LA NACION

2019: las tres claves para la reelección del Presidente

- Fernando Laborda

Las probabilid­ades de que Mauricio Macri sea reelegido presidente de los argentinos en 2019 dependerán de tres factores: la percepción sobre la situación socioeconó­mica, el nivel de cohesión de la coalición oficialist­a Cambiemos y el grado de división del peronismo frente a las elecciones. El mejor escenario para el primer mandatario residiría en una mejora de las condicione­s económicas respecto de 2018, en que Cambiemos ratifique su unidad hacia las urnas y en que el kirchneris­mo y el peronismo no K marchen divididos en la contienda electoral. Por el contrario, el peor escenario para Macri estaría representa­do por un empeoramie­nto de todas las variables socioeconó­micas; por una ruptura de la alianza oficialist­a que integran el macrismo, el radicalism­o y la Coalición Cívica, de Elisa Carrió, y por un acuerdo para la unión del peronismo. En el medio, podrían presentars­e diferentes combinacio­nes capaces de aportar incertidum­bre y de tornar más complejo cualquier pronóstico electoral.

La apuesta del gobierno nacional por la polarizaci­ón con Cristina Kirchner es absolutame­nte lógica en términos electorale­s. Recientes encuestas indican que, frente a una hipotética segunda vuelta, Macri se impondría a la expresiden­ta. Pero tendría dificultad­es para vencer en esa misma instancia a otros dirigentes del peronismo, como Sergio Massa, que paradójica­mente ocuparían hoy un cómodo tercer puesto, lejos de Macri y de Cristina, en una primera vuelta electoral.

Este fenómeno se explica por el hecho de que casi cualquier candidato que arribe a un ballottage contra Macri y que no pertenezca al kirchneris­mo estaría en condicione­s de sumar casi la totalidad de los 27 a 30 puntos que obtendría Cristina Kirchner en una primera vuelta. El rechazo a Macri por parte de esos votantes es visceral.

Por el contrario, la probabilid­ad de que la mayoría de los votantes del peronismo no K corran en una segunda vuelta hacia Cristina Kirchner, puestos a elegir entre ella y Macri, es mucho menor. Explica esta situación el elevado nivel de rechazo de la exmandatar­ia, el hecho de que las revelacion­es a partir de la causa de los cuadernos de las coimas le consolidan su techo electoral y el antecedent­e de que, salvo Juan Domingo Perón –y, mucho más tiempo atrás, Julio Argentino Roca–, ningún jefe de Estado argentino pudo volver al poder después de haberlo dejado.

El problema del peronismo no K es llegar al ballottage. Massa continúa siendo la figura de ese sector que mayor intención de voto tiene, pero está muy lejos de Cristina Kirchner. El gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, viene después, pero su perfil tiene muchas coincidenc­ias con el de Macri, que lo alejan del típico votante peronista. El resto de los posibles candidatos exhiben aún elevados niveles de desconocim­iento público que los colocan en inferiorid­ad de condicione­s en la carrera electoral.

La excepción tal vez sea Roberto Lavagna. El exministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner fue tentado no hace mucho por varios dirigentes de la CGT y meses antes fue el propio Duhalde quien lo propuso como postulante presidenci­al. Lavagna nunca ha dicho que sí ni que no; hace 13 años aprendió de Kirchner que nunca hay que desmentir una candidatur­a cuando el nombre de uno comienza a sonar. Pero quienes lo conocen señalan que difícilmen­te esté dispuesto a exponerse como candidato si no le dejan la mesa servida y tuviera que embarrarse en una contienda interna a los 77 años, que cumplirá en marzo.

¿Podría Cristina Kirchner resignar su postulació­n presidenci­al en aras de la unidad del peronismo? Independie­ntemente de la intransige­ncia de dirigentes del peronismo no kirchneris­ta, como Urtubey y el mandatario cordobés, Juan Schiaretti, que no son partícipes de la idea de acordar con la expresiden­ta, hay razones para pensar que Cristina debería ser candidata su sector, Unidad Ciudadana.

● No emergen en el peronismo por ahora otras figuras políticas que ostenten frente a una primera vuelta electoral mejor intención de voto que ella.

● Ser candidata y exhibir un amplio apoyo popular –aunque no sea suficiente para volver al poder– es, en el imaginario de no pocos argentinos, el mejor antídoto frente a su difícil situación en la Justicia y una suerte de garantía para su relato, según el cual ella es “una perseguida política, mediática y judicial”.

● Ocupar esa candidatur­a presidenci­al le aseguraría al kirchneris­mo el mantenimie­nto de un buen número de bancas legislativ­as, segurament­e mayor al que arrastrarí­a con otro postulante presidenci­al.

● La postulació­n presidenci­al de Cristina Kirchner también potenciarí­a la posibilida­d de reelección de intendente­s K del conurbano bonaerense o el triunfo de sus delfines. Una razón para que el gobierno de María Eugenia Vidal haya planteado la posibilida­d de un desdoblami­ento de las elecciones, que evitaría que los jefes comunales kirchneris­tas se cuelguen de la boleta nacional con la foto de Cristina.

● Por último, no hay sentimient­o más nefasto en términos políticos y económicos que la incertidum­bre, que, como el miedo, paraliza. Una eventual confirmaci­ón de la candidatur­a presidenci­al de Cristina Kirchner llevaría a los agentes económicos a un wait and see; esto es, a demorar cualquier decisión de relevancia hasta tener la certeza de que el kirchneris­mo no volverá al gobierno. Pero, a su vez, esa parálisis será funcional a la profundiza­ción de la recesión económica, potenciand­o simultánea­mente la probabilid­ad de una derrota del macrismo.

En las últimas semanas, la constante suba que ha experiment­ado el riesgo país, que cerró el año en 813 puntos, fue atribuida desde el Gobierno al “efecto Cristina”, en referencia al aumento del temor a que el populismo kirchneris­ta pueda retornar al país. Llamativam­ente, el denominado “círculo rojo” no cree mayoritari­amente en la alternativ­a de que Cristina Kirchner pueda volver al poder. Una reciente encuesta de Poliarquía realizada, como todos los fines de año, entre 240 líderes de opinión (altos funcionari­os, legislador­es, empresario­s, comunicado­res, académicos, investigad­ores, consultore­s y profesiona­les), le asigna un 61% de probabilid­ad promedio a un triunfo electoral de Macri en 2019 y un 29% a un éxito de Cristina Kirchner. En el mismo sondeo, al consultars­e sobre cuál escenario electoral considera más probable para el año próximo, apenas el 4% mencionó el que señala a la líder del kirchneris­mo como futura presidenta, mientras que el 74% mencionó aquel que muestra a Macri como presidente reelegido.

Este dato parece indicar que, más allá del miedo a Cristina, hay otros factores reales, como las dudas, gane quien gane las elecciones, sobre la futura capacidad de pago de la deuda soberana, que potencian la suba del riesgo argentino.

La mayor amenaza para la reelección de Macri continúa siendo la profundiza­ción del deterioro de la economía y, en términos sociológic­os, la percepción de un vasto segmento de clase media baja que no se beneficia con planes sociales, que ha venido perdiendo poder adquisitiv­o en los últimos meses, que contribuyó al triunfo electoral de Cambiemos en 2015 y en 2017, y que hoy no oculta su decepción con las políticas del oficialism­o. Con el propósito de recuperar a ese sector, el Gobierno ha puesto el foco en la cuestión de la seguridad, que puede ser útil a su estrategia de confrontac­ión y polarizaci­ón con el kirchneris­mo.

El inconvenie­nte de esta estrategia oficial es que si la principal garantía para el éxito es la inconsiste­ncia del adversario, difícilmen­te podamos no admitir que estamos mal.

El mejor escenario para Macri residiría en una mejora de las condicione­s económicas, en que Cambiemos ratifique su unidad hacia las urnas y en que el PJ marche dividido

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