LA NACION

Brasilia impone fuertes medidas de seguridad y un cerco mediático

La capital tendrá el espacio aéreo cerrado y el despliegue de unos 12.000 efectivos; la prensa, con movimiento­s restringid­os durante la ceremonia de asunción

- Alberto Armendáriz

RÍO DE JANEIRO.– A tono con la fuerte impronta militar del próximo gobierno y para evitar cualquier riesgo de nuevo atentado contra su vida, Jair Bolsonaro asumirá el poder el martes en una Brasilia blindada por espectacul­ares medidas de seguridad que incluyen un escudo de misiles antiaéreos, helicópter­os y cazabombar­deros, más de 12.000 efectivos en las calles y francotira­dores en puntos estratégic­os.

Se suman un inédito cerco mediático, que restringir­á el movimiento de la prensa; el centro de la capital cerrado al tránsito y a los vendedores ambulantes, y la utilizació­n de un chaleco antibalas por parte del nuevo mandatario brasileño.

“El ataque a Bolsonaro desencaden­ó un cuidado aún mayor. Fortaleció la necesidad de un esquema de seguridad muy bien montado”, señaló el general Augusto Heleno, uno de los siete militares que integrarán la futura administra­ción como ministro a cargo del Gabinete de Seguridad Institucio­nal, en referencia al cuchillazo que recibió el ahora presidente electo durante la campaña, el 6 de septiembre, en una manifestac­ión callejera en Juiz de Fora, Minas Gerais.

El operativo implementa­do para proteger a Bolsonaro solo es comparable al montado durante el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro en 2016, con la instalació­n de 12 baterías terrestres de misiles a los costados de la Explanada de los Ministerio­s, eje de la parte central de Brasilia. Por decreto presidenci­al, los militares están autorizado­s a derribar cualquier aeronave tripulada o no que sobrevuele el radio de 7,5 km que cubrirá el área “roja” de seguridad principal.

En la vallada Explanada –y en la Plaza de los Tres Poderes, cercada por el Palacio del Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal– se concentrar­á la mayor parte del público que asistirá a la ceremonia. Según estimacion­es del equipo de transición, unos 200.000 simpatizan­tes estarán presentes; se trataría de una multitud incluso mayor que las 150.000 personas que participar­on de la primera asunción de Luiz Inacio Lula da Silva, en 2003, la más concurrida hasta ahora.

Bloqueos

Quienes decidan pasar allí el primer día de 2019 tendrán que hacer varios sacrificio­s. Debido a los bloqueos de calles, deberán caminar desde la terminal de buses hasta el inicio de la Explanada y estarán sujetos a varios puestos de chequeo. Además de las obvias prohibicio­nes de armas, objetos cortantes, fuegos artificial­es y productos inflamable­s, tampoco se permitirá el ingreso con bolsos y mochilas, paraguas, máscaras, carritos de bebé, drones, animales, bebidas alcohólica­s y envases de vidrio. Como los vendedores ambulantes estarán vedados, la gente tendrá que llevar su propio alimento y agua en bolsas transparen­tes. Por seguridad, también se suspendier­on los shows que estaban planificad­os.

Por primera vez, los periodista­s que cubran la asunción no podrán transitar libremente por la Explanada ni por los edificios públicos en los que se realizarán las diversas solemnidad­es; la prensa acreditada será llevada y recogida desde el Centro Cultural Banco do Brasil hasta los distintos lugares previament­e asignados. Tales controles dificultar­án la labor mediática, que se apoyará principalm­ente en la transmisió­n televisiva oficial.

De acuerdo con el cronograma, Bolsonaro y su esposa, Michelle, deben dejar la residencia presidenci­al alternativ­a de la Granja do Torto –donde se hospedan desde el sábado– poco después de las 14 locales (las 13 en la Argentina) para dirigirse a la Catedral Metropolit­ana, donde se encontrará­n con el vice Hamilton Mourão y su mujer. Luego de una breve oración religiosa, el nuevo presidente y la primera dama recorrerán la avenida que bordea la Explanada hacia el Congreso, a bordo de un histórico Rolls Royce descapotab­le que incluso podría ir con el techo cerrado para no correr ningún riesgo de seguridad o que no sean mojados por la lluvia pronostica­da para ese día.

En una sesión conjunta en la Cámara de Diputados, Bolsonaro jurará como presidente sobre la Constituci­ón y la Biblia. Pronunciar­á entonces sus primeras palabras como jefe de Estado y se trasladará después en auto hasta el vecino Palacio del Planalto, donde el actual jefe de Estado, Michel Temer, le pasará la banda presidenci­al en la rampa del elegante edificio diseñado por Oscar Niemeyer. Ya sobre el “parlatorio” del Planalto, dirigirá un discurso a la nación.

Tras tomar juramento a sus 22 ministros, se dirigirá al Palacio de Itamaraty, la cancillerí­a, para ofrecer una recepción a dignatario­s extranjero­s e invitados.

Entre los jefes de Estado y de gobierno que han sido confirmado­s se destacan el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu; el premier húngaro, Viktor Orban, así como los presidente­s de Portugal (Marcelo Rebelo de Sousa), Chile (Sebastián Piñera), Colombia (Iván Duque), Bolivia (Evo Morales), Paraguay (Mario Abdo Benítez) y Honduras (Juan Orlando Hernández), además del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.

El presidente argentino, Mauricio Macri, canceló pocas semanas atrás su asistencia y visitará a Bolsonaro el 16 de enero; nuestro país estará representa­do por el canciller Jorge Faurie.

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