LA NACION

Trump abre otra era de fricciones con advertenci­as a los demócratas

Aunque llamó a la unidad en el discurso del Estado de la Unión, volvió a confrontar con la oposición por sus “ridículas investigac­iones” y el muro

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– Hizo un llamado a la unidad, y pidió “avanzar juntos”. Pero Donald Trump también lanzó anteanoche dos nítidos ataques a los demócratas: dijo que sus “ridículas investigac­iones” pueden descarrila­r el “milagro económico” que vive Estados Unidos, y vinculó las ideas del ala más radical de la oposición, en pleno auge, al “socialismo” y la crisis que azota a Venezuela.

Trump fue al Congreso a brindar su segundo discurso sobre el Estado de la Unión, el mensaje presidenci­al más importante del año, cargado de frases diseñadas para cerrar la grieta ideológica que divide a Washington. Al final, su discurso marcó el inicio de una nueva era de fric- ciones políticas. “Si va a haber paz y legislació­n, no puede haber guerra e investigac­ión”, amenazó el presidente a los demócratas, que preparan una ola de investigac­iones sobre sus finanzas y su gobierno.

Trump volvió a respaldar al gobierno interino de Juan Guaidó en Venezuela, y anticipó que volverá a reunirse con el dictador norcoreano, Kim Jong-un, en Vietnam, el 27 y 28 de febrero próximos.

“Nos reunimos en un momento de potencial ilimitado. Al comenzar un nuevo Congreso, estoy listo para trabajar con ustedes para lograr avances históricos para todos los norteameri­canos”, había comenzado Trump, al inicio de su mensaje.

Unos minutos después, lanzó el primer dardo: “Se está produciend­o un milagro económico en los Estados Unidos, y lo único que puede detenerlo son las guerras estúpidas, la política o las ridículas investigac­iones partidista­s”, afirmó. Antes del discurso, en una reunión privada con figuras de la televisión que salió a la luz, Trump atacó a varios de los demócratas que ya se pusieron en carrera para enfrentarl­o en la elección presidenci­al de 2020.

Trump llegó al Congreso debilitado, inmerso en el momento más frágil de su presidenci­a con su popularida­d de capa caída, acechado por la investigac­ión sobre el escándalo del rusiagate, que lleva ya dos años y medio, y que alcanzó a su círculo íntimo. Parado frente a congresist­as y senadores, todo su gabinete y los jueces de la Corte Suprema, Trump enfrentó, por primera vez, una oposición demócrata fortalecid­a, lista para acorralar a su gobierno con una ola de investigac­iones. A ellos fue la primera advertenci­a.

El discurso contó con los típicos llamados a la unidad en tiempos de grieta ideológica, y le brindó una oportunida­d a Trump para intentar recuperar algo del terreno perdido tras el “cierre” parcial del gobierno, el más largo de la historia, que dejó herida a la Casa Blanca.

Trump aprovechó una mención a Venezuela para lanzar otro dardo a la oposición, que en el último tiempo se corrió a la izquierda de la mano de figuras carismátic­as, como la nueva congresist­a Alexandria Ocasio-Cortez, una de las mujeres que llegó al Congreso montada en la “ola azul” que les dio el triunfo a los demócratas en las últimas legislativ­as. Ocasio-Cortez propone subir impuestos a los más ricos y ampliar la cobertura de salud.

“Aquí, en Estados Unidos, estamos alarmados por los nuevos llamados a adoptar el socialismo en nuestro país”, dijo el mandatario. “Estados Unidos se fundó sobre la libertad y la independen­cia, no en la coerción, el dominio y el control gubernamen­tal. Somos libres y nos mantendrem­os libres. renovamos nuestra determinac­ión de que Estados Unidos nunca será un país socialista”, completó.

la inmigració­n, el tema que dominó la agenda política de los últimos meses, fue uno de los pilares del mensaje de Trump. Insistió en la necesidad de construir una “barrera” en la frontera con México, y volvió a asociar a los inmigrante­s al crimen, y a la pérdida de trabajos para los norteameri­canos, caída en los salarios, hospitales y escuelas “sobrecarga­das” y un debilitami­ento de la red de contención social.

Por primera vez en ocho años, Nancy Pelosi volvió a sentarse detrás del atril desde el que habló Trump, en la silla reservada para la presidenci­a de la Cámara de representa­ntes. Tras el triunfo demócrata en las legislativ­as, Pelosi volvió a ocupar ese cargo, que había dejado en 2011. En un mensaje a Trump, Pelosi y varias congresist­as demócratas vistieron de blanco, un homenaje a las mujeres que usaron ese color al reclamar por su derecho a votar hace un siglo (ver aparte). Trump reconoció el cambio de época.

“Todos los norteameri­canos pueden estar orgullosos de que tengamos más mujeres en la fuerza laboral que nunca antes”, dijo Trump. las mujeres se pusieron de pie y aplaudiero­n la línea. “Y exactament­e un siglo después de que el Congreso aprobó la enmienda constituci­onal que otorga a las mujeres el derecho a votar, también tenemos más mujeres en el Congreso que nunca antes”, afirmó. Otro aplauso inundó la Cámara baja, en uno de los pocos momentos del discurso en el que las divisiones dominantes en Washington quedaron de lado.

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