LA NACION

Caporales, la danza típica de Bolivia que se bailó en el corazón de Flores

Por segunda vez, en más de 72 ciudades del mundo, esa comunidad celebró en las calles su música y sus trajes

- Lucía Cullen

Bajo un cielo teñido de gris, el repiquetea­r de los tambores despertó ayer a los vecinos del barrio de Flores de sus siestas y más de 250 bailarines pintaron de color la avenida Avellaneda, entre Cuenca y Argerich. Las familias sentadas en las veredas observaban sorprendid­as la escena que se replicó en 72 ciudades de 20 países alrededor del mundo: fue el segundo Encuentro Mundial de Caporales 100% Bolivianos.

La iniciativa fue promovida por la Organizaci­ón Boliviana de Defensa del Folklore (Obdefo) y el Ministerio de Cultura de Bolivia. “El objetivo es preservar el patrimonio cultural material e inmaterial de Bolivia y defender el origen de las danzas caporales, ya que algunos países lo promociona­n como propio. En la Argentina se baila simultánea­mente en Jujuy, Mendoza, Córdoba, San Juan, Salta y Catamarca”, dijo a la nacion Orlando Rojas, miembro de Obdefo.

La actividad realizada en Flores contó con el apoyo de la comuna 7 y de la embajada de Bolivia, la par- ticipación de tres orquestas y siete fraternida­des de distintos barrios de la ciudad y del conurbano bonaerense.

“Los grupos están integrados por migrantes bolivianos, pero también por sus hijos y nietos que a pesar de ser argentinos, se sienten arraigados a la cultura de sus ancestros”, agregó Rojas.

Todos los miembros llevaban trajes cubiertos de apliques de lentejuela­s, en su mayoría realizados en el país vecino. Cada una de estas fraternida­des ensayan durante todo el año para mantener viva la identidad de esta danza folclórica, que fue presentada por primera vez en La Paz, en 1969.

La foto era pintoresca: a través de una coreografí­a que representa las vivencias de los esclavos africanos en tiempos de la colonia española, los varones –denominado­s “machos”– hacían sonar los cascabeles zurcidos en sus botas, desplegand­o patadas en el aire. Las tulmas colgaban de los cabellos trenzados de las “cholas” –mujeres caporales–, que con el rostro cubierto de glitter, sombras de colores y sonrisas encendidas, hacían desplegar sus polleras en cada contorneo de cadera. Los gritos eufóricos resonaban en los saxofones de la orquesta y el espíritu de festival dominó el encuentro.

Personas de casi todos las comunas porteñas se acercaron a la festividad. Marcos Torres, de 27 años, del barrio 31, es miembro de Caporales Sin Fronteras de Retiro. En la fraternida­d encontró un sentido de pertenenci­a y una familia: “Mi madre murió hace un tiempo y me crié sin mi padre. Los chicos me hacen sentir contenido siempre”, dijo con el traje puesto que le costó unos US$200, pero que pudo pagar gracias a la colaboraci­ón de la comunidad.

A Clementina Soloza, de 54 años, el festejo la tomó de sorpresa. Mientras paseaba por su barrio, escuchó la música de una trompeta que la transportó a los tiempos en que caminaba las calles de su Bolivia natal y emocionada se acercó. Constantin­o Mamani, de 47, vive en el barrio Rivadavia. Se enteró por las redes sociales y no dudó en asistir junto a su familia porque son fanáticos de esta danza.

El primer Encuentro Mundial de Caporales se realizó en 2010 y contó con la participac­ión de 20.000 personas de 40 ciudades del mundo.

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Patricio pidal / afv La música típica de Bolivia se bailó en las calles de Flores

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