Clint Eastwood. “Las mejores historias que llevé a la pantalla llegaron después de cumplir 70”
Tras una década sin aparecer delante de las cámaras regresa con una historia real, la de un horticultor nonagenario que se convierte en correo de un cartel de droga
Una década atrás, Clint Eastwood reaccionaba con una sonrisa cándida cada vez que alguien le comentaba que había logrado a una edad en la que la mayoría de sus colegas se acerca al retiro una asombrosa sucesión de obras notables. Casi a razón de una película por año, a partir de 2004, Eastwood había dirigido Million Dollar Baby, el extraordinario díptico integrado por La conquista del honor y Cartas desde Iwo Jima, El intercambio, Invictus,
Gran Torino y Más allá de la vida.
“No es culpa mía que algunas de las mejores historias que me propuse llevar a la pantalla me hayan llegado después de haber cumplido los 70”, respondía con un candor que no hacía más que desmentir su legendaria fama de hombre duro.
De todos esos grandes títulos,
Gran Torino había sido el elegido para que Eastwood dijera adiós a la actuación. Escribía Fernando López, a cargo de la crítica de la película para la nacion, que Walt Kowalski, el huraño y casi intratable veterano de Corea que interpreta en ese film “tiene un poco de todos los seres que representó en el pasado, la visible voluntad de asumirlos y aceptarlos aun con sus contradicciones y cierto ánimo de conciliación”. El propio Eastwood se encargó de difundir la idea de que Kowalski sería el último papel que le entregaría al cine. Pero se cuidó de usar el condicional. “No vaya a ser que en el futuro aparezca algún otro personaje que termine interesándome de nuevo”, agregaba, dejando siempre la puerta abierta para un eventual regreso.
Esa vuelta acaba de concretarse a través de La mula (The Mule), la trigésima octava película de la carrera de Eastwood como director, cuyo estreno anuncia Warner para el primer jueves de 2019. Diez años después de Gran Torino, después de ese amable y distinguido esbozo que significó Curvas de
la vida (2012), reaparece aquí en plenitud el Eastwood actor o, para decirlo con más propiedad, el eterno personaje que Eastwood eligió como símbolo de su mirada sobre el mundo.
Ese hombre estoico, individualista a ultranza, de poquísimas palabras, sarcástico y desconfiado, dispuesto a resolver por sí mismo todas sus complicaciones porque desconfía de las instituciones hasta por una cuestión de principios. Y con un agregado clave que Eastwood se ocupó de perfeccionar y depurar con el tiempo. Lo apunta López en su crítica de
Gran Torino: “Jamás expresa sus sentimientos, pero tampoco puede ocultarlos del todo”.
Este último dato agrega un elemento clave al regreso con gloria del Eastwood actor en una nueva película que lleva su firma. El primero tiene que ver con un ejercicio sentimental que saltó a la vista incluso mucho antes del estreno, porque ya estaba deliberadamente colocado en un lugar central del tráiler oficial. Esas primeras imágenes mostraban al personaje central del relato, un nonagenario horticultor llamado Earl Stone, expresando algún remordimiento relacionado con su familia, así como la necesidad de expiarlo.
La explicación completa aparece en el título del artículo periodístico publicado en 2014 en la revista dominical de The New York Times que sirvió de inspiración para esta película: “The Sinaloa Cartel’s 90 YearOld Drug Mule”. La nota revela la asombrosa historia de Leo Sharp, un premiado horticultor de Detroit y veterano de la Segunda Guerra Mundial que encuentra solución para sus problemas económicos (y la ayuda pendiente a sus familiares directos, tan descuidados por él durante años) transportando cocaína a granel en su camioneta para el temible cartel mexicano. Su edad y su condición lo convierten a priori en alguien insospechado para los investigadores de la DEA (interpretados en el film por Bradley Cooper, Michael Peña y Laurence Fishburne) que investigan esas operaciones de tráfico.
Eastwood quiso expresamente que esa referencia familiar quedara a la vista de todos. Primero lo hizo al convocar a su propia hija Alison para ocupar ese mismo rol en La mula. Y después, al darle una verdadera impronta familiar a la ceremonia que acompañó en Los Ángeles el estreno mundial de La mula, a mediados de diciembre. Allí se sumaron al legendario patriarca de 88 años sus siete hijos: Kyle (50), Kimber (54), la mencionada Alison (48), Scott (32), Kathryn (30), Francesca (25) y Morgan (21). En algunas de las fotos principales del encuentro también aparecieron su nieta Graylen (24), su exesposa Maggie Johnson (87) y su actual pareja, Christina Sandera (55). Y para completar la escena, apareció por primera vez en el mismo cuadro una “hija secreta” de Eastwood, Laurie Murray (64), después de una búsqueda de casi tres décadas que ella hizo para conocer el nombre de su padre, según especularon varios medios estadounidenses. Detrás de esa foto de familia asoman historias secretas (algunas muy dolorosas) que el propio Eastwood, fiel a su costumbre, llevó de manera oblicua a la pantalla para tratar de saldar las deudas pendientes con ellas. En especial, dentro de la trama de La mula, con su exesposa (Dianne Wiest) y con su nieta (Taissa Farmiga).
Sin embargo, lejos de cualquier referencia personalísima o íntima, Eastwood prefirió antes del estreno hablar de cuestiones más bien generales ligadas al comportamiento de su personaje, alguien “que hace cosas que la mayoría de las personas de su edad deberían no hacer”. Dice el actor y director que todo lo que Stone hace es para reordenar su situación familiar y económica. “Lo único que trata de hacer Earl es superar las complicaciones, algo que cualquier persona en la vida real haría. El problema es que muchos en esas circunstancias se tientan y eligen el camino incorrecto. A veces tratar de reinstalarse en el camino de los sentimientos correctos es muy dificultoso”, detalló.
Un abuelo que reaparece
Hay una sola conexión aparentemente real que el propio Eastwood parece dispuesto a reconocer entre su propia historia personal y la de su personaje. “Mi abuelo no era la clase de persona dispuesta a hacer cosas más bien locas o salvajes, pero de haber tenido la oportunidad seguramente hubiese encarado ese camino. Lo recuerdo trabajando siempre como un hombre viejo y moviéndose como un hombre viejo. Traté de imitar esos movimientos en mi personaje. En la manera de caminar, de hablar y en todo lo demás”, señaló. Más allá de esta alusión, es el propio Eastwood el que no quiere complicarse demasiado con las argumentaciones. “Nunca encuentro una explicación cuando hago algo. Simplemente decido enfrentarme a un desafío nuevo, a una situación completamente diferente a las anteriores y decido avanzar. Esta es una historia distinta. Por eso me interesó”, dijo a The Hollywood Reporter.
La posibilidad de competir por un nuevo Oscar no parece despertar en Eastwood esa clase de estímulos. Por más que La mula fue estrenada en Estados Unidos hace un par de semanas y, por lo tanto, está en condiciones reglamentarias de competir, ni el director ni los estudios Warner se movieron especialmente para que la película se instale como competidor de peso en la temporada de premios y pelee por alguna candidatura importante. Hace unos días, The Hollywood Reporter recordó que el último gran éxito de Eastwood en el Oscar, Million Dollar Baby (cuatro premios en 2004, entre ellos, mejor película y mejor director) surgió de una campaña casi silenciosa e inesperada. Sobre todo porque su estreno resultó tan demorado como el de La mula en la actualidad.
Pero los tiempos cambiaron y ahora las intenciones de ganar dependen mucho más de la voluntad y la estrategia de quienes están detrás de una película. Y en este caso, sostiene la prensa de Hollywood, las motivaciones son mínimas o nulas. Hoy, Warner está mucho más concentrado en respaldar las chances de Nace una estrella, una película que curiosamente iba a tener a Eastwood como su director original, hasta que sucesivas postergaciones la dejaron en manos de Bradley Cooper, hoy convertido en una suerte de heredero de esa estirpe clásica de Hollywood que parece tener a Eastwood como último y noble bastión.
La mula fue un inmediato éxito de taquilla en Estados Unidos, sobre todo entre los espectadores más maduros. Una razón suficiente para que Eastwood esté dispuesto a seguir contando grandes historias.