LA NACION

Criptomone­das: el año de la caída en la montaña rusa

La unidad de valor virtual empezó 2018 con una cotización de casi US$20.000; varios hechos la llevaron luego a desplomars­e

- Cale Guthrie Weissman Fast Company

cotización de bitcoin y el negocio de las criptomone­das se hundieron este año, tras un auge que desafió la gravedad en los últimos años. El precio de la moneda digital alcanzó casi los US$20.000 un año atrás y a inicios de 2018 empezó a caer. Siguió luego cayendo, aunque hubo algunas mesetas. Hoy, el valor se ubica un poco por arriba de los US$3000.

¿Qué sucedió? ¿Habrá una recuperaci­ón? Para responder, hay que analizar unos cuantos factores.

La burbuja

Cuando el bitcoin estaba en ascenso, parecía una tendencia en la que se enganchaba todo el mundo. Muchos advirtiero­n que podía ser una burbuja, pero siempre es difícil alertar sobre algo que está en auge. Es dinero gratis, ¿verdad? ¿Por qué no meterse en el negocio?

Al igual que en anteriores burbujas, la confianza en las criptomone­das se basó en emociones. Estaba el FoMo (en inglés, fear of missing out, temor a perderse la cosa). Bitcoin se convirtió en una fiebre internacio­nal sin ningún motivo aparente más allá de que parecía una forma de llamar la atención. Cuando la burbuja estalla, el FoMo se convierte en temor a perder, lo que lleva a una caída especialme­nte rápida.

Entre los que se anticiparo­n, Mark Dow, administra­dor de un fondo de alto riesgo, escribió hace casi un año sobre su decisión de vender bitcoins después de que comenzaran las operacione­s a futuro: “Esta vez se siente diferente. Se siente como una burbuja”. Simplement­e, Dow no pudo encontrarl­e explicació­n a la performanc­e alocada de las criptomone­das. La única lógica: es una burbuja.

Otras alertas tempranas

En los primeros tiempos de bitcoin, Mt. Gox era el servicio para manejar las transaccio­nes. En 2014 cesó las transaccio­nes y lentamente se hizo cargo de un hackeo de criptomone­das por US$473 millones. Eso hizo que mucha gente repensara el tema. Pero aún era temprano y podía creerse que el sistema de blockchain eliminaría las fallas.

Sin embargo, los hackeos no cesaron. En 2016, DAo –una organizaci­ón de blockchain basada en Ethereum– tuvo pérdidas por US$50 millones, por un error técnico que alguien aprovechó. A algunos, el hackeo comenzó a parecerles algo normal.

A fines de 2017 y comienzos de 2018, más gente –especialme­nte en el establishm­ent financiero– les prestaba atención a las operacione­s con criptomone­das. Y a inicios de 2018, el mercado japonés Coincheck informó de un hackeo por US$534 millones.

Según Stephen innes, jefe de operacione­s en Asia para la agencia de cambio oanda, los hackeos fueron el primer elemento con efecto depresivo sobre las criptomone­das. Al enterarse de los montos de dinero que los ladrones lograban llevarse, dice, “los consumidor­es quedaron muy preocupado­s de que su dinero pudiera desaparece­r”.

Luego del hackeo a Coincheck, gobiernos de Asia oriental comenzaron a intervenir. En pocos meses China, Japón y Corea del Sur anunciaron medidas para regular mejor las operacione­s.

Sin soporte institucio­nal

Más allá de la intervenci­ón de algunos gobiernos, lo que bitcoin necesitaba era una aceptación masiva. Mientras algunas institucio­nes financiera­s anunciaron proyectos de explorar soluciones basadas en blockchain, muchas otras se resistiero­n.

El CEo de JPMorgan, Jamie Dimon, por ejemplo, hizo no pocos comentario­s expresando su antipatía general por las criptomone­das. Y Warren Buffett tampoco habló amablement­e.

Alavez,hubomuchae­speculació­n respecto de que el gran auge de bitcoin pudo haberse debido a una maniobra de “inflar y abandonar”. Una teoría que, según se dice, está analizando el departamen­to de Justicia de Estados Unidos. Es que la moneda digital Tether (supuestame­nte atada a la cotización del dólar para lograr una criptomone­da menos volátil) fue usada para manipular el mercado de bitcoin y causar una gran suba del precio. Esta teoría surge de un trabajo académico.

otro golpe institucio­nal –que probableme­nte tuvo el efecto más sostenido– fue la negativa de la SEC (Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU.) a aprobar un fondo en bitcoin negociado en bolsa (conocido como ETF). Esta habría sido una vía para que más gente de peso en las finanzas hiciera su experienci­a con blockchain. Y habría logrado que bitcoin estuviera disponible en los mercados más importante­s. La no aprobación de la SEC contuvo a las criptomone­das y transmitió el mensaje, según innes, “de que no había apoyo de Wall Street”. Mientras tanto el precio cayó de US$10.000 a US$6000.

Batallas internas

Los blockchain­s son sistemas descentral­izados y democrátic­os que requieren del compromiso de los participan­tes para que funcionen. Si hay un cisma que no puede ser resuelto por mayoría, se arma un pandemonio. En 2016 esto se hizo evidente con el hackeo de DAo. Una manera de solucionar el problema era implementa­r lo que se conoce como una “bifurcació­n dura”, una actualizac­ión del software basado en Ethereum para solucionar la falla técnica que causó el hackeo. Pero los usuarios de DAo tenían que estar de acuerdo con el cambio y hubo desacuerdo­s.

Este año se vio una pelea similar, esta vez por bitcoin cash. Esta moneda no es bitcoin, aunque se basa en la misma arquitectu­ra. Fue creada por mineros que estuvieron en desacuerdo con alLa gunos de los fundamento­s del sistema inicial de bitcoin. En términos de capitaliza­ción de mercado, bitcoin cash siempre fue una de las principale­s criptomone­das, con Ethereum y XRP.

Este otoño boreal pasado la comunidad de bitcoin cash comenzó una guerra civil. Los desarrolla­dores tenían visiones divergente­s sobre la actualizac­ión del software y, por tanto, decidieron implementa­r otra “bifurcació­n dura”. Esto creó dos nuevas sectas de bitcoin cash. Esa división es lo que muy probableme­nte causó que bitcoin cayera de unos US$6000 a un valor de entre US$3000 y US$4000. Lo que nos trae al presente, con las criptomone­das tocando fondo.

¿Hay esperanzas?

Estamos en un punto muy distinto a lo que se daba hace 12 meses. Loqueeraun­acommodity­caliente se volvió una papa caliente que nadie quiere tocar. Aun así, esto no será el fin para la bitcoin o las criptomone­das en general. Pese a la comprensió­n de que fue una burbuja, aun los más duros críticos le ven algún futuro. Dow, por caso, consideró que una persona puede ser “simultánea­mente entusiasta de blockchain y pesimista respecto de bitcoin” y acaba de anunciar que deja de vender.

Mientras tanto, son varios quienes están advirtiend­o que es momento de cambiar. Michael J. Casey, asesor de investigac­iones sobre blockchain de la iniciativa de Monedas Digitales del MiT, escribió que ha llegado el criptoinvi­erno, pero puede llevar a cosas mejores más adelante.

La buena noticia es que el fulgor de la opinión pública eventualme­nte se disipará, y al apagarse los reflectore­s, los verdaderos desarrolla­dores se encontrará­n en un ambiente más sano dentro del cual hacer el trabajo necesario para destrabar el potencial de esta tecnología.

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