CAMPANAS EN LA NOCHE
Cómo repensar la telenovela en la era del #MeToo argentino
Campanas en la noche es la gran apuesta de Telefe para este comienzo de año. Y una apuesta en muchos niveles, no solo porque las grabaciones ya finalizaron, sino también porque la novela viene cargada de historia. Desde lo argumental y también desde el contexto en el que el proyecto fue desarrollándose, con la denuncia deThelmaFardincontraJuanDarthés, que terminó indirectamente reivindicando la figura de Calu Rivero, una de sus protagonistas.
Recién llegada de Punta del Este, la actriz está casi de paso por Buenos Aires: en unos días viajará a Nueva York, la ciudad en la que vive granpartedelaño.Segúnnoscuenta, la idea de componer a Luciana, una mujer que debe luchar por librarse de las redes que la mantienen sometida, suprimida y en la oscuridad, fue demasiado tentadora como para pasarla por alto.
“No me gusta la palabra revancha, pero a la distancia siento que todo pasa por algo. Y hasta te diría que agradezco todo lo que me pasó para hoy ser una actriz que es consciente del rol de mujer que quiere proyectar en una tira”, asegura Rivero. “En el pasado hice muchos personajes de mujeres que solo eran objeto de deseo, y lo hacía porque no había otra cosa o porque quería trabajar y no me lo cuestionaba. Hoy se habla de otros temas, y en Campanas... todo pasa por los vínculos entre personajes imperfectos. Quiero que contar esta historia sirva para algo”.
Esteban Lamothe interpreta a Vito, un empresario maltratador y manipulador que está casado con el personaje de Rivero. “Soy una persona muy malvada, un diabólico”, subraya. “Me divertí mucho haciendo este personaje, porque hay algo muy lúdico e infantil en la construcción de su línea de razonamiento. Y, además, hubo un clima de trabajo muy lindo que no nos hizo gastar energía en cosas por fuera de lo estrictamente laboral... Pudimos trabajar con mucha tranquilidad”.
Siguiendo la línea de la telenovela clásica, la historia (escrita por Lilly Ann Martin y Jessica Vals y dirigida por Negro Luna y Omar Aiello) tiene un tercero en discordia, que en esta ocasión es compuesto por Federico Amador. “Mi personaje vivió una tragedia muy fuerte que lo hizo cerrarse absolutamente al amor y se dedicó de lleno a cuidar a su hija”, explica. “Es un hombre atravesado por el dolor que un día se encuentra con Luciana y, de a poco, empieza a abrirse a la posibilidad de volver a enamorarse”. El problema, claro, llegará cuando Vito se empeñe en destruir esa posibilidad y todo se vuelva cuesta arriba.
Rivero y Lamothe aseguran que comenzaron a trabajar en la relación que unía a sus personajes mucho tiempo antes de empezar con las grabaciones. “Teníamos que construir una relación con Vito que no iba a aparecer en pantalla, un pasado que no iba a estar visible. Entonces había algo de confianza, de psicopateada y de entendimiento que había que trabajar antes de llegar al set. Hablamos mucho con Esteban por teléfono, porque yo estaba viviendo afuera”, asegura ella. “Estudiamos mucho cómo funciona, por ejemplo, el microsometimiento –apunta él–, que es algo casi imperceptible, pero que te puede anular como ser humano. El típico ‘vos sos débil, mi amor, pero yo estoy acá para protegerte’”. Para Federico Amador, mucha gente “está bajo esa forma de sometimiento, de control. Esas relaciones tóxicas existen en la vida real, y son mucho más comunes de lo que uno cree”, indica.
De desafíos y de motivaciones, de eso habla Calu Rivero. De volver a protagonizar en el prime time de Telefe, un año después de contar públicamente que su salida de la novela Dulce amor, en 2012, se debió a la incomodidad que le producía grabar escenas románticas con quien era su galán, Juan Darthés. “Creo que con el personaje de Luciana muchas mujeres se pueden identificar. Para que las cosas cambien, las batallas hay que darlas a diario, reaprendiendo, porque todos venimos con un chip completamente distinto”, dice ahora descalza, con sus piernas cruzadas como en posición de loto.
Reaprender es una palabra clave en estos tiempos de deconstrucción, tanto para hombres como para mujeres. “Estamos repensando, recalculando, todos como sociedad. Eso es una bendición, pero también un momento incómodo, de lucha, de sufrimiento, de cambio y de revisión en el que mucha gente siente que no puede hacer pie”, explica Lamothe y agrega: “Todos nos estamos revisando, y a veces descubrimos que la semana pasada dijimos algo que no está bien. Hay que entregarse a eso, no tener miedo a quedar expuestos. Y del mismo modo creo que hay programas que se siguen pasando en la televisión y que deberían salir ya del aire, porque replican un discurso que no es constructivo”.
Amador también hace hincapié en la importancia de transmitir un mensaje que permita cuestionar y debatir: “Nosotros, que estamos del otro lado de la pantalla, tenemos una llegada que no alcanzamos a dimensionar. A mí, cuando elijo participar de una ficción, no me importa lo que va a pensar mi tía; me importa lo que va a pensar la chiquita de 12 que puede llegar a tomar como modelo un contenido nocivo. Esa es la responsabilidad que hay que asumir”.
¿Cambió en algo la manera de trabajar a partir de los testimonios de Calu Rivero y de las decenas de mujeres que se atrevieron a relatar situaciones de acoso y abuso en ámbitos laborales? Campanas en la noche intentará, seguramente, responder esa pregunta. “En esta novela todos pudimos estar atentos a aprender, a conocernos, a respetarnos”, subraya Lamothe. “En lo per- sonal, no podría decir que durante las grabaciones tuve más cuidado que en otras ocasiones. No la traté distinto a Calu por lo que le pasó, sino que la traté con el mismo amor y respeto con el que trato a cualquier compañera”.
Del mismo modo, los protagonistas de la telenovela no pueden evitar hablar del boicot contra la ficción que se promociona en las redes sociales, bajo el hashtag MiráComoNoTeMiro, una suerte de respuesta al MiráCómoNosPonemos empuñado por el colectivo Actrices Argentinas.
“Cuando vi la noticia, honestamente, no me afectó en nada, pero también entendí lo terrible que debe ser para un fan enterarse de que su ídolo es el monstruo que es”, apunta Rivero, en obvia alusión a Darthés. “Pero alguien que destila tanto odio creo que solo va a terminar beneficiándonos, va a hacer que la gente quiera ver el programa y lo apoye con mayor convicción”.
Lamothe, fiel a su estilo, es mucho menos condescendiente: “Siento que Twitter fue decantando y hoy, el 90% de los usuarios que utilizan esa red social son haters [N. de la R.: “odiadores”]. Entonces yo no le puedo dar entidad a esos cuatro resentidos, me parece que es poco serio. Y también está la cuestión binaria de ‘o sos una cosa o sos otra’. Nunca hay término medio”.