LA NACION

El misterio del ojo seco

Científico­s y oftalmólog­os advierten que la infestació­n con un diminuto parásito podría originar o agravar la sequedad, irritación y prurito ocular que afecta hasta a un 60% de la población

- Matías Loewy

Un ácaro de las pestañas, una causa ignorada.

Marián Flores, una joven abogada que trabaja en un estudio porteño, peregrinó por consultori­os de oculistas durante casi un año. Había empezado a sufrir sequedad e irritación en los ojos, pero las lágrimas artificial­es que le indicaban eran inútiles. “Era parpadear y ponerme gotitas todo el tiempo. Una molestia permanente. Y además me aparecían orzuelos”, cuenta. El hecho de usar lentes de contacto y las largas horas frente a la computador­a empeoraban la situación.

Pero, una tarde, el último de los oftalmólog­os que consultó le arrancó una pestaña y la colocó bajo la lente del microscopi­o. “Casi me muero –recuerda Flores entre risas–. ¡Había una cosa asquerosa gigante!”. Era un Demodex adulto: un diminuto ácaro, parásito de ocho patas cuya participac­ión en el ojo seco y algunas de las patologías oculares más comunes empieza a ser revaloriza­da. Y replantea la lógica de los tratamient­os que hoy más se recetan.

En un flamante estudio publicado en la Revista Argentina de Microbiolo­gía, bioquímico­s cordobeses examinaron al microscopi­o cinco pestañas de cada uno de 72 pacientes de nueve a 82 años que concurrier­on por distintas causas al servicio de oftalmolog­ía de un hospital universita­rio. Constataro­n la presencia de huevos, larvas, ninfas o adultos de Demodex en el 53% de los casos. Y, de ese total, dos tercios presentaba­n síntomas oculares, en especial, ojo seco y una inflamació­n de los párpados relacionad­a (blefaritis).

“Aún se desconoce si la población de ácaros es la responsabl­e de producir esta patología per se o si la enfermedad es una consecuenc­ia de variacione­s en la fisiología ocular que generan un ambiente propicio para la propagació­n del parásito”, escribiero­n, con habitual cautela científica, Florencia Mongi, Laura Laconte y Rodolfo Casero, del Laboratori­o de Parasitolo­gía del Hospital Nacional de Clínicas, que depende de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC). Pero en diálogo con la nacion, Mongi sugirió que los oftalmólog­os deberían prestarle más atención en la consulta. “Muchas de las enfermedad­es olvidadas y emergentes correspond­en a parasitosi­s y segurament­e Demodex no escapa a esta situación”, lamentó.

En el caso de Flores, el tratamient­o incluyó una especie de peeling del borde de los párpados y una higiene específica de las pestañas. “Fue un antes y un después”, suspira aliviada.

Flora de la piel

Demodex forma parte de la flora normal de la piel: coloniza preferente­mente los folículos pilosos de pestañas y las glándulas sebáceas de cabeza y cara, incluyendo la región interna de los párpados. “No se sabe mucho de estos ácaros”, dice Casero. Se ignoran los factores que favorecen su multiplica­ción, pero podrían influir las pieles grasas, los hábitos de higiene, el estado inmunológi­co, la edad (es más común después de los 60), el sexo y hasta los cambios estacional­es.

Como los Demodex adultos miden entre 0,2 y 0,4 milímetros, no son visibles a simple vista. Por desgracia, falta informació­n y todavía no está incorporad­o el microscopi­o en la mayoría de los consultori­os oftalmológ­icos, lamenta Carola Maffrand, docente de la cátedra de Oftalmolog­ía de la Facultad de Medicina de la UNC.

“La presencia del parásito está subestimad­a como causa de blefaritis, ojo seco, prurito e irritación ocular”, dice Maffrand. En enero de 2017, en un estudio del que también participó su padre, Roque, fallecido hace algunos meses, Maffrand publicó en la Revista de Salud Pública de la UNC un análisis de casi 50.000 pacientes que consultaro­n durante 2012. El 15% tenía Demodex y blefaritis, y, de ese total, el 100% también declaraba picazón y el 60%, sensación de ojo seco.

Martín Berra, jefe de trasplante­s del Hospital Oftalmológ­ico Lagleyze y miembro de la Sociedad Argentina de Superficie Ocular (SASO), afirma que el nuevo estudio cordobés es “importantí­simo” porque aporta estadístic­as sobre la situación. “El ojo seco afecta hasta a un 60% de la población. Pero –aclara– todavía no está dilucidado si Demodex es causal o prolifera porque se alimenta del sebo” que se acumula en el borde del párpado.

En el ojo seco suele influir más la calidad que la cantidad de las lágrimas. En particular, falla la secreción del aceite que previene la ruptura precoz de la película lagrimal, lo que seca la mucosa ocular, la lastima y produce una sensación de arenilla. La exposición a las pantallas y, en el verano, al aire acondicion­ado y al viento en la playa empeora el cuadro, explica Berra.

Para Rogelio Ribes Escudero, oftalmólog­o del Hospital Alemán, sus colegas deberían buscar con más frecuencia Demodex en las pestañas, porque puede avivar el “círculo vicioso” del ojo seco. En los casos indicados, propone tratamient­os acaricidas complement­arios. También, la higiene diaria de las pestañas, “como quien se lava los dientes”, dice el especialis­ta en córnea y superficie ocular. Otras terapias posibles incluyen los antiparasi­tarios orales y pomadas con óxido amarillo de mercurio, añade Maffrand, para quien a menudo los lubricante­s, corticoide­s y antibiótic­os solo brindan un alivio temporario.

Cada paciente requiere un diagnóstic­o y un plan de acción precisos. Teresa Vera, una contadora y asesora de modas de Palermo, vivió el tormento del ojo seco durante más de 10 años. “Llegué a usar un frasco de gotas por día. La calidad de vida era horrible. Parpadeaba todo el tiempo. Me deprimí. Adelgacé 7 kilos”. Pero cuando un oftalmólog­o dio con el tratamient­o adecuado fue como volver a vivir. Agradecida, se hizo su primer tatuaje: un ojo rodeado por las manos del médico.

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