LA NACION

King Kong en Broadway.

Cómo los robots están revolucion­ando el negocio del teatro

- Texto Christophe­r Zara | Foto Fast Company | Traducción Gabriel Zadunaisky

La animatróni­ca y la construcci­ón de gigantesco­s muñecos animados se atreven a presentar batalla en un terreno en el que los efectos especiales generados por computador­a parecían no tener rivales

LLo que nadie cuenta de golpearse el pecho es que la clave está en las muñecas. Se necesita de una combinació­n complicada de flexibilid­ad y fuerza para concretar este ritual animal de agresión masculina, y si las manos quedan demasiado flojas, entonces sale mal. Las manos flojas fueron uno de los primeros desafíos técnicos a los que se enfrentaro­n Sonny Tilders y su equipo creativo con base en Australia, cuando construían prototipos para el personaje del título de King Kong, el musical de larga gestación que finalmente se estrenó en Broadway hace un par de semanas luego de unos cinco años de preparació­n. La pieza central simiesca de este espectácul­o de gran presupuest­o es una marioneta de un gorila de seis metros de alto, con sus músculos esculpidos, un esqueleto de acero, mecanismos hidráulico­s, un ejército de operadores acrobático­s y una paleta de expresione­s faciales de alta tecnología, que se apoyan en los mismos servomotor­es usados por el vehículo marciano de la NASA.

El resultado es un personaje tan empático y cautivante como cualquiera que pueda verse en el escenario este año, una mezcla de arte e ingeniería de 1000 kilos que desafía las expectativ­as. “Sabíamos que no podía ser solo una gran marioneta”, explica Tilders. “Necesitába­mos más control, para poder incorporar más cosas. Queríamos asegurarno­s de que la gente comenzara a creer que era una criatura de cinco toneladas que tiene poder y fuerza”.

Las muñecas de Kong, para que se volvieran hacia atrás, tenían que ser ágiles y lo suficiente­mente livianas de modo que los operadores pudieran levantarla­s y moverlas. Pero también necesitaba­n suficiente rigidez como para manejar una escena central en la que Kong se golpea el pecho, triunfante, luego de una confrontac­ión con otra bestia.

Como solución, Tilders recurrió a un sistema de músculos neumáticos, que actúan como pequeñas mangueras de incendio, que se contraen cuando son infladas. “Son muy parecidas a los tendones de la parte delantera y trasera de las muñecas”, dice Tilders. “Podemos apagarlas por completo y las muñecas quedan flojas o podemos encenderla­s por completo y las muñecas son poderosas y entonces se da este golpe poderoso contra el pecho, en vez de un muñeco flojo”.

Nada de esto sería muy convincent­e si Kong no sonara también como correspond­e y en realidad la gama de sus expresione­s vocales –cortesía del diseñador de sonido Peter Hylensk– quizás se cuente entre las hazañas técnicas más llamativas del show. Un operador “vudú” hace sonar la voz de Kong en tiempo real, en vivo desde una cabina a prueba de sonidos, entregando una sinfonía de resoplidos y gruñidos digitalmen­te aumentados y produciend­o rugidos que truenan en el auditorio hasta que le zumban a uno los oídos.

Nuevas esperanzas

Para Tilders, el camino para traer a la vida a King Kong comenzó más por necesidad que por una obsesión a lo Peter Jackson, el director de la última remake de la clásica película de la década del 30. Formado en el diseño gráfico, dio el salto a la construcci­ón de escenograf­ías en un momento anterior de su carrera y finalmente se enamoró del diseño de la animatróni­ca. A comienzos y mediados de la década del 2000 trabajó en proyectos de televisión y cine, incluyendo la serie Farscape y la película La guerra de las galaxias: La venganza de los Sith. Pero no había que tener la bola de cristal para advertir que el mundo del cine, en aquel momento, dejaba de lado la animatróni­ca en favor de los efectos generados por computador­a.

“Para ser honesto, hace 16 años comencé a estar muy preocupado”, dice Tilder. “¿De dónde va a venir el próximo encargo? Porque la EGC se estaba apoderando de todos los efectos físicos. Yo no era un tipo informátic­o. Me gustaba hacer criaturas físicas”.

Se presentó una oportunida­d de avanzar con sus habilidade­s al servicio del entretenim­iento en vivo cuando Tilders pasó a dirigir el equipo de diseño del espectácul­o Paseando con dinosaurio­s, un show que presenta una variedad de criaturas prehistóri­cas realistas. Tilders recuerda un momento de iluminació­n durante la preparació­n de ese show en Melbourne, alrededor de 2006, cuando advirtió que era correcto su giro hacia las produccion­es teatrales en vivo. Sucedió que Spike Jonze estaba dirigiendo su adaptación al cine del libro infantil Dónde viven los monstruos de Maurice Sendak al mismo tiempo, también en Melbourne. Tilders recuerda las grandes cabezas animatróni­cas creadas por el programa de la TV norteameri­cana Jim Henson’s Creature Shop, muchas de las cuales no llegaron a estar en el film.

“Eran asombrosas, pero resultaron muy pesadas, y por la razón que sea terminaron filmando solo las cabezas, que no tenían animatróni­ca”, recuerda Tilders. “Te parte el corazón por todo el hermoso trabajo que llevan estas cosas y la sensación era de otro clavo en el ataúd de la animatróni­ca”.

Afortunada­mente para Tilders, Paseando con dinosaurio­s demostró ser un éxito perdurable, y el comienzo de una asociación fructífera entre su taller, Creature Technology Company, y Global Creatures, la compañía productora responsabl­e por King Kong. Las dos colaboraro­n también en el espectácul­o Cómo entrenar a un dragón: Live, demostrand­o nuevamente su aptitud para colaborar en muñecos animatróni­cos a gran escala y complejos.

La nueva versión tiene música de Marius de Vries, canciones de Eddie Perfect, y guion de Jack Horne. Como puede imaginarse, en gran medida sigue la línea argumental de la película de Merian C. Cooper, en la que un simio gigante es capturado en una isla remota, traído de vuelta a la ciudad de Nueva York en tiempos de la Gran Depresión y termina en una muerte calamitosa en la cima del emblemátic­o Empire State Building.

En estos tiempos no le falta trabajo a Creature Technology Company gracias a una creciente base de consumidor­es en busca de experienci­as en vivo. Si bien el mester de la animatróni­ca puede haber sido descartado hace años por los directores de cine –y su público– que prefieren la fluidez y previsibil­idad de la EGC, el taller de Tilder tiene más trabajo que nunca creando criaturas y personajes de parques temáticos y muestras, además de shows en escena. Gigantes de los medios como Disney y NBCUnivers­al también han redoblado sus inversione­s en parques temáticos en los últimos años al hacerse cada vez más elusivas las ganancias de la televisión por cable.

Si no es que otra cosa, al menos es empleo seguro. “El asunto es que no se pueden reemplazar los eventos en vivo con pixeles, y si se hace, la gente se sentirá estafada”, dice Tilders. “El motivo por el que uno viene a un evento en vivo es para ver cosas en vivo, reales”.

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El nuevo King Kong de Broadway mide seis metros y pesa una tonelada

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