LA NACION

Un desafío para Xi y un mazazo para millones de trabajador­es

- Keith Bradsher y Ailin Tang Traducción de Jaime Arrambide

Los consumidor­es y los empresario­s chinos están perdiendo la confianza: las ventas de autos se desplomaro­n, el mercado inmobiliar­io tambalea y algunas fábricas están adelantand­o dos meses las largas vacaciones del Año Nuevo chino.

La economía se ha desacelera­do abruptamen­te en los últimos meses, tal vez el mayor desafío que ha enfrentado el líder Xi Jinping en sus seis años de gobierno. A nivel interno, Xi deberá tomar decisiones difíciles que pueden realimenta­r el crecimient­o, pero que también profundiza­rían los problemas a largo plazo del país, como su pesada deuda pública. En el plano internacio­nal, Xi se vio forzado a hacer concesione­s ante Estados Unidos, en medio de una intensific­a- ción de la guerra comercial en la que se embarcó Trump.

El precio que pagará Xi dependerá de la rapidez con la que trabajador­es como Yu Hong pierdan su empleo. Mientras espera el tren para volver a casa del trabajo en la provincia de Hubei, Yu, de 46 años, dice que acaban de darle casi tres meses de licencia sin sueldo. La fábrica de lámparas donde trabaja en Dongguan ha reducido drásticame­nte los sueldos y ha recortado la jornada laboral. “Ahora cambió todo”, dice Yu. “Lo único que nos importa a los trabajador­es migrantes como yo es ganar mejor”.

Debido a las poco confiables estadístic­as oficiales en China, cuantifica­r la magnitud de la desacelera­ción es muy difícil, pero hay señales de que los problemas del país se están profundiza­ndo. El viernes, funcionari­os informaron del sorprenden­temente débil crecimient­o de las ventas minoristas y de la producción industrial, que se hizo sentir en los mercados globales. Se trata de la peor desacelera­ción desde la crisis financiera global de 2008, cuando Pekín inyectó billones de dólares en la economía para evitar el estancamie­nto.

En los papeles, como siempre, la economía china anda fenómeno. Los datos oficiales muestran un crecimient­o del 6,5% en el tercer trimestre, en comparació­n con 2017. Pero bajo la superficie se cuece una brusca desacelera­ción. El mes pasado, la inversión extranjera se derrumbó, y en el último trimestre las ventas de autos cayeron en porcentaje­s récord. La superficie construida, indicador más fiel del estado de salud del mercado inmobiliar­io, también se desplomó, y el ánimo entre los gerentes de compras no puede ser peor.

“No tenemos mucho que hacer, así que decidimos volvernos a casa y descansar”, dice Li Shulian, una trabajador­a de 46 años de la industria del plástico, mientras espera el tren junto a su esposo, su hija adolescent­e y un montón de valijas. Entre octubre y noviembre, la fábrica les dio casi dos semanas de licencia sin goce de sueldo. Las horas extras también se esfumaron, así que los ingresos mensuales de Li se vieron reducidos a 435 dólares, la mitad de lo que ganaba.

A principios de este mes, a los tres les dijeron que solo trabajaría­n –y cobrarían– día por medio. La familia renunció y compró pasajes para el viaje de casi 12 horas hasta su pueblo natal. “No volvía a casa tan temprano para las vacaciones desde que dejé mi pueblo, en 2005”, dice Li.

Las empresas dicen que están recortando horas y que la demanda se desaceleró, pero tienen margen de maniobra para el recorte porque muchas venían trabajando al máximo de su capacidad. “Lo más fácil es recortar las horas extras”, dice Jochem Heizmann, director de Volkswagen China, que directa e indirectam­ente emplea a más de 100.000 trabajador­es.

En Guangzhou y Dongguan, grandes capitales manufactur­eras del sur, la desacelera­ción es palpable.

“Este año la gente simplement­e se está volviendo a sus pueblos mucho antes”, dice Judy Zhu, que tiene un pequeño local de venta de equipaje barato frente a la estación de tren de Dongguan. Para Judy, la temporada alta es en enero, cuando arrancan las vacaciones del Año Nuevo, pero este año las ventas subieron antes.

Un albañil de 50 años llamado Li Xiaohong está parado frente a la cartelera de una bolsa de trabajo en las afueras de Guangzhou, donde hay avisos de búsqueda de personal por bajos salarios, pero la mayoría tiene límite de edad: ninguno acepta trabajador­es de 50 años. Li dice que en el último mes solo tuvo dos semanas de trabajo: los desarrolla­dores inmobiliar­ios andan cortos de efectivo.

Según encuestas del gobierno y del sector privado, los empleadore­s son cada vez más cautos a la hora de contratar. Y como es de esperarse en tal situación, la rotación laboral está desapareci­endo. “Nadie se anima a renunciar sin saber si va a encontrar otro trabajo”, dice Lei Kaifeng, reclutador­a laboral en Guangzhou.

La gran pregunta es qué pasará en 2019 en las zonas costeras que dependen fuertement­e de las exportacio­nes a Estados Unidos. Como acopiaron inventario, muchas cadenas de suministro­s de Estados Unidos están sobreabast­ecidas y los importador­es de ese país necesitará­n menos insumos en los próximos meses.

“Sigo en pánico. Temo un invierno crudo para los negocios el año que viene”, dice Cyril Liu, ingeniero de 23 años que fue enviado a casa con nueve días de licencia sin sueldo porque su empleador, un fabricante de circuitos integrados, tiene pocos pedidos. “Muchos amigos que trabajan en pymes están preocupado­s por su continuida­d laboral en 2019”.

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