River se siente traicionado, pero mantiene el optimismo
La actitud de Angelici fue tomada como falta de lealtad tras la solidaridad que había tenido el club
Puñal por la espalda. Esa es la sensación que inundó ayer los pasillos de un Monumental que vivió otra jornada para el olvido: incertidumbre por la mañana, apertura de puerta sal mediodía, suspensión tardía con miles de hinchas ya en el estadio o esperando para ingresar y una presentación de Boca a la Conmebol que rompió el “pacto de caballeros” que se había firmado anteayer. En River la palabra traición ya retumba muy fuerte, pero confían en una resolución positiva para jugar la ya eterna final en el Monumental y con público.
Rostros sin sonrisas, con dejos constantes de preocupación, cansancio y desazón inundaron el anillo interno del club durante toda la jornada. Tras pasar la noche allí, los jugadores tomaron sus pertenencias y dejaron la concentración alrededor de las 15 con caras largas, agobiadas y sin ánimos ni siquiera para bromear con un compañero. Terminaron teniendo el día libre cuando creían que a esa hora iban a estar en el vestuario preparando todo para jugar.
¿Sucederá alguna vez? ¿Se disputará el partido de vuelta? Esa pregunta fue tomando fuerza con el correr de las horas del domingo. Porque la postura de Boca cambió y fue muy distinta a la del sábado: a pesar de que Daniel Angelici, Rodolfo D’Onofrio y Alejandro Domínguez habían firmado un acuerdo para jugar, la dirigencia xeneize realizó una presentación formal ante la Conmebol para “disputar la final en condiciones de igualdad” y solicitando “la suspensión del partido, así como la aplicación de las sanciones correspondientes previstas en el Artículo 18 por la magnitud y la gravedad de los hechos de violencia en las inmediaciones del estadio”.
¿Qué dice ese artículo? Tiene 15 distintas sanciones, que van desde la quita de puntos, la determinación de un resultado, la obligación de jugar a puertas cerradas o en otro estadio y hasta la descalificación de competiciones en curso o futuras. Así, en Núñez la bronca estalló. Sienten que en la vereda de enfrente se actuó de forma desleal, traicionando todo lo acordado y dejando de lado el compromiso que River brindó para jugar solo cuando todo el plantel estuviera en condiciones.
Pero el enojo también se debe a la situación que se repitió ayer. Los dirigentes nunca fueron notificados de la nueva postergación y se enteraron a través de una entrevista de Domínguez por televisión. Además, el club perdió alrededor de 20 millones de pesos por los dos operativos de seguridad que se organizaron.
Para la comisión directiva millonaria, ahí está la clave del bochorno: el pésimo control y las graves fallas del operativo de las fuerzas de seguridad a la hora de proteger al micro de Boca. Por eso apuntan la responsabilidad al Estado y se alejan de una posible represalia de la barra brava tras los allanamientos y la incautación de 300 entradas y 10 millones de pesos el día anterior al partido.
Es más, la mayoría evita el tema y apunta a no desviar el foco de la Policía, por lo que no hay explicaciones sobre el tema: “No sabemos qué pasó, es la justicia la que está investigando. No sabemos si esas entradas son reales ni de dónde salieron. Nunca tuve contactos con los barras, no sé ni quiénes son. Para eso está la justicia”, dijo el sábado D’Onofrio.
Más allá de la sensación de traición, no pierden el optimismo de poder jugar en el Monumental con público, por lo que el club ya les anunció a los hinchas vía mail y redes sociales que conserven su entrada, ya que tendrá validez para la nueva fecha. Todo se empezará a resolver el martes a las 10.30, cuando se lleve a cabo la reunión pautada por Conmebol con los presidentes de ambos clubes. Y comenzaron los preparativos: D’Onofrio viajaría con Ignacio Villarroel, abogado y secretario de la institución, y en River realizan una búsqueda de antecedentes que amparen la situación.
Cerca de las 16 y con los alrededores del estadio ya sin hinchas, fue el propio presidente quien volvió a tomar la palabra, luego de una reunión en la concentración con el técnico Marcelo Gallardo y el manager Enzo Francescoli. Mientras escuchaban atentamente Eduardo Barrionuevo (vocal e integrante del Consejo de Fútbol), Adrián Varela (vocal y presidente de Relaciones Internacionales) y Gabriel Marcilli (vocal suplente y encargado de seguridad), su primera reacción fue descartar la posibilidad de perder la final por la vía legal. “El martes nos vamos a juntar para ver en qué día y en qué hora se juega ese partido en la cancha de River y con gente. No me cabe la menor duda de que el partido se va a jugar”, disparó, y agregó que aún no estaba al tanto de la presentación formal del xeneize.
“Tenés mi solidaridad”
“El sábado, Conmebol había decidido que se jugara a las 19.15 y yo escuché al presidente de la FIFA que le dijo al de Boca que se tenía que jugar. Yo le dije al oído ‘tenés mi solidaridad’. No queremos ventaja. Lo que me están contando que Boca pide sería una falta de palabra, que no es válido ni lógico. Si alguien presenta algo, nos dará el aviso Conmebol. Si fue así, lo primero que pienso es en una gran sorpresa, porque el sábado hubo un acuerdo para que Boca no jugara en desventaja. River generosamente dijo que esa ventaja no la quería. El partido es en River y con gente”, sentenció el presidente millonario.
Otro punto más en el que se hace foco en Núñez es en el precedente que se sentaría en caso de que el Tribunal de Disciplina decida darle el partido por ganado a Boca. Es que creen que si reciben esa sanción por un hecho que ocurrió a ocho cuadras de la cancha, fuera del perímetro de seguridad y en calles donde se puede circular sin entrada, será muy difícil volver hacia atrás, porque cualquiera podrá pensar con mandar a hacerlo para reclamar después el partido.
Cerca de las 17, ya no había sol y las nubes se habían apoderado del Monumental. Una niña y un niño, cada uno con su camiseta, corrían por el césped del campo de juego y se acercaban a la zona del banco de suplentes. Reían, felices de poder estar allí, sin estar absorbidos por lo que sucedía alrededor. A pocos metros, en las oficinas del club seguía el frenesí: llamados, reuniones, consultas, búsquedas. Una paradoja absoluta. La historia de la final sigue. Del fútbol aún no sabemos nada.