LA NACION

“Los hijos necesitan explorar y poder hacer cosas por sí mismos”

En la familia de Rosario Mejía, puericulto­ra y doula, respetar las individual­idades es una prioridad

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En la vida de Rosario Mejía (38), la crianza y el trabajo son casi una misma cosa. Puericulto­ra y doula, esta mamá de una chica de 11 y dos varones de 8 y 5 años, reconoce en principio ser una afortunada “por poder trabajar sin dejar de estar con ellos”.

Mejía sostiene: “Los padres y madres están afuera muchísimas horas y se les dificulta conocer a sus hijos, que además están escolariza­dos desde muy chiquitos. Igualmente es una paradoja, porque hoy, para vivir, se necesitan dos sueldos”.

Las causas que defiende como profesiona­l le son propias: además de la lactancia, practicó colecho (una tendencia que favorece que los hijos pequeños duerman en la cama con sus padres) con sus tres bebés, y no duda de que el contacto físico y la disponibil­idad son fundamenta­les. “Ningún bebé antes del año pide lo que no necesita. Cuando lo dejamos solo en la cuna, lo único que aprende es que nadie lo cuida”, dice Mejía.

Seguidora del pediatra español Carlos González, esta madre no cree que haya niños caprichoso­s: “Cuando alguno de mis hijos tiene un berrinche, bajo a su altura y pienso cuál de todas las cosas que hicimos lo pudieron haber molestado: por ahí se hizo tarde, tiene hambre, sueño o estuvo un rato largo haciendo compras o cosas a mi ritmo en el banco. Entonces lo contengo primero y luego le pido disculpas”.

Rosario opina que los adultos deberían reflexiona­r “cuándo y por qué les dicen que ‘no’ a los chicos, frente a una tendencia que existe de recalcar los límites”. “La mayoría de las veces es porque a nosotros nos molesta que desordenen, hagan ruido, etcétera”, subraya.

En medio de la vida urbana y ajetreada, Rosario y sus hijos tienen su lugar en el mundo: “Plaza, plaza y más plaza. La mayoría de los días de sol del año estamos allí con otras mamás –describe la mujer–. Los chicos de hoy tienen la vida muy regulada, salen del colegio doble jornada, van al club, llegan, hacen la tarea, comen y duermen. Necesitan explorar, poder hacer cosas por sí mismos”.

La puericultu­ra cuenta una experienci­a reciente: “Mi hija fue hace poco por primera vez a la escuela en colectivo, ¡toda una revolución en el curso! Pero está muy bien. Por un lado, nos quejamos de la falta de límites y por otro, los chicos viven con nuestra mirada en la nuca”, sostiene.

Para ella, aunque “es verdad que puede ser trabajoso criar así, poniendo el cuerpo”, vale la pena. “Y no hace falta dejar las ocupacione­s, sino cuando estamos estar: no poner a los chicos frente a alguna pantalla para que no molesten”, asegura.

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Victoria Gesualdi/aFV Rosario Mejía (38), su marido y sus tres hijos se divierten con un juego de mesa

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