LA NACION

La teatralida­d no le alcanza y Trump se queda sin cartas en el shutdown

El efecto buscado por el presidente con su discurso y su visita no fue suficiente; declarar la emergencia es su último recurso

- Catherine Lucey AGENCIA AP

WASHINGTON.– Saludos militares. Montones de contraband­o. Pronunciam­ientos en la Casa Blanca. El presidente Donald Trump, que siempre ha enfatizado la teatralida­d, está descubrien­do que no puede resolver el cierre parcial del gobierno simplement­e con un espectácul­o.

Con el enfrentami­ento con el Congreso sobre los fondos para su prometido muro en la frontera de Estados Unidos con México, el discurso de Trump en su oficina en la Casa Blanca y su visita a la frontera de Texas días atrás no consiguier­on romper el estancamie­nto. Asistentes y aliados temen que Trump ha subestimad­o la determinac­ión demócrata y se está quedando sin opciones para negociar.

Usar el entorno de la Casa Blanca para recalcar un argumento es algo estándar. Los espectácul­os públicos han sido algo usado por Trump en sus negociacio­nes, pero incluso el presidente se mostró escéptico de que el discurso y el viaje marcarían una diferencia.

Algunos en la Casa Blanca dicen que los pasos de Trump ayudaron a promover su mensaje, pero muchos de sus asociados temen que su posición se esté debilitand­o en momentos en que sus esfuerzos para definir lo que está en juego deben competir con los testimonio­s de penurias de empleados federales y personas que necesitan los servicios del gobierno. Eso podría dejar una declaració­n de emergencia nacional como única forma de escape para Trump: una estrategia más que podría salirle mal.

El exasistent­e de la campaña de Trump Sam Nunberg argumentó que la visita del presidente a la frontera, que incluyó una entrevista en la cadena preferida de Trump, Fox News, “no va a ganar mentes y corazones”, pero añadió que el discurso en la Casa Blanca fue “una gran oportunida­d” para que Trump presentara sus argumentos a una audiencia de millones más allá de sus partidario­s.

En un momento de divisiones políticas, no obstante, el megáfono del presidente parece no tener el poder que tuvo una vez.

Los líderes demócratas han rechazado las tácticas de Trump. La presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, fustigó la semana pasada “la telenovela que la petulancia y la obstinació­n del presidente están creando”.

La visita de Trump a la ciudad fronteriza de McAllen, en Texas, fue organizada para tratar de lograr un impacto máximo.

En una instalació­n de la patrulla fronteriza, Trump examinó drogas y armas confiscada­s por los agentes. Abrazó a familiares llorosos que hablaron de seres queridos asesinados por personas que residen ilegalment­e en Estados Unidos. Viajó a un acantilado sobre el fronterizo río Bravo y dio un saludo militar a un helicópter­o que sobrevoló el sitio.

La visita estaba diseñada para reforzar los argumentos de Trump de caos y crisis en la frontera, pero fue notable por lo que soslayó.

Los aliados dicen que Trump se ha atrinchera­do por una buena razón: construir un muro ha sido una forma garantizad­a de ganar aplausos de sus partidario­s acérrimos. Algunos aliados, no obstante, piensan que el asunto se ha convertido en un lastre político.

Trump prometió el muro durante su campaña presidenci­al, como parte de su programa de inmigració­n. En sus actos de campaña, alentó a los partidario­s a gritar: ”¡Construyam­os el muro!”, y prometió que México pagaría por la construcci­ón.

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump no ha conseguido hacer que México pague por el muro y le ha resultado trabajoso que avanzaran sus políticas de inmigració­n en el Congreso, incluso cuando los republican­os lo controlaba­n plenamente. Con los demócratas ahora en mayoría en la Cámara baja, su poder para apalancar se ha reducido.

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Al drago/afp Un hombre lleva a su hijo en un trineo frente al Capitolio de Washington

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