LA NACION

La maratón recién empieza

- Miguel Zielonka.

El comienzo de año viene mejor de lo esperado en las variables financiera­s. Para reducir la polémica y simplifica­rnos la vida, tomemos como referencia la cotización del dólar (podríamos tomar el riesgo país o el índice Merval, pero el dólar parece un barómetro más amplio para toda la ciudadanía). Para muchos, era inexorable que fuera a buscar el techo de la banda. Para algunos, podía acercarse al piso o rozarlo, para luego rebotar. Para prácticame­nte ninguno podía darse la situación en la que la divisa perforara 2% la base de la zona de no intervenci­ón y que el Banco Central comprara reservas en los primeros días del año. Ahí estamos, es el escenario bueno, pero es prematuro llamarlo equilibrio o aflojar el cinturón antes de tiempo.

El programa monetario en curso es muy contractiv­o. Momentos difíciles requieren de medidas duras, y a fines de septiembre la situación ameritaba un torniquete para frenar una hemorragia. La corrida contra el peso ya llevaba varios meses y el Banco Central no encontraba la forma de desarticul­arla. La depreciaci­ón del peso aceleraba la inflación. Para cortar con ese círculo vicioso, la decisión fue compromete­rse a cero crecimient­o de la base monetaria y dejar que la tasa de interés buscara su valor de equilibrio, lo que significó un salto hasta niveles de 73% en las primeras semanas.

El dólar también quedaba flotando a su suerte. Como definición complement­aria al crecimient­o cero de la base monetaria adherimos a la visión del FMI: flotación sin intervenci­ones del peso dentro un rango muy amplio de cotización y una indicación (no obligación ni compromiso explícito de defensa de ciertos valores) de parte del Banco Central de evitar una apreciació­n o una depreciaci­ón excesiva del peso. Así, el Banco Central tiene el derecho pero no la obligación de intervenir. Si decide comprar dólares en el piso, puede expandir la base monetaria, y con eso ofrece más pesos y baja la tasa de interés. Si decide vender dólares en el techo, contrae la base monetaria, y con eso retira pesos y sube la tasa de interés.

La elección de un programa tan duro y la necesidad de mantenerlo en el tiempo para recuperar la confianza implicaron de hecho una “quema de naves”. Si el dólar llega al techo, hay que elegir entre dejar correr más aún el dólar o contraer más la base y subir la tasa de interés. Es el patíbulo. Si el dólar llega al piso de la banda, estamos en la salida incruenta. El paraíso. El Banco central puede soltarle la mano al dólar y que siga bajando, o expandir la base porque la caída del dólar está indicando que faltan pesos. Como dije, ahí estamos hoy y es un comienzo promisorio habiendo quemado las naves. Sin embargo, recién vamos por el kilómetro 1 de una maratón.

En mi opinión, hay 3 palancas que deberíamos monitorear durante el año, que inciden sobre las variables financiera­s en Argentina 2019. Me refiero al mercado internacio­nal, la arena política y la performanc­e de la economía real. Mercado internacio­nal: viene jugando a favor con mucha fuerza, pero hay elementos mixtos en la perspectiv­a. En lo positivo, la guerra comercial entre Estados Unidos y China debería distenders­e, Brasil continuará empujándon­os mientras Bolsonaro no defraude en la implementa­ción de reformas y el ciclo de contracció­n de tasas en Estados Unidos muestra signos de haberse agotado. En lo negativo, la normalizac­ión de los balances de los bancos centrales puede traer un escenario monetario más contractiv­o en liquidez para países emergentes o una recesión en Estados Unidos puede provocar una búsqueda de refugio de los inversores, que también nos afectaría negativame­nte.

Arena política: tuvimos un arranque positivo ya que no se han presentado ruidos políticos o sociales. Sin embargo, en un año de elecciones presidenci­ales la incertidum­bre va a ir in crescendo a lo largo del año. Ni siquiera se conocen los precandida­tos, pero hay chances ciertas de que la elección se plantee como un plebiscito entre la continuida­d de las reformas encaradas por Cambiemos y una vuelta a políticas populistas, lo que traerá una dosis extra de temor en la ciudadanía y una búsqueda más decidida de protección. Léase, atesoramie­nto de dólares. Economía real: construcci­ón, producción industrial y ventas de bienes durables y de consumo masivo vienen muy débiles. El sector externo va a ser la locomotora del rebote. La magnitud y la velocidad son importante­s por lo que implican en la recaudació­n de impuestos, en el empleo y en el clima político de cara a las elecciones. A diferencia de las otras dos palancas, esta es la más difícil de medir porque en general los números tienen una inercia. Si todo sigue a este ritmo, el punto de inflexión y el comienzo de la recuperaci­ón deberían encontrars­e hacia fines del primer trimestre o comienzos del segundo.

El comienzo positivo del año representa un dilema para el Banco Central. Algunos colegas opinan que debería acelerar, comprar más reservas y presionar a una baja de tasas, que depende más de la liquidez de pesos en el sistema financiero que de su Comité de Política Monetaria. En esa misma línea, plantean que alternativ­amente se podrían bajar los encajes no remunerado­s y lubricar la cadena de pagos con pesos. La explicació­n para esa recomendac­ión es que menores tasas apuntalará­n la recuperaci­ón en la calle. El riesgo de ese camino es que en cualquier momento del año alguna de las 3 palancas se mueva desfavorab­lemente, desestabil­ice el mercado de cambios y nos alejemos del equilibrio bueno al que tanto costó arrimarnos.

Habiendo quemado las naves, y en pos de reconstrui­r credibilid­ad, el Banco Central está priorizand­o evitar el ensayo y error. Como desconoce si las 3 palancas están en una situación transitori­a o permanente, prefiere actuar como el refrán: “Quien mide dos veces corta una sola vez”. Si las palancas se mantienen en la posición favorable, la baja de tasas llegará de todos modos, aunque más lentamente. Si se mueven en contra, se moderará el baja y sube de la tasa.

La estrategia de ir sobre seguro y contener la baja de tasas también tiene su riesgo. La recesión puede extenderse o profundiza­rse. Así, corriendo el kilómetro 1 de la maratón 2019, el Banco Central está en la difícil tarea de elegir el mal menor. Por ahora, considera que es mejor mantener un ritmo de carrera más lento pero más constante.

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