Bielsa, el exorcista de los demonios de sampaoli
Se equivoca la prensa brasileña si piensa enrolar a Jorge Sampaoli entre los pocos entrenadores guardiolistas que dirigirán en el gigante sudamericano. A los 58 años, Sampaoli intentará ser nuevamente él, volviendo a sus orígenes. A los tiempos de la liga casildense, adaptados al fútbol actual, pero regresando al molde fundador: equipos eléctricos, con una ambición desmedida y un protagonismo insobornable. Sampaoli necesita reencontrarse con Marcelo Bielsa para saber dónde está parado y quién quiere ser.
Solo en la intimidad habrá analizado por qué aceptó entregar el control de la selección hasta desdibujarse como entrenador. Pero pese al derrumbe en el Mundial de Rusia no le faltaron ofertas para reinventarse, desde China hasta Estados Unidos. Sin embargo, lo atrapó la legendaria atmósfera del Peixe. Se entusiasma con modelar en Santos un equipo que se distinga por su juventud. Y en la mutación, ideológicamente resolvió amigarse con el director técnico que escuchaba durante horas y horas las conferencias de prensa de Bielsa para absorber cada concepto, cada idea.
En mayo de 2017, precisamente en Brasil, Bielsa dijo algo que todos leyeron como un elogio: “Sampaoli no es un discípulo mío; primero porque esa palabra no la compatibilizo conmigo, y segundo, porque noté que es mejor que yo”. ¿Un cumplido? No, una elegante manera de tomar distancia. “Una de las virtudes de los entrenadores es la flexibilidad. Yo no cedo mis ideas y Sampaoli sí, porque tiene un poder de adaptación que yo no tengo. Él resolvió cosas cediendo en la posición original de partida y yo sacrifiqué cosas por no conceder en mi forma de interpretar mi oficio. Por eso creo que es mejor que yo, y no es falsa modestia. Yo no podría hacer lo que él hace”, completó el actual DT de Leeds. Vaya presagio el de Bielsa: todavía faltaba más de un año para que Sampaoli fuese solo una pieza decorativa en la Copa de Rusia. Entre el impostor y el auténtico, Sampaoli se aferra a Bielsa en pleno exorcismo.