Tragedia en Punta Mogotes
Ocurrió ayer al mediodía, cuando caminaban por el centro de Punta Mogotes
MAR DEL PLATA (De nuestro corresponsal).– Una tragedia golpeó a esta ciudad en el inicio de la temporada. Ayer al mediodía, en un bar de la esquina de Puán y Acevedo, en el centro de Punta Mogotes, una familia esperaba que le trajeran el almuerzo en su mesa. La mujer, de 35 años, decidió cruzar enfrente con su hija de 3, para mirar una vidriera. Se oyó el estruendo y cuatro balcones de un edificio de dos pisos se habían derrumbado. La mujer y la niña murieron aplastadas por los escombros. “No parece haber fierros adecuados que sostengan la construcción volada”, confió a un perito. la nacion
MAR DEL PLATA.– En la tarde o noche, o a la misma hora pero sin sol, todo pudo haber sido aún peor en ese cruce de Puán y Acevedo, conocido como el “centrito” del barrio Punta Mogotes. En el bar La Esquina de vicente, quedaron el padre y la hija mayor, esperando por el pedido para almorzar. La madre y la hija menor cruzaron para ver ropa en una vidriera. Entonces fue el estruendo. Y una nube de polvo que duró minutos. Del otro lado de la calle cuatro balcones se habían derrumbado de un edificio de dos pisos. La mujer y la niña, de 3 años, murieron aplastadas por los escombros.
“Tengo la imagen de la nena acá, acá, no me la puedo sacar de la cabeza”, cuenta a la nacion Sergio Navarini, y se señala con un dedo el centro de la frente. Es inquilino de uno de los locales donde, adelante, quedaron toneladas de mampostería. Escarbó con otros vecinos para sacar ladrillos hasta que vio ambos cuerpos ya sin vida. “No había nada para hacer”, acotó.
Fuentes policiales confirmaron que las víctimas son Agustina Ferró, de 35 años, y su hija de 3 años, India Luzardi. Una hermana de la chiquita, de 9 años, cruzaba la calle en busca de su madre y se volvió an- tes de que se produjera el derrumbe. Damián Luzardi, esposo de Ferró y padre de las niñas, fue testigo de todo a menos de 20 metros. La escena quedó registrada por las cámaras de seguridad de la comuna.
“¿Sabés lo que es ver que enfrente se te caen balcones sobre tu esposa y tu hija y no podés hacer nada?”, decía el abuelo de las niñas sobre lo que había vivido su hijo. Estaba conmocionado y tuvo que ser atendido por personal del SAME. A la otra hija de Luzardi la retiraron pronto del lugar.
El accidente se produjo minutos después de las 14 en un edificio que tiene seis locales en planta baja, ocho departamentos repartidos entre el primero y el segundo piso y seis balcones: el de planta superior corrido que da vuelta a toda la esquina y se vino abajo en un 80%. Solo quedaron en su lugar los dos balcones que dan a la calle Acevedo.
El personal policial y de bomberos se abocó a despejar el lugar y retirar los cadáveres. Luego comenzó el trabajo de los peritos. “No parece haber fierros adecuados que sostengan la construcción volada”, confió uno de ellos a la nacion. El derrumbe comenzó con el desprendimiento de una línea de viga que acompaña la terraza, cayó sobre los balcones del segundo piso que dan a Puán y arrastró a los del primero. Entre los escombros había placas de más de un metro cuadrado.
“Fue como una explosión tremenda, pensamos que era de la construcción de al lado hasta que vimos la nube de polvo en la esquina”, describió Ana, que tiene un lavadero a media cuadra. Dijo que los propios vecinos intentaron buscar bajo los escombros. “Fue un desastre”.
El fiscal Alejandro Cistoldi, a cargo de la investigación, dijo que pedirá al municipio un relevamiento y constatación de inspecciones y planos de ese edificio. Se trata de una construcción de más de 50 años de antigüedad. También va a ordenar a la administración de los departamentos que informe los trabajos de mantenimiento realizados en los últimos tiempos.
En la esquina, en planta baja, está la heladería La Cremerie. Daniel Prado, dueño del comercio, relató que en momentos del derrumbe estaba sacando mesas y sillas a la vereda sobre Acevedo. “Fue como una película, se caían los pedazos y hubo un ruido tremendo, como de bombardeo”, explicó. Todavía le quedaba por ubicar mesas y sillas que también sacaba a diario sobre Puán, donde se concentró el grueso del derrumbe. “Si esto pasa a las seis, siete de la tarde o la noche los escombros nos tapan a 15 o 20”, dijo.