LA NACION

ESPACIOS PARA QUE LOS CHICOS DISEÑEN ROBOTS

Los especialis­tas consideran que este tipo de talleres los ayudan a ganar tiempo de calidad frente a las pantallas; para los padres, la actividad no solo es recreativa, sino también educativa

- Carlos Morard

Como cada año la mayoría de los padres y madres planifican las vacaciones de sus hijos con una preocupaci­ón creciente sobre un tema ineludible: ¿cómo controlar y reducir el uso de pantallas y el tiempo en linea que los chicos pasan jugando? Según los especialis­tas consultado­s por la nacion, la mejor alternativ­a no es confrontar con los chicos, sino canalizar sus inquietude­s en, por ejemplo, una colonia de verano tecnológic­a. Con una oferta muy restringid­a aún en relación con la demanda creciente, las primeras propuestas de este tipo se encuentran en la ciudad y en la zona norte de la provincia.

“No a todos los chicos les gusta hacer deportes, pero a todos les gusta la tecnología”, dice Leandro Swietarski, fundador de la colonia Tecnokids, en Villa Crespo. “Cuando los niños aprenden a programar y a crear, el tiempo en línea jugando, o viendo cómo otros juegan, se reduce mucho”, agrega. En su lugar, según cuenta, usan el tiempo para crear aplicacion­es, juegos, robots y programas.

Algo de eso percibe Analía Verónica Paz que está ocurriendo en su hija Irina, de 12 años, que asiste a la colonia. La adolescent­e, comenta su madre, estaba conectada seis horas a internet, y ahora, con el taller, empezó a aprovechar tres horas para programar sus propias apps y canales de YouTube.

“La colonia le abrió la inquietud de trabajar en robótica, sumándole tareas manuales que antes no hacía”, cuenta.

Para David Murad, psicólogo especializ­ado en niños y adolescent­es, es positivo que los chicos aprendan a “crear y producir algo propio, porque el resultado de lo que hacen los conecta con otros, y comparten lo que crean. Esto facilita socializar, en comparació­n con la posición pasiva del niño que solo juega para entretener­se. El entretenim­iento en línea solo gratifica de manera individual, y esto puede traerle problemas a futuro en lo social y una creciente pérdida de tolerancia a la espera”.

La empresa Mithril es el primer verano que hace su propuesta por pedido de una docena de padres cuyos hijos usaron kits educativos para ciencias en sus colegios, diseñados y provistos por esta firma, que fundó Ariel García Traba. Su taller escuela funciona en el barrio de Villa Martelli. “Los sistemas educativos vigentes son cada vez más incompatib­les con los chicos actuales y su potencial”, indica.

La mayoría de los padres consultado­s por la nacion buscan en estas colonias una solución más descontrac­turada, de no más de cuatro horas por día, en grupos pequeños y con una guía personaliz­ada que satisfaga las inquietude­s que los chicos tienen respecto de la tecnología. Según señalan los padres, en este tipo de colonias a sus hijos les proveen de dispositiv­os y componente­s que, de otra manera, ellos no sabrían cómo acercarles.

En San Isidro, Northrobot­ics lleva dos años con una propuesta diseñada para chicos de 6 a 12 años, y tienen previsto mudarse a una zona cercana para crecer un 50% el próximo año. Usan los ladrillos Lego para materializ­ar lo que los alumnos diseñan en una tableta. Con estos recursos, enseñan a motorizarl­os y convertirl­os en robots. De esa manera, aprenden los principios de leyes de física y matemática. Al terminar el primer día de colonia, los chicos logran diseñar y hacer funcionar circuitos y bloques mecánicos de su primer robot.

“Vengo desde Bella Vista para traer a Santiago (10), porque él reclamó algo distinto para este verano. Solo encontré esta propuesta”, dice Stella Sarille. Y agrega: “Lo vi salir contento como en ninguna colonia tradiciona­l”.

Antes de salir de la sala, equipada con tres islas de trabajo, cada una para cuatro chicos, Santiago le presenta, orgulloso, a su madre, cómo funciona el primer robot que armó. Inspirado en una de las naves de la saga Star Wars, muestra su creación y dice: “Tiene sensores para desplazars­e y lanza pelotas disparadas desde la tableta”.

Marina Zolezzi comenta que su hijo Nicolás, de 7 años, está en la colonia para aprender de niño lo que ella recién descubrió de adolescent­e: “Mi objetivo es que mi hijo naturalice lo que es programar y diseñar”.

Riesgos

Los proyectos que desarrolla­n los chicos en esta colonia se dividen en dos niveles, que van desde aprender sobre programaci­ón y motorizaci­ón de Legos con lenguajes de programaci­ón amigables y gratuitos hasta incorporar principios sobre mecatrónic­a, que es la ciencia que se usa para conducir, controlar y motorizar elementos mecánicos y electrónic­os dentro de productos y servicios, protagonis­tas de la internet de las cosas.

La oferta de colonias es no solo escasa en cantidad, sino en cobertura geográfica y este verano no hay vacantes ni capacidad de ampliar turnos. Los valores van desde los $147 con materiales incluidos hasta los $240 con una merienda.

Según Murad, este tipo de experienci­as aleja a los chicos del riesgo del uso excesivo de dispositiv­os y pantallas como entretenim­iento. “Estos producen un mecanismo de recompensa en los circuitos neuronales del niño, con creciente generación de dopamina; condición necesaria para un posible cuadro adictivo a futuro”, concluye el especialis­ta.

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Soledad aznarez “Santiago reclamó hacer algo distinto este verano”, dice Stella Sarille, sobre la elección de su hijo de 10 años

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