Tensión en hospitales porteños
Los directores cuestionan la designación de gestores financieros
Se enteraron tarde. Los directores de los principales hospitales públicos de la ciudad acababan de terminar una amena reunión con Ana María Bou Pérez, ministra de Salud porteña, que los había citado para felicitarlos por lo hecho durante el G-20, e ignoraban por completo una decisión que ya estaba tomada y que hoy los tiene en estado de alerta y movilización: el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta nombró a la par de cada uno de ellos directores administrativos, no necesariamente médicos, que actuarán como virtuales interventores de cada centro de salud. Tomaron real noción de la medida en la noche de ese 10 de diciembre de palmadas y congratulaciones. Distracciones de fin de año: el decreto en cuestión, el 409, había sido publicado cinco días antes.
Lo ven como una intromisión. Es evidente que el gobierno porteño desconfía de cómo administran o, por lo menos, no los cree capaces de iniciar un ajuste en un momento complicado de la economía. No es sencillo porque se trata de entidades deficitarias por definición: menos del 5% del sistema hospitalario público porteño se cubre con fondos propios, surgidos del pago de obras sociales y prepagas, y el resto, con Rentas Generales, que deben incluir también la adquisición de equipamiento.
“No es intromisión, buscamos mejorar los recursos de cada hospital: gente que administre y tenga ese perfil. Los directores son médicos que no siempre saben de management”, contestaron ante la consulta de la nacion en el gobierno porteño. Desde hace tiempo, la Ciudad desconfía de la injerencia que gremios como la Asociación de Médicos Municipales (AMM), el Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba) y ATE tienen sobre la administración de los hospitales y la designación de directores y gerentes operativos.
La ciudad tiene 32 hospitales; los funcionarios designados son 20. El decreto los llama “directores de Gestión Administrativa Hospitalaria” y, según quienes resisten la medida, duplicarán en sueldo a los actuales directores pese a no tener, como ellos, responsabilidad penal sobre las decisiones. El texto dispone que la mayoría (16) de los nuevos estén a cargo de cada uno de los centros de salud más importantes –Gutiérrez, Argerich, Santojanni, Fernández, Ramos Mejía, Durand, Piñero, Pirovano, Penna, Rivadavia, Muñiz, Álvarez, Pedro de Elizalde, Tornú, Vélez Sarsfield y Zubizarreta– y que los otros cuatro se repartan las funciones de los restantes 16: cuatro hospitales cada uno.
La discusión no solo es por espacios de poder sino ideológica. ¿Otro paso en la dirección del gobierno de los CEO?, se preguntan los jefes de los hospitales, que creen adivinar en la iniciativa un modelo de gestión privada incompatible con los centros que administran y que, para peor, atribuyen a la influencia de Fernán González Bernaldo de Quirós, vicedirector del Hospital Italiano y asesor de Rodríguez Larreta.
Un antiguo conocido
Quirós, un antiguo conocido del jefe de gobierno, estuvo en 2015 muy cerca de ser ministro, pero su nombramiento no prosperó: ahora sus detractores lo acusan de serlo en las sombras, a la par o incluso por sobre el poder de Bou Pérez, exfuncionaria del Hospital Ramos Mejía. “Esto me recuerda la manera en que se administran algunas prepagas: nuestra misión no es ganar dinero”, se quejaron ante la nacion en uno de los hospitales que se oponen. En el gobierno porteño coinciden en el concepto –“Esta es un área en la que somos bastante progresistas”, dicen–, pero agregan que la pretensión es solo mejorar la gestión.
“Si un gerente operativo ordena comprar 300 prótesis y en el año no se usan más de 20 es que algo no funciona bien”, insisten. Entre las principales objeciones está la cobranza a prepagas y obras sociales, algo que a veces no se hace simplemente porque el hospital es gratuito y pese a que el paciente es afiliado. “No quiero que OSDE sea más rentable de lo que es porque el sistema no le cobró”, se quejan.
En los hospitales intentan negociar cambios en el decreto. A la mañana siguiente del lunes en que se enteraron de la decisión, algunos directores se comunicaron con Sergio Auger, director general de Hospitales, que les dijo no estar enterado de nada al respecto. Pero era tal el malestar del sector que, 24 horas después, todos fueron convocados por la ministra, que les explicó las razones de la medida y se disculpó de no habérsela adelantado el día en que los felicitó por el G-20.
“No es que te olvidaste de un detalle menor”, protestó Ignacio Previgliano, del Hospital Fernández. “Ya les pedí perdón”, insistió Bou Pérez, y se detuvo en las fallas de gestión de cada hospital: “Sus gerentes operativos son un desastre”, sentenció, y explicó que esas condiciones reforzaban la necesidad de designar directores. “Dos cabezas piensan mejor que una”, se entusiasmó. Los médicos se explayaron en su postura. Se oponen a que administradores que juzgan ajenos al conocimiento de la salud tengan poder sobre decisiones trascendentes como la compra de equipamiento o la configuración de los turnos.
El decreto –firmado por Rodríguez Larreta, los ministros porteños Bou Pérez y Martín Mura (Economía) y el jefe de Gabinete, Felipe Miguel– puso en alerta también a los sindicatos, principalmente a la Asociación de Médicos Municipales, que conduce Jorge Gilardi, un obstetra con quien el macrismo no tiene desde hace años una buena relación. Es el motivo por el que en algunas jerarquías hospitalarias preferirían no meterse. “Me parece que nosotros pasamos a ser ni siquiera el jamón, sino el salame del sándwich de esta interna”, dijeron en un hospital donde advierten que hay razones valederas de ambos lados: por un lado, es entendible que los directores rechacen injerencias ajenas en decisiones sobre las que responden con su patrimonio y, por otro, es cierto que el gobierno de Rodríguez Larreta desconfía del poder de los gremios.
Gilardi se reunió el jueves con autoridades del Ministerio de Salud a las que intenta convencer de un cambio que los jefes de los hospitales estarían dispuestos a aceptar: que se designen los directores pero que, en todo caso, tengan rango de subdirectores. Es decir, que estén por debajo de la estructura con conducción actual. “Es el único modo, para no estar expuestos a una conducción bicéfala”, admitieron en otro centro de salud, donde descuentan que, si es exitosa, la negociación demorará varios días. En la Ciudad no parecen dispuestos a ceder tanto, pero sí a una alternativa: que todas las decisiones de un hospital requieran en adelante una firma conjunta. Como para que nadie se sienta excluido.