LA NACION

Dan un plazo de 60 días para aprobar un trigo transgénic­o

Tras una reunión con Macri, lo discutirá la cadena productiva con la empresa Bioceres

- Cristian Mira

Dos meses es el plazo que se propusiero­n la cadena del trigo, la firma Bioceres y el Gobierno para decidir si se aprueba o no una variedad de trigo genéticame­nte modificada, desarrolla­da en la Argentina.

Esa fue la conclusión de una reunión que se realizó en la Casa Rosada con el presidente Mauricio Macri y en la que participar­on funcionari­os de la Secretaría de Gobierno de Agroindust­ria; del INTA; el asesor presidenci­al Francisco Cabrera; representa­ntes de la industria molinera, de los acopiadore­s y de los exportador­es; el presidente de Bioceres, Federico Trucco, y uno de los fundadores de esa firma, Gustavo Grobocopat­el.

Aunque no hubo comunicaci­ón oficial por parte de Presidenci­a de la Nación ni de la Secretaría de Agroindust­ria, la decisión de plantear ese lapso de 60 días se debió a las posiciones encontrada­s que hay sobre el tema. Por un lado, Bioceres, propietari­a del trigo HB4 resistente a sequía, solicita su autorizaci­ón. Hasta ahora la obtuvo de la Comisión Nacional de Biotecnolo­gía (Conabia) y del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimen­taria (Senasa) respecto de las condicione­s de seguridad productiva y sanitaria. Solo le falta el visto bueno para su comerciali­zación por parte de la Secretaría de Agroindust­ria.

Del otro lado, molineros, acopiadore­s y exportador­es de granos consideran que, como el trigo transgénic­o no está autorizado en ningún otro país, si se lo aprueba en la Argentina se pondrían en riesgo exportacio­nes por al menos 13 millones de toneladas del cereal.

El desarrollo de Bioceres se logró a partir de un trabajo con científico­s de la Universida­d del Litoral que incorporar­on al trigo un gen provenient­e del girasol para dotarlo de resistenci­a ante condicione­s de estrés hídrico.

“No es fácil ser el primero en animarse a algo que otros no han hecho”, dijo Trucco en declaracio­nes al programa radial Años de campo. Sucede que las compañías que utilizaron la biotecnolo­gía agrícola en soja, maíz y algodón para enfrentar las plagas y enfermedad­es de los cultivos y reducir el uso de agroquímic­os frenaron sus programas de investigac­ión de trigos transgénic­os por las campañas en contra de esta tecnología. Como la soja y el maíz tienen como destino mayoritari­o la alimentaci­ón animal y el trigo se usa básicament­e para consumo humano, las compañías semilleras internacio­nales desactivar­on las investigac­iones con el cereal, pese a que tras más de 25 años de uso no hay evidencias científica­s de que los cultivos transgénic­os sean nocivos.

“La Argentina tiene apenas el 8% del comercio internacio­nal de trigo, no les puede imponer sus condicione­s a los compradore­s”, dijo Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM). “Estamos en favor de la tecnología, pero no podemos poner en riesgo la producción nacional de casi 20 millones de toneladas”, añadió. No obstante, Cifarelli valoró la instancia de diálogo abierta con el presidente Macri y con Bioceres y dijo que mantendrán reuniones con importador­es de trigo argentino para procurar su aceptación.

Ante la consulta de la nacion, en la Secretaría de Agroindust­ria declinaron formular comentario­s. No obstante, en la cartera que conduce Luis Miguel Etcheveher­e están de acuerdo con exportador­es, acopiadore­s e industrial­es molineros en no aprobar comercialm­ente el nuevo cultivo hasta tanto los países compradore­s no acepten este desarrollo.

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