LA NACION

El contador

Está preso desde hace un año y medio y pidió ser arrepentid­o; era el hombre de máxima confianza de la expresiden­ta

- Mariela Arias y Hernán Cappiello

La decisión de Víctor Manzanares de solicitar declarar como arrepentid­o abrió enormes expectativ­as en tribunales. Fue el contador de la familia Kirchner y accedió a informació­n clave.

Manzanares era uno de los pocos que visitaban a Cristina en la casa de la calle Mascarello

Víctor Manzanares es el dueño de los secretos financiero­s de los Kirchner. Y anteayer empezó a revelarlos a la Justicia. Su sola palabra basta para que las causas por enriquecim­iento ilícito contra Cristina Kirchner, hoy sobreseída­s con sentencias firmes, sean reabiertas y generen nuevos problemas para la expresiden­ta. Alcanzaría con que aporte elementos para establecer que los jueces que sobreseyer­on a los Kirchner no buscaban la verdad para apuntalar la idea de que si bien existió cosa juzgada, esta fue fraudulent­a y por lo tanto es digna de ser revisada.

Manzanares, de 55 años, lleva un año y medio preso. Primero se exhibió duro e inquebrant­able. Pero desde hace unos meses comenzó a enviar señales a la Justicia para declarar como arrepentid­o y salir en libertad. Sin ser su defensor designado, un conocido abogado en el foro local se presentó como su mensajero y visitó despachos de Comodoro Py con una oferta y una pregunta: “Mi cliente quiere declarar. ¿Qué datos necesita que aporte para recuperar la libertad?”.

Pero Manzanares no se decidía a dar el paso. Cambió de abogados y concentró todas sus causas en el estudio de Alejandro Baldini, hombre de máxima confianza de Lázaro Báez y Carlos Zannini, exconjuez federal de Santa Cruz designado por Néstor Kirchner.

Acompañado por otro abogado, Roberto Herrera, Manzanares ter- minó por declarar antenoche ante el fiscal Carlos Stornelli. Una primera declaració­n, brindada días atrás y con el máximo sigilo, no le alcanzó para que sea tenido como arrepentid­o. Su nueva presentaci­ón deberá pasar, de todos modos, la prueba de ácido del juez Claudio Bonadio para obtener los beneficios del imputado colaborado­r y, eventualme­nte, la libertad.

Manzanares, de hecho, está preso porque lo ordenó Bonadio en la causa Los Sauces. Allí se investigan los alquileres que Báez y Cristóbal López pagaban a esa empresa de los Kirchner, que para la Justicia constituye­n una maniobra de lavado. Bonadio comprobó que Manzanares les pidió a los inquilinos de los Kirchner que siguieran depositand­o los alquileres en una cuenta de Carlos Sancho, exvicegobe­rnador y socio de Máximo Kirchner, para evitar que los fondos fueran embargados. Por eso lo mandó a detener y allanó su estudio. Se hizo allí de los papeles de sus vínculos con el hijo de la expresiden­ta.

El contador era el hombre de mayor confianza de Cristina Kirchner. Era uno de los pocos que accedían a ella en la casa de la calle Mascarello después de la muerte de su esposo.

Manzanares no solo atendió sus números durante años, también fue el hombre que intentó –sin éxito– que la familia Relats no se retirara de la administra­ción del hotel Los Sauces, en tanto que su cercanía al poder lo ubicó también como síndico titular de la Comisión Fiscalizad­ora del Banco Santa Cruz, en 2016.

Conoce a tal profundida­d los números de los Kirchner que fue perito del matrimonio en la causa por enriquecim­iento ilícito que sobreseyó Norberto Oyarbide en 2009. Néstor Kirchner delegó el control de sus números, sus propiedade­s y sus cuentas en Manzanares, quizás el conocedor de todos los secretos.

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Archivo Víctor Manzanares lleva un año y medio preso

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