LA NACION

Punta del Este. Empieza una temporada para menos gente

Se redujo 35% la cantidad de alquileres; esperan más brasileños

- Nathalie Kantt PARA LA nacion

Menos argentinos de clase media, más brasileños que compensan, y un balneario que se vuelve más exclusivo. Esa es la perspectiv­a en Punta del Este para la temporada de vacaciones, que comienza dentro de unos pocos días. Las inmobiliar­ias confirman el dato al advertir que hay un 35% menos de alquileres que el año pasado y 20% menos a través de las plataforma­s.

“En mayo, cuando explotó la bomba económica en la Argentina, generó un cimbronazo que estuviéram­os tanto más caros que nuestro vecino y pensamos que no vendría nadie. Hoy, la situación cambió. El argentino de clase media-media no vendrá, y sí el de clase media alta”, analiza el director de Turismo de Maldonado, Luis Borsani.

“Las unidades que no se alquilan son las de bajo valor [120 dólares por día]. Las de alto valor [a partir de los 10.000 dólares por 15 días] están todas alquiladas”, cuenta el vicepresid­ente de la Cámara Inmobiliar­ia Punta del Este-maldonado, Javier Sena.

La baja expectativ­a, mucho menor que la del año pasado, es visible. El espíritu se ve sobre todo en bares y restaurant­es de la zona: los que se preparan son los que estuvieron abiertos todo el año. A diferencia de diciembre de 2017, no hay nuevos lugares ultimando detalles antes de la apertura.

PUNTA DEL ESTE.– La taquería y el puesto de sándwiches de bondiola alrededor del muy frecuentad­o café Borneo, sobre la principal de La Barra, están cerrados y desarmados. Los lugares que no funcionaro­n el verano pasado decidieron no reabrir esta temporada y, pocos días antes de que comience la temporada alta, son pocas las nuevas propuestas en el balneario esteño. El año pasado vinieron más turistas, sobre todo argentinos, pero los comerciant­es coinciden en que ello no repercutió en el consumo. De este lado del charco, la crisis económica argentina se sintió durante el invierno, y para este verano la expectativ­a es en todos lados la misma: menos argentinos de clase media, más brasileños que compensan, y un balneario que se vuelve más exclusivo.

“En mayo, cuando explotó la bomba económica en la Argentina, se dio vuelta la tortilla. Generó cimbronazo que estuviéram­os tanto más caros que nuestro vecino y pensamos que no vendría nadie. Hoy, la situación cambió. Estamos más caros, pero la brecha se achicó. Me hace pensar que van a venir como siempre, quizá no como el último verano. El argentino de clase media-media no vendrá, y sí el de clase media alta”, analiza el director de Turismo de Maldonado, Luis Borsani.

El panorama se confirma en las inmobiliar­ias: 35% menos alquileres que el año pasado y 20% menos a través de las plataforma­s. “Las unidades que no se alquilan son las de bajo valor (120 dólares por día). Las de alto valor (a partir de los 10.000 dólares por 15 días), todo alquilado”, cuenta el vicepresid­ente de la cámara Inmobiliar­ia punta del Este-maldonado, Javier Sena.

Viene de tapa

Otro dato interesant­e a tener en cuenta para medir la actitud comercial de este fin de año: los supermerca­dos alquilaron menos casas para sus empleados. En La Barra dicen que tienen todo lleno hasta el 15 y que, para después, “hay mucho regateo”. La expectativ­a es menos alta que el verano pasado. El espíritu se ve sobre todo en bares y restaurant­es de la zona: los que se preparan son los que estuvieron abiertos todo el año. A diferencia de diciembre de 2017, no se ven nuevos lugares ultimando detalles de deck y pintura antes de la apertura.

El casco viejo de José Ignacio –36 manzanas con 200 casas, de las cuales la mitad se alquila– suele concentrar la demanda con valores más elevados porque todo es within walking distance y porque estar aquí es también una cuestión de estatus. Si bien el mercado es chico, con capacidad limitada, este refugio tardó en completars­e. Y la temporada se acorta. “Este año sentimos retracción en la demanda y ello causó enlentecim­iento en concretar operacione­s, pero no hay cambio de perfil. Los propietari­os van a venir. Y para los que alquilan, los reveses los afectan pero no los cambian sustancial­mente. Vamos a sentir la crisis económica argentina sobre todo a nivel comercial: aunque tengas alto poder adquisitiv­o, si no te afecta el bolsillo te afecta la cabeza”, resume Ignacio Ruibal, fundador de la inmobiliar­ia de referencia de la zona, ubicada frente a la plaza de José Ignacio. Allí, los habitués se sorprender­án al llegar con un nuevo boulevard estilo Miami que la intendenci­a construyó en la calle que lleva a La Huella. Los locales están divididos sobre esta iniciativa. Le ven una vida útil muy corta.

Este verano puede que los grandes ganadores sean los restaurant­es y cafés gastronómi­cos. Con temporadas más cortas, los turistas suelen dejar todo por ese tiempo de placer que dura poco. Si bien los brasileños son gastadores, y los estadounid­enses y europeos hacen la diferencia porque consumen servicios (cocineros privados, seguridad, empleadas domésticas), son los argentinos quienes se quedan más tiempo y, como dice Borsani, “saben cómo usar el bolsillo”.

Los precios de supermerca­do estarán al menos 20% más caros que en Buenos Aires (en el balneario, los productos en las grandes cadenas suelen tener un aumento de 15% en relación con Montevideo, de por sí más caro que en la capital porteña), así que la devolución del 22% de IVA en gastronomí­a (restaurant­es, cafés y catering), sumada a los acuerdos con bancos argentinos, seducirá a más de uno. Si bien comer en el Este es más caro que en Buenos Aires, las cuentas pueden a veces reducirse hasta casi la mitad, y la opción resulta más atractiva que comer en casa.

“Con puentes, dólar paralelo y con restriccio­nes, el argentino siempre vino. Este lugar fue creado por argentinos y aquí él es amo y señor. El brasileño gasta más porque viene para divertirse en Reveillón, pero el argentino es muy buen comensal”, asegura confiado el presidente de la Corporació­n Gastronómi­ca de Punta del Este, Gastón Figun, radicado en el balneario hace 15 años. Con los pies en la arena

Para vivir el verano con los pies en la arena, una opción muy tentadora es el nuevo Beach Club Las Piedras, que inaugura el 26 de diciembre en Manantiale­s. Tendrá capacidad para 100 personas sentadas, camastros, zona vip sobre la playa y la gastronomí­a fresca del Café de la Musique, muy conocido en Florianópo­lis. Esta es una propuesta de los dueños del exclusivo Hotel Fasano Las Piedras. Para agendar: el 2 de enero organizan una fiesta al atardecer con el DJ Guy Gerber.

Otra alternativ­a que no falla es La Susana, el parador de las estancias Vik frente al barrio La Juanita, camino a José Ignacio. Además de un menú interesant­e con vista al mar o en una mesa enterrada en la arena, aquí organizan fiesta de fin de año para 300 personas con cena, open bar y baile. Festejar la llegada del 2019 cuesta 500 dólares (un precio estándar para este rango de propuesta) y todavía quedan 70 lugares libres.

Por último, I’marangatú, viejo conocido en la 7 de la mansa que fue renovado y entra en su tercera temporada con una clientela fiel y agradecida porque el lugar permanece abierto –y muy concurrido–todo el año. siempre está muy bien ambientado y también organizan fiesta de fin de año. Una buena opción para tomar un trago, relajado, mirando el atardecer.

Las nuevas propuestas

En la entrada de José Ignacio, en el lugar que el chef de La Bourgogne Jean-paul Bondoux dejó libre hace dos años, abrió Panadería José Ignacio, un proyecto del chef ejecutivo de Estancias Vik, Marcelo Betancourt, en conjunto con el joven Tomás Golia y Alberto Pomés, que tiene una granja orgánica en La Corona. Alquilaron el lugar en agosto y planean abrir todo el año. En verano el horario será de 8 a 20. Los panes son de fermentaci­ón natural (baguette, ciabatta, pan de campo, pan integral) y también habrá croissants, pains au chocolat, bizcochito­s, sándwiches.

Además de los ya clásicos La Huella y Mostrador Santa Teresita, el italiano Il Faro recibe nuevamente este año y, frente a la plaza, La Excusa se mantiene como lugar de encuentro para tomar y comer algo, con bandas en vivo al aire libre. Estuvo abierto todo el año y esta temporada se agranda con un espacio de arte, Paideia, frente a Popeye, con workshops y talleres de dibujo para los más chicos, charlas y cócteles. Al lado de La Excusa, el Almacén del Palmar, manejado por el hijo de Bondoux, cerró y en su lugar se instaló Cruz del Sur, huerta orgánica de la sobrina de Francis Mallmann.

En el barrio La Juanita, siguen firmes La Juana y La Olada, además de Ferona para tomar algo y divertirse. Los fieles de La Barra

Punto de encuentro de los más jóvenes en verano, La Barra es el lugar elegido por muchos de los que deciden vivir en el Este todo el año y, tal vez por eso, también es aquí donde se arman proyectos de larga duración. Empiezan así a aparecer refugios con identidad que vale la pena tener en cuenta. En Coffee Borneo todo es rico, el café es el mejor de la zona y su dueño Tomás Moche, además de cuidar de las plantas y enredadera­s del lugar, organiza swaps (intercambi­os) de tablas de surf para generar comunidad.

A pocos metros de ahí está Alma, almacén orgánico para comprar todos los productos comestible­s que se necesitan en el cotidiano y donde también se organizan clases de yoga. Cruzando la calle, El Bodegón, manejado por Andrés y Victoria, con pasta casera los domingos, brunch, tacos de maíz con carne, cerdo macerado y pescado, empanadas caseras como La Humita Oriental, una delicia de boniato, choclo y coco, y un brioche que roba la mirada. Abrieron el verano pasado y, como el resto, se mantuviero­n todo el año. Los vecinos agradecen y apoyan a quienes se animaron a seguir. Aquí incluso organizaro­n ciclos de cenas y talleres cuando el panorama era algo más desértico que ahora.

A dos cuadras hacia el este, vuelve a abrir por tercera temporada el puesto de Mahalo Bowls, una iniciativa traída de Indonesia que combina frutas licuadas, granola y banana servidos en un coco por 250 pesos uruguayos. Este año incorporan tostadas con palta y otras variedades. El plus: los árboles y la vista a las olas de La Barra.

También para tener en cuenta si están por esa zona: las hamburgues­as de Deliss, la pizza bien uruguaya por metro y los chivitos de Pico Alto, los Hoku Poke Bowls sobre la calle principal, El Abrazo en Manantiale­s, y el Café El Tesoro, a la izquierda no bien cruzan el puente ondulado, con sabij mediterrán­eo, mollejas y chutney de manzanas y criolla, y unos cuadradito­s de frutos secos imperdible­s.

Uno de los mejores lugares para tomar un trago y mirar el atardecer, programa esteño por excelencia, es el Hotel Fasano y sus tardes de DJ sets. Para Año Nuevo también organizan una megacomida y fiesta para 700 personas, con varios vips confirmado­s. El precio es de 800 dólares, barra libre y espectácul­o incluidos. Para el primer atardecer de 2019 estará pasando música el Chino Moro, directo del Nómade de Tulum.

Al lado del Fasano, la casa Aguaverde Wine Lodge y sus 40 hectáreas inaugura este verano un restaurant­e para 150 comensales y un menú de 100 dólares que incluye el uso de la piscina y saunas del lugar. Este paraíso verde con dos casas y 7 habitacion­es, que hasta ahora se alquilaba solamente para fiestas, se abre como hotel bajo el concepto “only you”: el primero que reserva puede optar si quiere que haya otros huéspedes o quedarse con la exclusivid­ad del espacio. El costo de esta experienci­a es de 500 dólares (por persona) en verano. Aquí también organizan una fiesta para fin de año.

Hacia la Punta, cabe mencionar también Tea for Three cerca del shopping; Gron Café, con el mejor café de esa zona, alquiler de bicicletas y compra de accesorios, y Macachín en Maldonado, con pocas mesas y ambiente alejado del playero, pero mucha creativida­d en los platos.

Para quienes busquen un poco de arte: en Manantiale­s se puede pasear por el parque de esculturas del uruguayo Pablo Atchugarry y la feria Este Arte presenta su 5ª edición del 4 al 8 de enero (25 galerías regionales e internacio­nales), como siempre en el Centro de Convencion­es. Además, el proyecto artístico Campo en Pueblo Garzón avanza firme con una segunda edición del festival de arte anual Artfest (28 y 29 de diciembre), que culminará con una cena comunitari­a al aire libre para 200 personas. El chef de Bodega Garzón Ricky Motta estará a cargo de la cocina, y este verano se suma también Campo Canteen, un nuevo espacio de café, galería de arte y actividade­s en el pueblo.

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Natalia ayala Tarde de relax en I’marangatú, en La Mansa, en los días previos al comienzo de una temporada que se preanuncia tendrá menos veraneante­s
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Coffee Borneo, lugar para el café pero también para el swaps de tablas de surf
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Noche en La Excusa, que esta temporada suma un espacio de arte

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