El trigo, entre la ciencia y el comercio,
El trigo salió a escena. Ya sea porque le puede aportar una buena noticia a la alicaída economía nacional o porque los avances científicos que se lograron con el cultivo abren un debate en la estrategia comercial.
El clima le viene jugando una mala pasada al cultivo. Las heladas tempranas y el granizo obligan a recortar las estimaciones de cosecha. En el informe de anteayer del Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se redujo en 200.000 toneladas la cosecha 2018/19 que llegaría a 19 millones de toneladas. Aun con la merma, ese volumen refleja una reactivación de la actividad agrícola en un contexto económico recesivo. Eso sí, hay que recordar que el trigo se sembró con cero por ciento de derechos de exportación y se está cosechando con casi 10% del tributo. El Estado, otra vez, es el que sale ganando.
Más allá de los números, el debate que se suscitó respecto del pedido de Bioceres para que se apruebe su trigo genéticamente modificado tolerante a sequía abrió una discusión sobre la estrategia comercial del cultivo. Hasta ahora, el desarrollo del HB4 tuvo la aprobación de la Conabia y del Senasa, pero no del área de Mercados de la Secretaría de Agroindustria. El argumento es que los compradores del cereal argentino no aceptan el trigo transgénico y que una eventual autorización, aunque no pueda comercializarse, podría provocar un escape que afecte a los embarques del cereal convencional. Esta posición logró el respaldo de los exportadores, los acopiadores y los ruralistas. “Nosotros lo vemos positivo desde el punto de vista del avance tecnológico, en particular, para zonas marginales con bajo régimen de lluvias”, dice Carlos Vila Moret, vicepresidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA). Sin embargo, cree que lo ideal es que se prevea algún mecanismo de segregación que permita “diferenciar el trigo genéticamente modificado del resto para no afectar la comercialización”. También propone consultar a los compradores del exterior como, por ejemplo, los molineros brasileños, “para conocer su opinión y anticipar su reacción, ya que podrían verse afectado el precio si el comprador decidiera previsionarse ante una eventual contaminación de cargamentos de trigo tradicional con transgénico”. Hasta el momento, según acopiadores y corredores de granos, los molineros brasileños han dicho que no estaban de acuerdo con importar trigo transgénico.
Quienes solicitan la autorización del HB4 tuvieron esta semana un respaldo importante a su petición. El secretario de Ciencia, Lino Barañao, dijo en declaraciones a Telam que “la Argentina no puede perder la oportunidad de ser líder” en biotecnología. Luego, según informó la nacion, explicó: “Defiendo que acompañemos los desarrollos científicos tecnológicos, pero hay que tener en cuenta las condiciones objetivas que afectarían la venta de nuestros granos”, en referencia a la decisión de Agroindustria.
Hay un riesgo claro de perder mercados por un eventual escape con materiales no autorizados. Ya ha habido episodios. En 2016 Corea del Sur rechazó un cargamento proveniente de la Argentina por contener rastros de un trigo transgénico. En rigor, se sospechó que el material OGM quedó en la bodega del buque que había pasado por Estados Unidos.
Pese a los reparos, el trigo también está en la carrera de la innovación tecnológica. “Hay mucho por hacer”, dice Carlos Bainotti, investigador de mejoramiento de trigo del INTA Marcos Juárez. “Trabajamos en resistencia a fusarium, para mejorar los rendimientos, y en el aspecto nutricional”, añade. “Estos avances van a tener el potencial de aumentar el área sembrada del cultivo”, explica.
En agosto pasado, unos 200 científicos de 73 institutos de investigación en 20 países, pertenecientes al Consorcio Internacional para la Secuenciación del Genoma del Trigo (International Wheat Genome Sequencing Consortium), descifraron el genoma del trigo, lo que abre las puertas a profundizar la mejora de rendimientos y su calidad. Más tarde o más temprano las innovaciones tecnológicas deberán incorporarse y el debate, acaso, deberá arrojar un resultado.
El trigo se sembró con cero por ciento de derechos de exportación y se está cosechando con casi 10% del tributo