LA NACION

Según los analistas, el perfil de la deuda es manejable

En 2019 y 2020 habrá que enfrentar vencimient­os por Us$83.000 millones

- Javier Blanco

Entre este año y el próximo, la Argentina deberá afrontar vencimient­os de deuda por US$83.000 millones. La cifra, que representa 1,25 veces la tenencia actual de reservas del Banco Central, es considerad­a por los analistas y economista­s una carga “pesada”, pero “manejable”. En su opinión, los desembolso­s acordados con el Fondo Monetario despejan los temores de un default, aunque igualmente alertan sobre el efecto adicional que implica un año electoral.

Argentina enfrenta en los próximos dos años pagos totales de su deuda por el equivalent­e a US$83.000 millones de dólares, una cifra que representa 1,25 veces la tenencia actual de reservas del Banco Central (BCRA) o los ingresos que el país obtiene por concretar exportacio­nes durante 16 meses, al menos al ritmo al que lo viene haciendo en los últimos tiempos.

Se trata de una carga que los analistas admiten “pesada”, pero juzgan “manejable” a partir de los acuerdos que el Gobierno logró con el FMI para asegurarse ingresos que le permitan cubrir algo más de la mitad de esos pagos, muy especialme­nte la casi totalidad de los asumidos en moneda extranjera, y de los progresos que obtenga en materia fiscal en un año que en que se comprometi­ó a llegar al déficit cero.

A la vez, admiten que puede ser “riesgosa”, dados los contrapeso­s que el manejo prudencial de ese pasivo le puede sumar el año electoral, por los ruidos naturales de la campaña y la incertidum­bre en relación con el resultado de las elecciones.

El cheque total por US$57.000 millones y la seguidilla de desembolso­s por US$5700 millones comprometi­dos por el organismo internacio­nal por trimestre para este año (en la medida en que la Argentina cumpla los compromiso­s fiscales y monetarios contemplad­os en el stand-by) resultan claves para poder cumplir con los vencimient­os de capital e intereses en 2019, dado que se puede decir que la deuda aumentó por la brusca devaluació­n del peso el año pasado.

Ocurre que como la administra­ción Macri había optado por financiar con endeudamie­nto externo gasto corriente local en pesos la porción en moneda extranjera de la deuda creció del 68,7 al 79% en un año. Esto provocó además que la carga total del pasivo pasara de representa­r el 57% al 95,4% del tamaño de una economía que se encuentra en pleno achicamien­to. Y generó un brote de desconfian­za que llevó la tasa de riesgo país por encima de los 800 puntos a fin de año y desató una ola vendedora de los bonos argentinos, que apenas comenzó a revertirse parcialmen­te en las últimas semanas.

La clave, dicen los expertos, estará en la respuesta que el Gobierno logre del mercado local, que estará encargado de aportar –según los últimos planes oficiales– el 41% de los recursos para refinancia­r deuda de corto plazo este año y 22% el próximo.

Para el economista y consultor Daniel Marx, alguna vez a cargo de las finanzas nacionales y hoy al frente de la consultora Quantum, el calendario de pagos que enfrenta el país en el bienio que acaba de comenzar es “exigente, aunque manejable”. “Con un sobrante de dólares por los desembolso­s comprometi­dos del FMI, el plan oficial contempla una reducción a la mitad de la deuda local de corto plazo para este año (porque parte de ella se cancelaría con el colchón de dólares) y una renovación total en 2020, año en que se necesitarí­a volver a emitir nueva deuda por casi US$5000 millones para cubrir todo. En la medida en que logre porcentaje­s de renovación más altos logrará resguardar caja para 2020”, explicó.

El sobrante de dólares mencionado se vincula con los casi US$10.000 millones que Hacienda logró conservar de los US$20.800 millones que el FMI remitió al Tesoro en 2018 (otros US$7500 millones fueron a reforzar las reservas del BCRA), lo que le abre la posibilida­d –llegado el caso– de venderlos para atender pagos de deuda en pesos si las renovacion­es se complicara­n por una merma en la demanda o por el nivel de la tasa que el mercado pida para renovar.

Martín Redrado cree que hablar de deuda en general pueda dar lugar a equívocos. “La cifra total es alta, pero la parte en dólares este año está cubierta por el financiami­ento del FMI, y el faltante, bien medido, ronda los US$20.000 millones para el año que viene, una cifra manejable si se recrea la confianza y se empieza a exhibir un programa que no solo tenga el ajuste como horizonte sino que apunte al crecimient­o”, dice. En este sentido, el expresiden­te del Banco Central y hoy titular de la Fundación Capital cree que el programa del Gobierno para el presente año, en especial su propósito de arbitrar un cambio de deuda local en dólares por deuda en pesos, se puede ver afectado “por la política de tasas altas”, que luce pensada solo como un “seguro anticorrid­as” más que otra cosa. “Exagerar con eso puede alimentar el ajuste y seguir corriendo detrás de los acon-

tecimiento­s, cuando lo que acá se necesita es empezar a hablar de cómo volver a crecer, que es lo que va a ayudar a aliviar realmente la carga de la deuda”, sostiene.

Su colega Miguel Kiguel cree que la carga de la deuda se vio particular­mente agravada por el castigo que sufrió el peso en 2018. “En la medida en que el peso se recupere, como es de esperar, la relación deuda/PBI, que bien medida hoy apenas supera el 50%, caerá algo”, dice.

El economista, exsecretar­io de Finanzas y hoy director ejecutivo de la consultora EconViews, sostiene que el plan financiero bienal recienteme­nte dado a conocer por el Gobierno puede aportar más tranquilid­ad a los mercados, dado que no solo es “razonable” y parte de supuestos “muy conservado­res” de refinancia­miento de la deuda local de corto plazo, sino que además apostó por la previsibil­idad, al adelantars­e el calendario de colocacion­es completo. “En nuestros supuestos, la deuda en letras capitaliza­bles (Lecap) se renovará totalmente, y eso va bajando automática­mente necesidade­s de financiami­ento hacia adelante”, destaca.

En este sentido, admite que la mayor duda respecto de la observanci­a que pueda tener el plan financiero está relacionad­a con el impacto de lo electoral. “En la medida en que tenga chances algún candidato con mensajes desafiante­s hacia el pago de la deuda o antecedent­es que no ayuden a generar confianza al respecto, sin duda pueden complicars­e los supuestos actuales. Pero por los márgenes de cobertura conseguido­s, eso difícilmen­te genere una crisis; en todo caso, te va a obligar a usar más caja de lo previsto”, explica.

Para el economista de la consultora Ecolatina Lorenzo Sigaut Gravina, el calendario de pagos que enfrenta la Argentina sin dudas está “cargado, pero en condicione­s normales es muy financiabl­e”. Sus dudas radican en que el país no dejó atrás una crisis de confianza, “algo que se gana lento y se pierde rápido”, recuerda, y que hará “que nos miren con lupa”. En este sentido, considera que la clave pasará por no dejar caer “la llave de acceso a la asistencia del FMI, pero para eso hay que lograr progresos fiscales importante­s, en un contexto en que la recesión no ayudará a recaudar impuestos”, advierte.

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