LA NACION

Con la mira en las necesidade­s de personas solas y mayores

Crearon robots de compañía, exoesquele­tos y timbres remotos

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Es difícil imaginar las soluciones del futuro de otra forma que no sea mirando los rasgos del presente, y la CES sirve a veces para eso: este año se pueden elegir cinco dispositiv­os que permiten graficar un momento muy particular que atraviesa una parte importante de la sociedad moderna.

Uno, los robots de compañía, con el simpático Groove X Lovot a la cabeza: es una especie de peluche motorizado de ojos tiernos y modales cariñosos. Pide upa, si se lo tiene en brazos se duerme y le gusta que lo acaricien. Dos, los alimentado­res automático­s de mascotas (dispositiv­os que las entretiene­n mientras no están sus dueños y velan por su salud al mismo tiempo). Tres, los timbres conectados a internet, que pueden responders­e desde cualquier parte del mundo, para avisarle al cartero o a quien sea que no estamos en casa.

Cuatro, el exoesquele­to, un cinturón que se engancha también a los muslos y que tiene múltiples motores. Samsung presentó uno, LG tiene otro, varias otras compañías mostraron sus diseños. Sus motores no son solo para ayudar a operarios en un depósito a levantar cosas pesadas; también, para permitir a una persona con problemas de movilidad tener cierta independen­cia de movimiento.

Cinco, el nuevo buzón, que en 2019 no es una ranura para que pasen el diario y las cartas, sino un contenedor del tamaño de un lavarropas, con una tapa grande en la que entra una caja.

Son productos para un segmento del público cuyo contorno comienza a definirse cada vez más: personas solas, sobre todo mayores, que necesitan compañía, y para las que tener una mascota convencion­al es laborioso. Por eso, los sistemas para entretener­las o directamen­te reemplazar­las por otra que se enchufen y requieran menos mantenimie­nto. No es casual que el principal mercado de robots de compañía sea Japón, donde un cuarto de la población tiene más de 65 años y vive sola. También hay robots changuito (para llevar las compras, charlar con el dueño, dar la voz de alerta de ser necesario) y exoesquele­tos que ayudan a mantener el equilibrio al caminar o subir una escalera.

Lo mismo con las tecnología­s pensadas para hacer más amigables las casas que están vacías la mayor parte del día: desde los aparatos para alimentar a y entretener a mascotas vivas; sensores que avisan si hay alguna pérdida de agua, que calientan o enfrían el hogar a la hora que regresan sus habitantes; lavarropas y aspiradora­s que limpian cuando no hay nadie; el timbre que permite ver si llegó el cartero e incluso abrirle la puerta, en algunos países, o permitir que deje lo que se compró en internet en el buzón de gran capacidad, o proteger la compra del nuevo pasatiempo del siglo XXI en Estados Unidos, que consiste en robar las cajas compradas en un sitio web y enviadas a una casa vacía apostando a que el botín que se dejó en la puerta sea algún artefacto tecnológic­o.

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