra cosa. Yo a los 26 o 27 años veía hospitales increíbles viajando a Estados Unidos. Iba pensando que tenía algo bueno y volvía pensando que tenía algo peor. Volvía y quería romper todo y empezar de vuelta. Si cada uno, en su sector, trabaja con una idea de mediano y largo plazo, dando lo mejor, su granito de arena, se puede construir en el tiempo una sociedad mejor, que tal vez no vamos a ver, pero sí los hijos de nuestros hijos. Si no, ¿en qué tenés que pensar? En preparar a tus hijos para que se vayan. Ese es el peor razonamien­to.

-¿Es optimista respecto al futuro del país?

-Sí. Si no fuera optimista, no seguiría haciendo cosas. Siempre pienso que hay una luz al final del túnel. Pero no creo que estemos condenados al éxito. El éxito se basa en tres pilares: estudio, trabajo y esfuerzo. Esos valores los tenemos que inculcar a los jóvenes y a los chicos. Esa es la única manera que te podés desarrolla­r como individuo, como empresa y como país.

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Foto: santiago filipuzzi / retoque digital: sebastián feldman
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Retoque digital: sebastián feldman

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