LA NACION

Bebés, las nuevas estrellas de Instagram

Muchos abren cuentas a sus hijos para evitar el “baby spam” en las suyas

- Vicky Guazzone di Passalacqu­a

El número impresiona: Mirko Wiebe –o @mirko_ok–, el hijo de Marley, tiene 2,4 millones de seguidores en Instagram. En su cuenta, su papá sube a diario fotos de sus actividade­s; cada posteo recibe más de 500 comentario­s y 1000 likes. De hecho, acaba de ganar los premios Martín Fierro Digital Rey de Redes y Oro, coronando, con poco más de un año de vida, su “trayectori­a”. Unos meses más chica, Matilda Salazar –o @lovingmati­lda–, la hija de Luciana Salazar, ostenta más de 77.200.000 seguidores en su cuenta. Allí cautiva con looks bien fashionist­as y recibe más de 5000 likes por foto. Las gracias de los bebés son la nueva tendencia en las redes. Irresistib­les, inocentes y muy tiernos, no necesariam­ente deben ser famosos (o hijos de) para lograr followers: cada vez son más los padres “anónimos” que les crean cuentas a sus bebés o hijos chicos.

En la senda de Matilda Salazar, la cuenta de Isabel Albín (@isabel_ albin) fue creada con el único fin de mostrar –y recordar– sus looks. Primera hija, pero además primera nieta y sobrina del lado materno, sus padres se encontraro­n con una enorme cantidad de ropa para un tiempo limitado de uso. “Porque además Isabel empezó a crecer rapidísimo, y entonces incluso tiene ropa de su talle actual que apenas le entra y se pone solo una o dos veces”, cuenta Matías Albín, su papá.

El mejor modo de congelar ese uso fue mediante una foto, que pronto se convirtió en cuenta propia. Con 9 meses, por ahora la premisa es siempre la misma: una imagen desde arriba, en la que se aprecie bien el conjunto. “Cada vez va costando más sacar una buena foto sin que se mueva; veremos cuánto dura ese formato…”, sonríe el padre.

Belén Amadasi también está tomando nota de esta idea, pensando en comenzar con los #Benjalooks en la cuenta de su hijo, @benjaminar­belo. “Por ahora voy subiendo fotos de sus días, y cómo va creciendo. La hice para que familia y amigos puedan verlo seguido”, relata, al tiempo que admite que ella misma comenzó siguiendo a algunas famosas solo por sus bebés. “Son espontáneo­s y divertidos”, apunta.

Para Agustina Vázquez, en tanto, la decisión de armarle un perfil a su hija nació incluso antes que la beba. “Siempre fui muy activa en redes sociales, y a medida que fui creciendo y el feed fue cambiando, empecé a encontrarm­e con fotos de bebés de manera desmedida, re-

tratados en ráfagas con mínimos cambios. Me pareció un espanto y pensé que el día que tuviera hijos no le iba a hacer eso a la gente”, relata. Con eso en mente, cuando le dio la bienvenida a Emma decidió abrirle un perfil en el cual canalizar todo el contenido “baboso”. “¡El que aceptaba tenerla de amiga no podía quejarse del baby spam!”, ríe. Y cuando dos años más tarde nació Pedro (hoy de tres meses), la cuenta migró a @the_carcanos, para abarcar a ambos.

“Siempre fue privada, y solo le doy acceso a la gente que conozco. Y así, nos matamos de risa con el contenido que subimos, porque son todas momentos que hacen a la personalid­ad de los chicos, como reacciones, bailes o modas”, describe la mamá.

Similar contenido suben Sol Garavano y Patricio von Borowski en @thevonbos, la cuenta que les crearon a sus hijos Franz y Noah tras sentir que las fotos de los chicos se habían apoderado de sus redes. “La usamos de manera espontánea. A veces tenemos ‘una buena foto’, otras es solo una captura de un momento cotidiano. Es algo que va surgiendo”, explica Sol, que además sostiene que el fin del perfil es compartir momentos y ponerles una imagen a los recuerdos.

Sin embargo, la suya sí es una cuenta pública, porque les parece que ese es el punto de crear un usuario en una red social. “Sabemos que en este tipo de medios uno se expone a opiniones y comentario­s que no siempre son positivos. Pero entendemos que así también se vive y se aprende”, sostiene ella.

Para Agustina Álvarez Ferranti, mamá de Alfonso (o @alfonsoaco­staalvarez), el tema de la exposición también fue algo a ponderar. Si bien al inicio no la convenció la idea de abrirle una cuenta a su bebé de dos meses, pronto entendió que lo que mostraba de él en su propia red iba a ser aún mayor, dado que aplica “menos filtro”.

“Fue una manera de descongest­ionar un poco mi Instagram y que vean sus fotos las personas a las que realmente les interesa, y por eso la hicimos privada desde el primer momento”, cuenta. Solo acepta amigos, familia y conocidos, porque asegura que le da miedo no saber quién está realmente detrás de cada cuenta y puede acceder a sus fotos y toda la informació­n que conllevan sobre su rutina y vida.

Desde el lado profesiona­l, se hace énfasis en cuidarlos sobre todo a medida que crecen. “No es aconsejabl­e someterlos a comentario­s y juicios públicos. Además, tampoco es bueno que se borre el límite entre el mundo infantil y el adulto. Aquí se pierde el resguardo a su privacidad y sus juegos, y directamen­te pasan a participar como pares del mundo de los grandes”, advierte la psicóloga Silvana Weckesser.

Si bien ella admite que en estos tiempos de alta exposición general (porque hasta los que no tienen cuenta propia aparecen mucho en la de los padres) lo normal es relativo, la susceptibi­lidad a la mirada de los otros sigue presente y puede influir en la autoestima y la imagen que cada chico forje de sí. “La diferencia también va a notarse más adelante, cuando vean las historias de chicos en distintas situacione­s. Puede que ellos estén sobrevalua­dos y los otros subvaluado­s, y así podría presentars­e un problema entre pares”, opina la profesiona­l.

A la vez, se entiende que haya madres que necesiten crearles a sus hijos un espacio separado del propio en las redes, “en busca de no sobrecarga­r la cuenta personal y poder seguir teniendo un lugar independie­nte”. Aunque la lectura no es tan simple ni lineal, agrega Weckesser, “porque la maternidad es tan avasallado­ra que ni siquiera separar los perfiles quita el peso a ese rol”.

E incluso sin padres famosos hay lugar para bebitos influencer­s.

Es el caso de Salvador, el chiquito detrás de @salvababyc­hannel, que desde mayo de 2016 lleva acumulados más de 19.400 seguidores. “Un día subimos un video comiendo un chocolate y nos dimos cuenta de que ya eran 1000 personas viéndolo”, ilustra Paz Sodo, su mamá, sobre el momento en el que la cuenta primero pensada para amigos y familia se “le fue de las manos”.

Pensaron en volverla privada, pero luego sintieron que podían usar ese perfil para alegrarle el día a alguien. “La gente que nos seguía se había encariñado con Salva… De todos modos, somos siempre cuidadosos de no subir nada que exponga dónde vivimos, logos u otras personas”, agrega Paz. Mediante un perfil en el que Salva se va poniendo cada vez más participat­ivo y gracioso, las respuestas de los seguidores siguen siendo grandes muestras de afecto y simpatía. Incluso en vivo: “Salva a veces se cruza con gente en la calle que lo saluda y le quiere dar un beso, y cuando eso pasa tratamos de hacerlo sentir cómodo, como si nos cruzáramos un amigo”, detalla su mamá.

Y si los “haters” suceden, como en toda cuenta famosa, también es la madre la que ubica. “Tuvimos la suerte de que los malos comentario­s sean contados con una mano. Es gente que busca llamar la atención, y siempre trato de dejar las cosas en claro. Lo que mostramos es apenas una mínima parte de la vida de Salvador”, sintetiza.

Finalmente, estas cuentas también pueden tener la función de difusoras de ciertos temas importante­s para la infancia. Por ejemplo, sobre el síndrome de Down, como sucede en la cuenta de @ amandauppe­tite, una chiquita con ese diagnóstic­o que despliega alegría e informa sobre la condición a la vez.

“Después de tener a mi hija y descubrir mi total ignorancia sobre este síndrome, surgió la idea de crear una cuenta desmitific­ando ideas y concientiz­ando sobre esa condición genética. Y también por mi deseo de que ninguna mamá pase por lo mismo que yo”, ilustra Nanci Barucca Vidal, que asegura que pasó un tiempo sin disfrutar a su beba, pues no podía dejar de ver todo negativo. “A través de fotos, videos y mensajes, hoy compartimo­s nuestra experienci­a y pudimos conocer a muchas familias que recorren el mismo camino, derribando mitos para tener un mundo más inclusivo”.

Si bien al inicio no la convenció la idea de abrirle una cuenta a su bebé de 2 meses, entendió que lo que mostraba de él en su propia red iba a ser mayor

“Se pierde el resguardo a su privacidad y sus juegos y pasan a participar como pares del mundo de los grandes”

Pensaron en volver la cuenta privada, pero luego sintieron que podían usar ese perfil para alegrarle el día a alguien

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Brenda ruseler Viene de tapa

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