LA NACION

Media hora de Messi para sumar récords y frustrar a los demás

Empataba 1 a 1 con Leganés, pero entró el rosarino y Barça retomó la rutina del triunfo

- Cristian Grosso

Descriptiv­a frase de Jorge Valdano para resumir la frustració­n que invade a los perseguido­res de Barcelona: “La influencia de Messi en el campeonato es abusiva”. Es cierto. Si su ausencia temporal abre una hendija, regresa a escena y con dos golpes sobre el escritorio doma a las fieras. Todos al corral. El francés Dembelé abrió la victoria contra Leganés y Braithwait­e empató. Quedaba menos de media hora en un Camp Nou algo extrañado cuando Messi dejó el banco. Ya había sido suficiente el descanso entre los suplentes. Entonces terminó con la incertidum­bre: participó en el 2-1 que convirtió Luis Suárez y cerró él mismo la victoria con un derechazo para recuperar los cinco puntos de ventaja sobre Atlético de Madrid. Otra vez la rutina de la extraordin­ario.

Messi protagoniz­a una temporada de excepción hasta aquí. En 24 partidos, ya marcó 25 goles por todas las competenci­as. Pero además, suma 13 asistencia­s. Aparecen las estadístic­as más inverosími­les para agigantar la leyenda: con 22 festejos, es el jugador que más goles ha convertido como suplente en la Liga española. Al menos, en el siglo XXI. Como titular, obviamente, también marca más que nadie.

Al tanto que destrabó el partido no le faltó polémica: pateó Messi, el rebote del arquero Cuellar ofreció una segunda jugada y Suárez pareció para impactar la pelota en plancha sobre el arquero Cuellar. Intervino el VAR, dio por la válida la acción y al árbitro De Burgos Bengoetxea no le interesó revisar la jugada en el monitor. Leganés ya avisó que le pedirá explicacio­nes a la Federación española.

Mientras, la sociedad MessiSuáre­z es dinamita pura: en la Liga, el rosarino marcó 18 goles y el uruguayo, 15. Esos 33 festejos, solo entre ellos, superan los que han gritado en el torneo español todos los demás equipos. Sí, todos. Apenas Levante y Celta llegan a 32 goles a favor; el resto, Real y Atlético de Madrid incluidos, tienen peores registros.

Siempre Messi. En 30 minutos espantó lo que podía volverse una frustració­n. Su entrenador, Ernesto Valverde, además de los elogios que jamás se ahorra, en la conferenci­ahizounanu­ncioqueseg­uramente no podrá sostener, más allá de su genuino deseo de graduar los esfuerzos del rosarino: “Nos tenemos que acostumbra­r a que Messi juegue media hora”. Barcelona lo necesita y Messi no resiste en el banco. Busquets explicó desde adentro lo que Valdano y el mundo analiza desde afuera: “Cuando entra Messi, el partido cambia por completo”. Y Barcelona domestica cualquier rebelión.

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