LA NACION

Netflix, a la cabeza de un cambio que no se detiene

Con la exitosa Roma, la plataforma llevó a los hogares temas actuales para ser debatidos en clave cinematogr­áfica E

- Gonzalo Aguilar

l 2018 será recordado como el año en que Netflix, con el estreno de

Roma, consolidó el dominio de la agenda de la cultura audiovisua­l. Ya lo había hecho con las series, pero a partir del film de Alfonso cuarón, muchas de las conversaci­ones familiares y entre amigos giran también alrededor de películas exhibidas por Netflix. con más de 130 millones de suscriptor­es en todo el mundo, la plataforma nos propone “populares de Netflix”, “porque viste x serie” o “nuestra elección para…”. con perfiles acordes con nuestros gustos, la producción de un film de qualité como el de cuarón –que ya recibió el León de oro en Venecia, dos premios en los Golden Globe y es posible que sea protagonis­ta de la fiesta de los oscar– abre una ventana de exhibición que tentará a más de un realizador.

Ahora bien, ¿cuál serían los riesgos del imperio Netflix? Tal vez todavía no podamos precisarlo­s, pero algunos funcionami­entos de la plataforma plantean nuevos desafíos. En primer lugar, la promesa de internet como espacio de pluralidad no se ha cumplido y son pocos los sitios que administra­n el flujo de informació­n y consumo (Google, Wikipedia, Facebook, Youtube, instagram, Mercadolib­re). Netflix refuerza esta tendencia. Por otro lado, Netflix registra todos los movimiento­s de sus usuarios y puede medir las preferenci­as, los puntajes, qué películas son miradas en su totalidad y cuáles interrumpi­das. con esos resultados en su base de datos y la proyección de los algoritmos, ¿la empresa prestará atención a las minorías? ¿Asumirá el desafío de ampliar los horizontes del espectador o será otro ladrillo más en la sociedad de los “me gusta”? Ya decía Marcel Duchamp que “el gusto es el hábito”. También los modos de ver cine han cambiado. Hace tiempo –desde la aparición del VHS en los años ochenta– que la sala dejó de ser el lugar privilegia­do para asistir a las películas. Sin embargo, Netflix avanza sobre los estrenos y se acentúan las formas en las que se sigue o disfruta una narración fílmica. La película dejó de ser una unidad y admite (e incluso alienta) interrupci­ones, interaccio­nes con otros aparatos (como el celular) y visiones en tres o cuatro sesiones. Pero también es cierto que ahora con Roma, un film de una increíble puesta en escena y un relato sofisticad­o, Netflix pone en los hogares muchísimos temas actuales para ser debatidos en clave cinematogr­áfica: la visión del patriarcad­o con la entrada del poderoso auto en el garaje; la coreografí­a caótica de la represión en el México de los setenta; la violencia de género como práctica diseminada en toda la sociedad; las relaciones de clase y, finalmente, el descubrimi­ento de la belleza en la ciudad y sus habitantes sin hacer un film esteticist­a (es decir, lo hermoso no está en embellecer lo real sino en encontrarl­o en lo cotidiano y ordinario).

Se sabe que Netflix desbancó en su momento a Blockbuste­r, así como Microsoft y Apple lo hicieron con iBM. Hoy en día, Blockbuste­r suena tan antigua como los logos de PanAm en las naves futuristas de 2001 Odisea del espacio de Kubrick. ¿Sucederá lo mismo con Netflix en unos años? Eso es algo que hoy no podemos predecir.

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Yalitza Aparicio, actriz protagonis­ta de la película Roma

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