Un estreno a medias
El Sub 20 no podrá repetir distracciones tras empatar en el debut del Sudamericano
No siempre la cara de los futbolistas refleja el resultado de un partido. En el recorrido que hicieron los juveniles de la Argentina desde el campo de juego al vestuario se entremezclaron las sensaciones, después del empate 1-1, con Paraguay, en el debut en el Sudamericano Sub 20 de Chile, clasificatorio para el Mundial de Polonia y a los Juegos Panamericanos de Lima. La tranquilidad por asumir siempre el protagonismo, llevar las riendas del juego y generar desde el inicio hasta el final situaciones de riesgo, muestran el costado positivo de un conjunto que llegó a la cita con 20 sesiones de entrenamientos y escaso rodaje; el marcador, la ineficacia para resolver en ataque, ciertas distracciones producto de la ansiedad de la presentación son correcciones que tendrá que aplicar el entrenador Fernando Batista, que conoce de las dificultades y la exigencia que ofrecen estos torneos: dos años atrás, la Argentina se presentó con una agónica igualdad ante Perú, en el certamen que se disputó en Ecuador.
“Creo que en los últimos 20 minutos tuvimos situaciones claras y el arquero rival respondió bien. En líneas generales, los chicos hicieron un muy buen partido. Siempre espero cosas mejores. Este fue el primer partido oficial del equipo, la ansiedad y los nervios son normales. Me voy tranquilo porque hay buenos jugadores, hay material y tenemos recambio”, sostuvo Batista, que empezó el encuentro con dos extremos –Thiago Almada y Julián Álvarez– y el goleador Romero como piezas ofensivas y de desequilibrio y más tarde mudó el dibujo táctico a un 4-1-4-1: Sosa se movió por delante de la defensa; Insaurralde y Moreno fueron volantes internos. Los juveniles mostraron ductilidad para recomponer sistemas, así la Argentina controló el desarrollo mediante diferentes modelos y disimuló algunas ausencias, piezas que se perfilaban titulares: Leonardo Balerdi estuvo entre los suplentes, después de reincorporarse al grupo el jueves pasado, tras el viaje a Alemania para someterse a la revisión médica y firmar contrato con Borussia Dortmund; una semana atrás, Agustín Almendra fue desafectado por una tendinopatía en la rodilla derecha.
La movilidad y la versatilidad de Insaurralde para desdoblarse en ataque y la recuperación, la jerarquía de Romero para exigir siempre –no se estaciona en el área, sabe generarse espacios y descargar en un compañero cuando la acción lo pide– y el empuje y la presencia del capitán Nehuén Pérez –hasta atacó el área rival y el arquero Huesca le detuvo el remate– fueron los ejes salientes del conjunto. Así como Romero marcó, de cabeza, después de un preciso envió de Mura –mejor cuando avanza que en el retroceso–, el atacante de PSV minutos antes del festejo dejó en posición de gol a Julián Álvarez, aunque la definición elegante del delantero de River se perdió por encima del travesaño. También Insaurralde exigió al guardavalla paraguayo, que resultó el punto más alto de la albirroja: en el segundo tiempo le ahogó el gol a Romero y en el epílogo a Gaich, que en un movimiento tomó provecho del pase de Insaurralde. Y cuando no pudo neutralizar, contó con la ayuda del zaguero Fernández, que despejó en la línea un remate de Álvarez.
Pero también la selección se equivocó y de esos errores deberá tomar nota: los foules en cercanías del área son argumentos que a los rivales le posibilitan acceder a situaciones de peligro ante la ausencia de juego asociado. Y Paraguay tuvo tres a favor, la última ejecutada con precisión por el volante Ñamandú –ausente en el debut porque arrastraba una suspensión del torneo Sub 17–, que significó el empate. Una falta también lo condicionó desde temprano a Sosa, amonestado a los 3 minutos del partido por infracción a Ruiz Díaz, delantero que junto con Romero explotaron las desinteligencias defensivas en el retroceso: los laterales Mura y Ortega no siempre recibieron cobertura cuando se lanzaron en ofensiva.
El cansancio por ser quien marcó el pulso, la ansiedad por el debut, la alta temperatura, le quitaron frescura a la Argentina, que por momentos se empecinó en lanzar pelotas al área en lugar de ser profunda a través de las diagonales –De la Vega, que reemplazó a Almada, lo intentó sin suerte– o armar sociedades.
Ecuador, Uruguay y Perú, cada 48 horas, desde mañana y hasta el sábado, examinarán a la Argentina, que dejó señales positivas aunque el resultado no refleje la diferencia.