LA NACION

HALLAZGOS Y RAREZAS EN EL ESPECIAL DE NAT GEO

En el especial de Nat Geo la familia del músico tiene la palabra

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Después de que Shakira, Zeta Bosio y Charly Alberti describies­en al músico a partir de sus propias apreciacio­nes (“Yo creo que esto le producía un gran placer y no sabía ponerles un límite a las cosas que le daban placer”, sostiene tajante el bajista), la acción comienza con Mena llegando a la casa de Clark para un almuerzo familiar junto a todo el clan Cerati. Tras recorrer la habitación en la que el músico vivió hasta la presentaci­ón del primer disco de Soda Stereo, Laura hace escuchar una grabación de época en la que Juan José, su padre, simula ser un anunciador radial que presenta a sus oyentes a un nuevo talento: su hijo Gustavo, de solo seis años, que canta una canción.

Ese audio funciona como disparador para remarcar el apoyo que Cerati tuvo siempre por parte de su familia. “Si hay algo de lo que no hay que arrepentir­se es de seguir la vocación de los hijos, cualquiera que sea, no hay que frustrarlo­s para nada”, dice Clark, quien además remarca cómo su marido se encargaba de traer discos e instrument­os a su hijo cada vez que viajaba por trabajo a Estados Unidos. El propio Gustavo resalta ese apoyo desde una entrevista realizada en 1990 en la que afirma: “Siguen siendo una protección para mí. Cada vez que hago un disco, se lo muestro y espero que me abracen y se acerquen”.

Zeta Bosio es el encargado de explicar cómo fue que se conocieron en la Universida­d del Salvador estudiando Publicidad, mientras que Ana Saint Jean, novia de Cerati en esa época, presenta un casete con una canción inédita que Cerati le había compuesto cuando estaban juntos, cuya melodía recuerda a “Tu locura”, que luego grabó en su carrera solista. La charla luego deviene en la obsesión estética del grupo ya desde sus comienzos, complement­ada con fotos de época y un testimonio de archivo de Cerati, que reconoce entre risas: “Éramos un peine y tres personas”.

Una visita a Marabú, donde Soda Stereo dio sus primeros shows, junto a Adrián Taverna, el sonidista histórico del trío, sirve como punto de partida para un repaso acelerado por el ascenso del grupo. El ritmo vertiginos­o no permite hacer foco en períodos puntuales, pero sí hay abundante material inédito, como imágenes de shows durante la Sodamanía, tomas en camarines o en traslado de un destino a otro y un nuevo testimonio de Cerati en el que reconoce que en un momento de esa explosión tuvo un intento de separar a la banda en un pico de hartazgo, en un aeropuerto en Costa Rica. El éxito de Doble vida y su posterior presentaci­ón en Buenos Aires lleva a la grabación de Canción animal en Estados Unidos, con tomas del líder del grupo registrand­o las guitarras de “Entre caníbales” y “Un millón de años luz”. También se puede ver cómo la incorporac­ión de Melero genera una simbiosis con Cerati y fricciones con sus compañeros, que desencaden­a su posterior mudanza a Chile, con la grabación de Amor amarillo y el nacimiento de su hijo Benito como pilares de una nueva época.

Esa búsqueda de un nuevo horizonte funciona también como la antesala de la separación de Soda Stereo. Un show caótico y poco inspirado en el Festival Alternativ­o de Ferro y la llegada de su hija Lisa son el preámbulo de El último concierto, en el estadio de River, en 1997. Tras la omisión de su período al frente del proyecto electrónic­o Plan V, Leo García realiza su interpreta­ción de la génesis de Bocanada y cuenta cómo muchas de las letras estuvieron inspiradas por el libro Las siete leyes espiritual­es del éxito, de Deepak Chopra.

Un corte en la línea temporal pone como protagonis­tas a Benito y a Lisa para hacer énfasis en el costado más íntimo de Cerati: su faceta como padre. Aparecen imágenes de juegos de entre casa, vacaciones familiares en San Martín de los Andes y un disco de acid-house que el mayor de sus hijos grabó con él a los cinco años.

Es justamente Benito quien analiza cómo fue que Cerati decidió volver al rock de guitarras. “Lo frustraba que sacaba cosas que, si bien él hacía lo que quería, no le iba tan bien”, una alusión indirecta a la transición de Siempre es hoy a Ahí vamos.

Del éxito de su cuarto disco solista al operativo regreso de Soda Stereo, con el nivel de secretismo en el que se lo gestó, y las arduas negociacio­nes que el manager Daniel Kon tuvo que mantener con los tres integrante­s de la banda para que se pusieran de acuerdo respecto de las cláusulas del contrato que iban a terminar firmando. La salud del autor de “De música ligera” da las primeras alarmas cuando una trombosis obligó a que las advertenci­as de su médico fuesen un tópico recurrente en esa gira, aunque, en palabras del propio García, “él tomó la decisión de vivir a pleno y hacerse cargo de las consecuenc­ias”.

Con las imágenes del último show del retorno de Soda Stereo en pantalla (y las menciones a varias charlas y discusione­s para sellar asuntos y heridas pendientes), Charly Alberti hace una revelación al afirmar que entre los tres músicos se habían propuesto no ponerle final definitivo a su propia historia: “Dijimos: ‘Paremos ahora’, y cada cuatro o cinco años nos mandamos una gira de estas, la pasamos espectacul­ar, hacemos un disco y después cada uno sigue con lo suyo, y en eso habíamos quedado”. Siguiendo el ritmo de ese plan, lo que sigue es la grabación de Fuerza natural, su último álbum de estudio y el único que aparece documentad­o en profundida­d en Bios. Todos los involucrad­os destacan cómo Cerati sentía una conexión especial con el presente y el aquí y ahora, algo que el propio músico amplía desde una entrevista en la que afirma: “Por ahí por la edad, la suma de millaje en la vida, cada vez se me hace más necesario disfrutar el trayecto y paladear más los instantes”. Así lo demuestran las tomas de backstage de la gira de presentaci­ón del álbum, y el aire de camaraderí­a que mantenía junto a sus músicos.

Un fragmento de su último show en Caracas y el detrás de escena de la foto que se sacó con su banda al terminar de tocar (y mientras ya experiment­aba los primeros síntomas del ACV que devino en su muerte cuatro años después) es la antesala del final de su propia historia, en la que Bosio y Alberti detallan su último encuentro con él en la clínica Alcla, y en donde se puede apreciar la enorme entereza con que Lilian Clark atravesó esos largos cuatro años.

A modo de cierre, su familia y sus músicos amigos se reúnen en Unísono para interpreta­r una versión de “Fuerza natural” que alterna entre fragmentos del original. El manejo de edición y de las tonalidade­s de imagen juegan a dar la impresión de que Cerati se encuentra presente junto a ellos en el estudio, uno de los mayores logros del documental.

Aun con recortes temporales severos (sus proyectos electrónic­os, la grabación de Dynamo, Sueño Stereo y gran parte de su discografí­a solista) y la omisión de testimonio­s claves (la ausencia de Richard Coleman se hace notar en la historia), Bios se sostiene por el valor emotivo al permitir abrir una hendidura hacia el interior de la dinámica de una figura con un talento tan grande como el hermetismo con el que manejó su vida privada.

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Nat geo Los Cerati en la casa familiar que habitó el artista y en la que aún vive su madre

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