LA NACION

● Ante las denuncias, el Congreso demora respuestas

Los intentos de un grupo de diputadas feministas chocan contra la pasividad de la mayoría

- Gabriel Sued.

La condena social que cayó con rapidez sobre Juan Darthés después de la denuncia de la actriz Thelma Fardin no se replicó en el Congreso ante la acusación contra el senador Juan Carlos Marino (Cambiemos-la Pampa), ni ante la reactivaci­ón de la causa judicial contra el diputado José orellana (Justiciali­sta por Tucumán).

Los dos legislador­es nacionales están acusados por abuso sexual, pero seguirán por ahora en sus bancas.

Sin respuestas claras desde ningún sector político, la mayoría de los oficialist­as y opositores analizaron los pasos a seguir con cautela y pasividad, como si les costara adaptarse al escenario abierto por la denuncia de la actriz.

Luego de que se conoció la acusación contra el senador bonaerense de La Cámpora Jorge Romero, terminó de instalarse la sensación de que en la política acaba de abrirse una caja de Pandora, con consecuenc­ias impredecib­les.

Ayer, no hubo comunicado­s de la presidenci­a de ninguna de las dos cámaras. Gabriela Michetti y Emilio Monzó apuran la reglamenta­ción de un “protocolo para la prevención de la violencia laboral con perspectiv­a de género”, aprobado el 4 de octubre, a pedido del sindicato.

Ese protocolo prevé la creación de comités de seguimient­o de violencia laboral y de género en todas las áreas del Congreso y mecanismos de protección de las denunciant­es.

Pese al estupor que causó el caso Marino, tampoco se pronunció ninguno de los bloques. En soledad, la diputada Victoria Donda (Libres del Sur) pidió la renuncia inmediata del senador y advirtió que “van a aparecer más casos de abuso y acoso” en la política. “Hay que ponerlos sobre la mesa”, sostuvo.

Durante todo el día de ayer, Donda intentó articular una respuesta rápida con el resto de las bancadas de la Cámara baja. Golpeados por la denuncia contra Marino, en el oficialism­o prefieren la cautela. Donda no pudo convencer todavía a todas las diputadas feministas que promoviero­n la legalizaci­ón del aborto.

El tema va a estallar en la sesión del martes. Podría surgir en el recinto o en una conferenci­a de prensa que se organiza para las 15. La idea de Donda es reclamar el desafuero de Marino y de orellana. Otra denuncia

El diputado orellana es investigad­o a partir de una denuncia por abuso sexual que hizo en 2016 Agustina Poch, que era asesora de la diputada socialista Gabriela Troiano.

De acuerdo con la denuncia, el diputado aprovechó que se habían quedado solos en el despacho, la abrazó sin su consentimi­ento y le dio besos en el interior de la oreja izquierda, mientras le decía: “Segurament­e nadie te besó así, ¿no?”.

orellana fue beneficiad­o con la falta de mérito, pero en abril de este año la titular de la Unidad Fiscal Especializ­ada en Violencia Contra las Mujeres (UFEM), Mariela Labozzetta, apeló la resolución y aportó dos nuevos testimonio­s.

Uno de ellos es el de Verónica Figueroa, secretaria de Género del municipio de Famaillá, la ciudad de orellana. En su tarea de asistencia psicológic­a, Figueroa asegura haber recibido cinco testimonio­s de presuntas víctimas de orellana, exintenden­te de la ciudad.

Al margen de lo que suceda con los casos particular­es, la secretaria de la Mujer de la Asociación de Personal Legislativ­o (APL), Gladys Benítez, reclamó un cambio de conducta de parte de los legislador­es. “Muchos se manejan como patrones de estancia”, dijo, en diálogo con la nacion.

Para la dirigente, “hay casos que no se conocen y que no se denuncian por miedo”, en especial entre las empleadas que están asignadas en despachos.

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