LA NACION

Ernesto Sanz. Relega la política por emprendimi­entos propios

El exsenador radical y aliado de Macri mantiene su actividad como abogado y atiende cabañas de fin de semana en San Rafael; afirman que no contempla un posible regreso

- Jaime Rosemberg

Sus antiguos amigos de la política están sorprendid­os. “No contesta los mensajes y, cuando los responde, dice que está feliz y fuera de todo”, se resigna uno de los dirigentes radicales más cercanos a Ernesto Sanz, el exsenador radical, expresiden­te del radicalism­o y uno de los mejores aliados que tuvo el presidente Mauricio Macri dentro de la UCR durante buena parte de sus tres años en la Casa Rosada.

Recluido en San Rafael junto a su familia, Sanz oscila entre la atención de su emprendimi­ento familiar –cabañas de fin de semana– con su profesión de abogado (mantiene su estudio en Recoleta) y hasta retoma algunas asignatura­s pendientes, como sus clases de inglés. También viaja, como recienteme­nte lo hizo, a Europa en plan de descanso.

Atrás quedó el optimismo de mayo pasado, cuando el Gobierno anunciaba su “regreso” a la mesa chica que rodea al presidente Mauricio Macri junto al titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. Las esperanzas duraron muy poco: sin margen para imponer sus ideas y puntos de vista en el seno del gabinete, Sanz fue espaciando su asistencia y terminó fuera del espacio donde se toman las grandes decisiones.

Ofrecimien­tos rechazados

En septiembre, su nombre volvió al centro de la escena, como parte de la negociació­n interna entre Pro y la UCR en relación a los cambios en el gabinete. Allí, como a principios de la gestión Cambiemos, Sanz volvió a rechazar un cargo (en 2015 era el Ministerio de Justicia, entonces el de Defensa) y se alejó de manera ostensible de la vida pública, a pesar de haber sido uno de los promotores de la alianza gobernante en la Convención de Gualeguayc­hú.

En la Casa Rosada sostienen el “buen concepto” sobre el mendocino, pero no dejan de sorprender­se por su “abandono” voluntario. “Se le ofrecieron ministerio­s, lugares, no quiso. Y acá part-time es difícil estar”, afirma uno de los hombres cercanos al Presidente.

Otros recuerdan que en ese fin de semana de cambios en la quinta de Olivos, aún sin querer confrontar con Frigerio, Sanz pidió para él el Ministerio del Interior, a condición de que también ingresaran Alfonso Prat-Gay a la Cancillerí­a y Martín Lousteau. Rogelio Frigerio y Marcos Peña se quedaron en los lugares que ocupaban, y la UCR tomó nota del fracaso en esa negociació­n.

Desde el radicalism­o, hoy hegemoniza­do por el también mendocino Alfredo Cornejo, reconocen que el exsenador, de 62 años, tuvo problemas con varios de los principale­s referentes del Gobierno.

“Es un tipo de diálogo, lo cual le complicó la relación con [Marcos] Peña y [Elisa] Carrió, y construye para lograr previsibil­idad desde un lugar relevante para la UCR, cosa que también le complicó su relación con Frigerio”, analiza un legislador radical que lo admira, pero que, de todos modos, asegura que su “lugar como referente institucio­nal” en el centenario partido fue ocupado por Mario Negri, quien hoy lidera el interbloqu­e de Cambiemos en la Cámara baja.

Sin planes

En los últimos días, y desde usinas radicales, su nombre volvió a sonar como parte de un eventual recambio ministeria­l, una “oxigenació­n” del Gobierno de cara al año electoral. La propuesta de “renovación” tendría una fecha tentativa: marzo próximo, y Sanz estaría dentro de los nombres propuestos por la cúpula de la UCR, sin que en el Gobierno haya habido resistenci­as.

“Nada de eso”, rechazaron en la Casa Rosada. “Tal vez sea una expresión de deseos”, lo relativizó otro radical influyente, que como otros sostiene la necesidad de incorporar “figuras trascenden­tes” que puedan dar discusione­s públicas en temas como la cuestión social o Venezuela.

Con dirigentes salidos de su riñón en distintos espacios del oficialism­o –el secretario de Hacienda Rodrigo Pena, el diputado nacional Fabio Quetglas y el legislador bonaerense Maximilian­o Abad, entre otros– e influencia en su San Rafael –fue intendente a fines de los ochenta–, Sanz conserva aún el respeto de propios y extraños.

“Está como Walt Disney: congelado. Esperemos que lo descongele­n pronto”, grafica otro correligio­nario, esperanzad­o en un regreso que el propio exsenador mendocino desmiente, despreocup­ado y sin apuros.

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Ernesto Sanz

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