El kirchnerismo intenta cuidar el discurso y ordenar a los que se exceden
Cerca de Cristina Kirchner entienden que la sucesión de escándalos mediáticos no los favorece; procuran instalar la discusión económica como eje central, con vistas a las elecciones
Mientras intenta ampliar el frente que construye para las elecciones presidenciales, Cristina Kirchner busca resolver un problema de vieja data: la sucesión de escándalos mediáticos protagonizados por dirigentes identificados con su espacio que distraen la atención y entorpecen el objetivo de instalar el eje de la discusión económica.
La seguidilla empezó el 17 de diciembre pasado, con una protesta encabezada por Juan Grabois en el estacionamiento de Canal 13, y culminó el domingo pasado, con la publicación de un video en la cuenta de Twitter de Aníbal Fernández, en el que se hostigaba a cuatro señoras en una pizzería por su supuesta simpatía con el gobierno de Macri.
Al margen de la opinión que tienen sobre cada uno de esos hechos, en el entorno de Cristina reconocen que su instalación mediática es perjudicial para la estrategia diseñada en el Instituto Patria.
“Son expresiones aisladas que no representan el espíritu de Unidad Ciudadana, lo que no significa que sus autores no sean compañeros”, dijeron a la nacion en el equipo de prensa de la expresidenta. “Los discursos de personas con responsabilidad institucional son distintos a los dirigentes que están en el llano”, explicaron.
La gran repercusión de la seguidilla de escándalos, que cerca de Cristina atribuyen a un uso malicioso de parte de la “prensa hegemónica”, fue identificada como un problema a solucionar antes del inicio de la campaña electoral, al margen de quién sea finalmente el candidato. Esos episodios suelen tener gran difusión en redes sociales y ocupan buena parte de la agenda periodística en portales y programas de radio y televisión.
El perjuicio para la estrategia de Cristina es muy claro. La expresidenta considera que el tema central de la discusión política en la Argentina debe ser la situación económica. En su entorno se proponen evitar caer en lo que consideran “falsos debates” promovidos desde la Casa Rosada, como el del uso de las pistolas Taser.
Al mismo tiempo se bajó la orden de no criticar a sectores que se pretende incorporar al frente opositor. Es por eso que en los últimos meses en el kirchnerismo nadie se permite criticar a Sergio Massa, al que en un pasado no muy lejano trataban como “traidor”.
Herbívoros contra carnívoros
La tarea de ordenar el discurso nunca fue sencilla para el kirchnerismo. La dificultad que enfrenta hoy la expresidenta es que buena parte de la dirigencia de Unidad Ciudadana considera que no es conveniente apelar a un discurso moderado. Es una guerra soterrada de herbívoros contra carnívoros.
El desafío que se proponen en el entorno de Cristina es cuidar el discurso y evitar expresiones radicalizadas que pueden terminar alejando a una parte del electorado que hoy se pretende seducir. Alberto Fernández, uno de los dirigentes que hablan más seguido con la expresidenta, hizo un intento de balancear el discurso la semana pasada cuando en una entrevista con la nacion descartó la idea de una reforma constitucional.
Esa propuesta, lanzada originalmente por La Cámpora, fue respaldada por la exdiputada Diana Conti el 6 de enero. Al día siguiente, la idea fue rechazada por el equipo de prensa de Cristina Kirchner. Aclararon que no está en estudio una reforma de la Constitución y ratificaron la línea política que se pretende bajar desde el Instituto Patria. “El objetivo es construir un gran frente patriótico para ganarle a Macri. Todos los dirigentes que tienen un rol en Unidad Ciudadana se someten a ese objetivo”, dijeron a la nacion.
A Conti le avisaron desde el entorno de Cristina que iban a tomar distancia de la propuesta de reforma constitucional. La diputada también se encargó de bajarles el tono a sus declaraciones.
Unos días después de la polémica por la reforma de la Constitución, buena parte de la agenda mediática quedó ocupada por declaraciones de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, en las que proponía probar las pistolas Taser con Antonia Macri, la hija del Presidente, y con familiares de María Eugenia Vidal y de Patricia Bullrich. “Hebe es imposible de ordenar porque no es una dirigente sometida a una conducción partidaria”, dijeron a la nacion en el Instituto Patria.
Otra declaración que rebotó en las redes y en los portales durante días fue la frase de Amado Boudou, que abrió una puerta a una eventual candidatura. “Cristina puede contar conmigo para lo que sea”, dijo el exvicepresidente. En ese caso, en el entorno de la expresidenta interpretaron que se trató de una frase inocua usada por algunos medios para perjudicar a Cristina.
Otro problema que enfrenta la expresidenta es que, concentrada en aceitar los contactos con referentes de otras fuerzas políticas, no dedica tantas horas a atender a los dirigentes propios. “Nadie está ordenando nada. Ni siquiera sabemos si ella va a ser candidata”, dijo a la nacion un exdiputado.