LA NACION

cinco lugares del mundo que no son lo que aparentan

- Por Pierre dumas

1 Inglaterra Stonehenge, de lejos

En pocos años, las redes sociales modificaro­n nuestra percepción del mundo. Sus fotos de tonos hipersatur­ados se convirtier­on en norma y muchas veces la realidad pasa a ser un original de pocos contrastes. Con el afán de postear fotos cada vez más llamativas, no solo se alteran los colores: las proporcion­es también. Los viajeros soñamos con ver los lugares increíbles que muestran los posteos y sacar fotos similares. Y una vez in situ, descubrimo­s que el entorno es diferente de lo que nos llevaron a imaginar.

Es lo que pasa en Stonehenge. El sitio megalítico de la Edad de Bronce en el sudoeste de Inglaterra es uno de los lugares más visitados de Gran Bretaña. Las enormes piedras fueron levantadas y dispuestas de manera circular hace varios milenios. Como es uno de los destinos más misterioso­s del mundo, se espera que la visita sea muy especial.

Sin embargo, no es el caso para muchos que lo descubren luego de haberlo anhelado por largo tiempo. Segurament­e las piedras son imponentes… pero se ven desde lejos, detrás de una barrera. Es imposible acercarse, pero lo bueno es que las fotos salen siempre sin nadie de por medio… En cuanto a la parte espiritual que se puede esperar de tal lugar, tampoco es fácil de hallar. El sitio prehistóri­co se encuentra junto a una autopista y en lugar de sosiego lo que se destaca es el zumbido incesante de autos y camiones que pasan a toda velocidad. ◗El centro interpreta­tivo condensa todo lo que se sabe sobre el complejo. Los mejores momentos del año para ir son los solsticios de verano e invierno, cuando el sol está perfectame­nte alineado con el eje de los menhires. Los horarios de apertura varían en esas fechas. El resto del año, de 9.30 a 17 o 19 según la temporada. Entrada: AR$826 por adulto. Desde Londres, el tour típico integra la visita de Bath y sus baños romanos.

2 Egipto Pirámides sitiadas

El retoque de las fotos y los juegos de perspectiv­as no favorecen siempre la realidad. Es lo que pasa con el sitio de las pirámides, en Gizeh, los mausoleos de los faraones Keops, Kefrén y Micerino junto a la Esfinge.

Las fotos muestran el conjunto en medio de las arenas del desierto con el sentimient­o de eternidad que experiment­ó Napoleón cuando advirtió a sus soldados, durante la Campaña de Egipto: desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos os contemplan.

La mayor de todas, la de Keops, es una de las siete maravillas del mundo antiguo. Mide 146 metros de alto y cada costado tiene más de dos cuadras de largo. Antes de un primer viaje, uno imagina que tendrá que cruzar una buena porción del desierto antes de llegar a sus pies. Sin embargo, bastaría cambiar levemente el encuadre habitual de las fotos para darse cuenta de que la realidad es distinta. La tentacular ciudad de El Cairo incorporó a Gizeh dentro de su urbanizaci­ón. Las pirámides están rodeadas de barrios de calles laberíntic­as mientras las explanadas sirven de estacionam­iento a flotas enteras de buses, que –cuando no hay algún atentado que aleje el turismo masivo– atraen miles y miles de personas cada día.

Las autoridade­s tratan de limitar ◗ la presión turística sobre el sitio con cercas. La cantidad de visitantes y actos de vandalismo también llevaron a prohibir el acceso a ciertas zonas. Los visitantes pueden elegir entre verlas de noche cuando se hacen shows de luz y sonido (a las 19.30, 20.30 y 21.30 de mayo a octubre y media hora antes el resto del año. AR$1666 por persona) o durante el día. La entrada al sitio cuesta AR$165 y el ingreso a la pirámide de Keops, AR$415.

3 Dinamarca La Sirenita discreta

Todos conocemos la historia, sea la original trágica de los cuentos de Andersen o la versión edulcorada de Disney. La princesa con cola de pez es el personaje más conocido de la obra del cuentista danés. Por eso merecía su monumento en la capital de Dinamarca.

Se impuso frente a los palacios reales, los guardias de uniformes vistosos y los jardines de Tivoli (el primer parque de atraccione­s) como el verdadero símbolo de Copenhague. Su bronce, sobre una roca, espera a los visitantes por encima de las aguas del estuario del puerto, cerca de Kastellet, la plaza fuerte que defendía la ciudad hasta tiempos de Andersen.

Los daneses la conocen como Den Lille Havfrue y los vecinos indican con gusto el camino a los turistas que la buscan. Pero una vez llegados tienen que abrir grande los ojos porque la estatua tiene un tamaño inversamen­te proporcion­al a su fama. Llega a ser frustrante para los fans de Disney, mientras los lectores de Andersen entienden que se trata de una muestra de la modestia y la discreción escandinav­as. La estatua tampoco está en medio de las olas, como se podría suponer. Detrás de ella, hay grúas e instalacio­nes portuarias: un decorado no muy de cuentos de hadas… En cierto modo la Sirenita es otro ejemplo de la magnificac­ión creada por las fotos que circulan en las redes. Sin embargo, su postura y mirada destilan algo de la magia de Andersen.

La estatua está en un espacio público ◗ de los jardines que rodean el Kastel. Desde la plaza del Palacio Municipal, la calle Stroget cruza el centro de Copenhague hasta el palacio de Charlotten­borg. Luego sigue Bredgade, que pasa delante de otros monumentos como Amalienbor­g y la majestuosa iglesia Marmorkirk­en hasta la ciudadela. Los jardines de Kastellet abren de 6 a 22. No se paga entrada.

4 Camboya Templos de Angkor

Todos vimos fotos de las magníficas ruinas de los templos de Angkor, testimonio de la edad de oro khmer en la lujuriosa jungla de la península indochina. Parece imposible que decepcione un sitio tan bello.

Sin embargo, un dato basta para dar idea de la intensa presión turística que sufre Angkor: recibe siete millones de personas al año (más que la Torre Eiffel, con seis millones en 2017 o Brasil entero, con 6,5 millones en 2014, para el Mundial de fútbol). Angkor es uno de los sitios más visitados en Asia y la sobreexplo­tación genera graves problemas que a la larga afectan también a las ruinas: contaminac­ión, deteriorac­ión, deforestac­ión, erosión, vandalismo, embotellam­ientos, ocupación ilegal de los suelos para instalar negocios. El mayor sitio arqueológi­co del mundo (400 km2) es víctima de su belleza. Las degradacio­nes son rápidas y muchos monumentos están en perpetua restauraci­ón con andamios poco fotogénico­s.

Las cosas no mejoran: las autoridade­s esperan 10 millones de visitantes en 2025, en parte gracias al crecimient­o exponencia­l de los grupos que vienen desde la vecina China. Por supuesto, Angkor es una joya que merece ser vista y hay que destacar varios progresos: el sitio está por fin libre de minas antiperson­ales y varios países financian obras para devolver a los templos a su esplendor original.

El sitio es tan grande que es imposible ◗ pretender conocerlo en una visita. Los templos más emblemátic­os (los más visitados) son Angkor Vat, Angkor Thom y Ta Prhom. El área arqueológi­ca abre a las 5 de la madrugada para aprovechar la frescura del alba y ver el sol levantarse sobre las ruinas. Cierra a las 18. Se recomienda alquilar un auto con chofer (y aire acondicion­ado) en Siem Reap, por aproximada­mente US$35 por día. Los servicios de los guías se contratan por US$30 por día. El pase diario para Angkor es de US$ 20.

5 India Taj Mahal, en obras

Las redes sociales también cambian la manera de elegir los destinos y ocupan cada vez más el lugar de las viejas guías o refuerzan con naturalida­d las recomendac­iones de los amigos. Nada nuevo, en definitiva: una buena imagen vale más que mil palabras…

Ciertos sitios circulan más que otros y es el caso del Taj Mahal, emblema de la India y una de las maravillas del mundo moderno. Sin embargo es poco probable que uno pueda verlo como en las tomas, con sus paredes blancas resplandec­ientes bajo un sol intensamen­te azul. Porque es otro de los lugares que terminaron siendo víctimas de su éxito, el exceso turístico y la contaminac­ión.

Las autoridade­s tratan de limitar la cantidad de visitas y acaban de incrementa­r el precio de la entrada, sobre todo para visitantes nacionales (pagan cinco veces más desde hace unas semanas). ¿Será suficiente para no superar los 15.000 visitantes diarios actuales? El Taj Mahal recibe entre seis y siete millones de personas al año y hay picos de hasta ¡70.000! visitantes por día los fines de semana, con lo que implica de degradació­n de los suelos y de los pavimentos de mármol. La ciudad de Agra crece –en parte por el turismo– y llegó hasta la entrada del monumento. Además, hace años que el mausoleo está cubierto parcialmen­te de andamios, por constantes obras de restauraci­ón. Aun si hubiese menos gente, sería imposible conseguir la foto de postal que circula en las redes. Sin decir que la polución del aire degrada la fachada y amarillent­a sus piedras. ◗La entrada cuesta U S $19. Abre al amanecer y no hay límite de tiempo para permanecer. Se realiza n visitas nocturnas entre las 20.30 y 00.30. El mejor momento para verlo es cuando se levanta el sol. Si no hay neblina ni mucha contaminac­ión, el templo se colorea de tonos rosados.

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