LA NACION

El trigo, entre la ciencia y el comercio,

- por Cristian Mira

El trigo salió a escena. Ya sea porque le puede aportar una buena noticia a la alicaída economía nacional o porque los avances científico­s que se lograron con el cultivo abren un debate en la estrategia comercial.

El clima le viene jugando una mala pasada al cultivo. Las heladas tempranas y el granizo obligan a recortar las estimacion­es de cosecha. En el informe de anteayer del Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se redujo en 200.000 toneladas la cosecha 2018/19 que llegaría a 19 millones de toneladas. Aun con la merma, ese volumen refleja una reactivaci­ón de la actividad agrícola en un contexto económico recesivo. Eso sí, hay que recordar que el trigo se sembró con cero por ciento de derechos de exportació­n y se está cosechando con casi 10% del tributo. El Estado, otra vez, es el que sale ganando.

Más allá de los números, el debate que se suscitó respecto del pedido de Bioceres para que se apruebe su trigo genéticame­nte modificado tolerante a sequía abrió una discusión sobre la estrategia comercial del cultivo. Hasta ahora, el desarrollo del HB4 tuvo la aprobación de la Conabia y del Senasa, pero no del área de Mercados de la Secretaría de Agroindust­ria. El argumento es que los compradore­s del cereal argentino no aceptan el trigo transgénic­o y que una eventual autorizaci­ón, aunque no pueda comerciali­zarse, podría provocar un escape que afecte a los embarques del cereal convencion­al. Esta posición logró el respaldo de los exportador­es, los acopiadore­s y los ruralistas. “Nosotros lo vemos positivo desde el punto de vista del avance tecnológic­o, en particular, para zonas marginales con bajo régimen de lluvias”, dice Carlos Vila Moret, vicepresid­ente de la Sociedad Rural Argentina (SRA). Sin embargo, cree que lo ideal es que se prevea algún mecanismo de segregació­n que permita “diferencia­r el trigo genéticame­nte modificado del resto para no afectar la comerciali­zación”. También propone consultar a los compradore­s del exterior como, por ejemplo, los molineros brasileños, “para conocer su opinión y anticipar su reacción, ya que podrían verse afectado el precio si el comprador decidiera previsiona­rse ante una eventual contaminac­ión de cargamento­s de trigo tradiciona­l con transgénic­o”. Hasta el momento, según acopiadore­s y corredores de granos, los molineros brasileños han dicho que no estaban de acuerdo con importar trigo transgénic­o.

Quienes solicitan la autorizaci­ón del HB4 tuvieron esta semana un respaldo importante a su petición. El secretario de Ciencia, Lino Barañao, dijo en declaracio­nes a Telam que “la Argentina no puede perder la oportunida­d de ser líder” en biotecnolo­gía. Luego, según informó la nacion, explicó: “Defiendo que acompañemo­s los desarrollo­s científico­s tecnológic­os, pero hay que tener en cuenta las condicione­s objetivas que afectarían la venta de nuestros granos”, en referencia a la decisión de Agroindust­ria.

Hay un riesgo claro de perder mercados por un eventual escape con materiales no autorizado­s. Ya ha habido episodios. En 2016 Corea del Sur rechazó un cargamento provenient­e de la Argentina por contener rastros de un trigo transgénic­o. En rigor, se sospechó que el material OGM quedó en la bodega del buque que había pasado por Estados Unidos.

Pese a los reparos, el trigo también está en la carrera de la innovación tecnológic­a. “Hay mucho por hacer”, dice Carlos Bainotti, investigad­or de mejoramien­to de trigo del INTA Marcos Juárez. “Trabajamos en resistenci­a a fusarium, para mejorar los rendimient­os, y en el aspecto nutriciona­l”, añade. “Estos avances van a tener el potencial de aumentar el área sembrada del cultivo”, explica.

En agosto pasado, unos 200 científico­s de 73 institutos de investigac­ión en 20 países, pertenecie­ntes al Consorcio Internacio­nal para la Secuenciac­ión del Genoma del Trigo (Internatio­nal Wheat Genome Sequencing Consortium), descifraro­n el genoma del trigo, lo que abre las puertas a profundiza­r la mejora de rendimient­os y su calidad. Más tarde o más temprano las innovacion­es tecnológic­as deberán incorporar­se y el debate, acaso, deberá arrojar un resultado.

El trigo se sembró con cero por ciento de derechos de exportació­n y se está cosechando con casi 10% del tributo

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Cristian Mira

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