Cosquín Rock. La música argentina tiene su sello de exportación
El festival de rock cordobés se convirtió en el mejor aliado para la expansión de los artistas argentinos por Hispanoamérica; mientras se prepara para llegar a España, suma nueva sede en Asunción
ASUNCIÓN, Paraguay.– ¿Quién dijo que la Argentina exporta exclusivamente productos agroindustriales? Desde hace dos años, la Argentina exporta rock, con una marca festivalera como insignia: Cosquín Rock. Desde febrero de 2017, el festival cordobés llevó la música argentina de paseo por todo el continente y ya lleva nueve ediciones en ciudades como Guadalajara (México), Lima (Perú), Bogotá (Colombia), La Paz (Bolivia), Santiago (Chile), Montevideo (Uruguay) y Asunción (Paraguay), con la promesa de sumar el año próximo una edición en Costa Rica y otra, más reducida, en España. Más de 40 artistas y bandas locales ya formaron parte de esta aventura, con pesos pesados del rock de acá, como Los Fabulosos Cadillacs, Fito Páez, Ciro y Los Persas y Los Enanitos Verdes; grupos de larga trayectoria que nunca antes habían pisado otros suelos latinoamericanos, como Las Pelotas y Skay y Los Fakires; bandas en ascenso, como La Beriso, Eruca Sativa y Las Pastillas del Abuelo, y también jóvenes promesas, como Zero Kill (el grupo de Benito Cerati), Indios y Banda de Turistas. “En estos dos años se armó una usina de música que se está retroalimentando con el intercambio de artistas de todo el continente”, dice José Palazzo, ideólogo y hombre fuerte del festival que comenzó allá por el turbulento 2001 en la
Plaza Próspero Molina de Cosquín y que en 2020 celebrará sus veinte años ininterrumpidos.
“Todos los empresarios me preguntan si Cosquín es una franquicia, pero no, nosotros venimos, apostamos y arriesgamos. Lo hemos desarrollado como una unidad de negocio con socios locales de los distintos países que entiendan el concepto del festival”, continúa el productor cordobés desde el backstage de lo que este fin de semana se convirtió en la última edición del año, en Asunción, con una grilla que además de la legión argentina contó con la presencia de Manu Chao, por primera vez en este país vecino.
Treinta años atrás, el rock argentino conquistaba América Latina por primera vez, con Soda Stereo, Virus, Zas, Los Enanitos Verdes y GIT a la cabeza, pero desde entonces, salvo pequeñas excepciones, a los grupos del género les costó volver a tener el mismo peso en el continente. Hasta ahora. Aunque amoldándose a los tiempos que corren y rigen las pautas de la industria musical, es la marca de un festival la bandera que aglutina al rock local en esta nueva cruzada conquistadora. “Nosotros aprovechamos la reputación y lo que hicieron Soda, Los Cadillacs, Charly García, Fito Páez, que en su momento generaron la idea de que el rock argentino es bueno. De ahí a hoy hubo una pausa y entraron otras corrientes, pero la idea es recuperar ese terreno y no solo para el rock argentino, sino también para el de América Latina. La genética del festival está en recuperar ese espacio que había tenido el rock en el continente en los años 80. Yo estoy convencido de que en diez años Cosquín Rock habrá sido el motor para que el movimiento musical latinoamericano vuelva a tener un lugar importante en la industria”, se entusiasma Palazzo, mientras un grupo de jóvenes le pide sacarse una selfie con él por enésima vez en la jornada. Aquí, el productor cordobés es una estrella de rock más y todos le agradecen su esfuerzo por traerles a su ciudad a los grupos argentinos que tanto esperaron para ver.
“Valió la pena la espera”, le dice Skay al público después de armar el pogo más grande del encuentro con “Ji ji ji”. El ex Patricio Rey es uno de los tantos que se presentaron en Paraguay por primera vez y la alegría es genuina tanto arriba como debajo del escenario. En el backstage, los músicos se cruzan, bromean entre sí, se sacan fotos con los integrantes de las bandas paraguayas que también forman parte del encuentro y el espíritu festivalero que ya es marca registrada de Cosquín Rock se potencia en tierra guaraní. Manu Chao se abraza con Skay, mientras la banda del guitarrista intercambia anécdotas con los músicos de Ciro y Los Persas y Las Pelotas. Todo sucede con un televisor 50 pulgadas atento a los polémicos sucesos que terminaron con la suspensión de la final de la Copa Libertadores entre River y Boca. “Es una vergüenza lo de la seguridad, tendría que ir Palazzo a organizar el superclásico”, dispara uno de los productores argentinos que acompañaron a la comitiva del festival, y, poco después, los productores paraguayos reflexionaban en la misma dirección: “Mientras la decadencia del entretenimiento del fútbol implosionó con esa sinergia de policía, barras, periodismo deportivo agitador, hinchada irresponsable y política cómplice, José Palazzo lograba este encuentro en Paraguay”, se leía en las redes sociales.
Más allá del comentario que José Palazzo recibe orgulloso, lo cierto es que el productor se ha ganado el respeto de sus pares y el de los músicos en la Argentina tanto por su experiencia como por su pasión por el rock. Una pasión que logró transmitir a través de su festival. “En América Latina hoy el género se transformó en un nicho, no te digo que es algo de culto, pero es un nicho. La música electrónica es muy grande en todas partes y la música urbana es gigantesca, la cumbia también. Por eso para nosotros el gran objetivo es difundir y mostrar todo lo bueno que aún tiene el rock. Ese es el desafío más lindo”.
Pero esta marca que hoy vende rock argentino en toda Latinoamérica no nació con ese objetivo. “Primero la idea era hacer un festival itinerante, que a lo largo de tres años pasara por varias ciudades del continente como si se tratara de una gira y que tendría el corolario en 2020, en Córdoba, para festejar los veinte años del encuentro. Pero gustó tanto que en varios países nos pidieron que nos quedáramos”. –A nosotros nos respetan y nos admiran mucho, pero no nos quieren tanto. Creo que tiene que ver con la soberbia que hemos tenido en algunos momentos. Yo, al ser del interior, cuando empecé también recibí un poco ese trato a veces despectivo del porteño y trato de evitar ese tipo de posturas. Y la realidad es que primero nos observan, nos miden, pero después se encariñan mucho con nosotros. Sin dudas la clave para que esto funcione está en que supimos escuchar a los productores locales y ceder en algunas cuestiones que por ahí teníamos por prejuiciosos, como la incorporación de otros géneros al festival, algo que hoy es necesario para que sea sustentable.
Rojaijú Paraguay
La novena edición internacional de Cosquín Rock iba a realizarse el año próximo, aquí, en Asunción, pero un llamado inesperado hizo cambiar los planes. “Manu Chao venía para Sudamérica en esta fecha y hacía mucho que queríamos tenerlo en la grilla de Cosquín, así que adelantamos todo”, cuenta Palazzo. El músico francés se presentó entonces por primera vez en esta ciudad y lo hizo sin banda, solo con su guitarra, con la difícil tarea de subir a escena después de que Skay y los suyos “incendiaron” el predio con su rock ardiente. Pero Manu se arregla más que bien solito. Con su experiencia de trovador callejero y su carisma, el ex Mano Negra hipnotizó a las cerca de 9000 personas que se acercaron (muchas de ellas desde la Argentina) con su rumba circular, con algunas canciones nuevas y otros clásicos de su repertorio, incluyendo “Mala vida”, de su exgrupo.
Pegadito nomás salió Ciro y Los Persas y Manu Chao siguió el set de sus amigos desde arriba del escenario, bailando y asombrándose por la popularidad del grupo, que al igual que La Vela Puerca, los uruguayos que cerraron el festival, juega de local en Paraguay. Después de un año intenso de gira, la banda que conduce Andrés Ciro suena cada vez más aceitada y se encamina hacia su último gran objetivo de 2018: su primer show en el estadio de River, el 15 de diciembre.
Antes del final a cargo de los uruguayos fue el turno de la banda más mimada del festival, Las Pelotas, quienes participaron de todas las ediciones cordobesas y que es la que más presencias tiene en las versiones internacionales también. A estas alturas, lo de Germán Daffunchio y compañía es cosa seria: con su rock espeso y su poética existencialista logran crear un clima difícil de encontrar por estos días arriba de un escenario. Abajo, banderas argentinas, paraguayas y uruguayas se funden hermanadas por el rock for export de la Argentina.
Juan Ingaramo, cada vez más Best Seller
Hace rato que Juan Ingaramo solista da que hablar y provoca suspiros entre un número creciente de ingaramers, pero la presentación oficial de su disco Best Seller, el viernes en Niceto, tuvo algo de consagración palermitana para el artista pop cordobés. Desde la puerta atiborrada sobre Niceto Vega y en la ansiedad de la fila sobre Humboldt se notaba que no era una noche más. Arriba del escenario y ante su mayor multitud como cabeza de cartel, Juan Ingaramo hizo lo que quiso, incluyendo sentarse a la batería. La voz de Eme se lució como siempre (como corista y en ocasiones como voz principal) y su bailadísima lista de temas contó con una selecto menú de estrellas invitadas, a saber: Dakillah, Catriel y Louta, o sea la crema de la crema de la era de la riñonera. Todo salió divino, la puesta, las luces, la versión de “Por lo que yo te quiero”, de Rodrigo. Hace tiempo que el universo pop local está cada vez más cordobés –con vocación internacional– y en toda esta movida Juan Ingaramo sería algo así como el Príncipe Valiente.
Camino a las bodas de plata
Los orientales más elegantes y convocantes del pop rock rioplatense, No Te Va Gustar, cerraron su gira internacional Suenan las Alarmas a cuatro Obras para toendemoniado, da la alegría de su gente. Originalmente eran tres fechas, pero por entradas agotadas sumaron una última para hoy, algo a lo que NTVG empezó a acostumbrarse la primera vez que pisó un escenario porteño. Todas las fechas contaron con listas diferentes de canciones que incluyeron tanto rarezas como hitazos.
En la velada inicial, en la noche del jueves, su cantante y galán protagonista Emiliano Brancciari recordó la primera vez que tocaron en el mítico estadio Obras, hace más de diez años, y repasó los pormenores de la colaboración de Mario Benedetti en una grabación allá no tan lejos y hace tiempo… En 2019 la banda celebrará sus 25 años de trayectoria, sus bodas de plata.
Thee Oh Sees “detonó” el Xirgu
El viernes después de la medianoche en San Telmo, la banda californiana Thee Oh Sees ofreció una intensísima descarga ultrarrockera, garagera, alternativa y post-punk a dos baterías. Antes del show hubo quien arriesgó que son la mejor banda de rock del mundo hoy por hoy, y la verdad que por lo visto y oído en esa hermosa cajita de resonancia catalana, el Xirgu, sobre la calle Chacabuco, resulta muy claro que el G-20 está entre nosotros y se manifiesta en las más extrañas formas.
Sobre un costado, en plan wing su carismático líder John Dwyer dio cátedra de punk y psicodelia con una guitarra transparente en mano. En el centro de la escena, dos bateristas con pinta de gente normal, generalmente al unísono pero no tanto y por momentos orquestando, con un tecladista de rulos tocando lo suyo sin sacar el instrumento del estuche. En el otro lateral, un bajista apuntalaba la vorágine, en bermudas y descalzo sobre un escenario prendido fuego. Lo que se dice un show inolvidable.
Las Ligas la tienen atada
Que Las Ligas Menores están destinadas a conquistar la escena indie ibérica es algo sabido por entendidos de ambas márgenes del Atlántico, pero como para llegar con la maquinaria en plena forma la banda de Anabella Cartolano, Pablo Kemper, María Zamtlejfer, Nina Carrara y Micaela García metió tres fechas en la Tangente la semana pasada, en forma escalonada: domingo, martes y jueves, como quien va al gimnasio de noche o trasnoche, mientras los chicos y chicas allá abajo hacían pogo con cuidado de no lastimar al prójimo.
En líneas generales, a Las Ligas Menores se las vio espléndidas y más que muy listas para, durante las próximas tres semanas, debutar en Sevilla, Granada, Almería, Málaga, Bilbao, Oviedo, Pamplona, Donosti, Madrid, Valladolid, Valencia y Alicante…