LA NACION

Aquel rubio de pelo largo que piensa en una fundación

De meteórica carrera, desde joven Martínez llenó de goles los arcos contrarios; su profunda vocación solidaria y el respaldo de Diego Milito

- Cristian Grosso

Diego Milito convirtió los dos goles con los que Internazio­nale derrotó a Bayern Munich para consagrars­e en la Champions League de 2010, en el estadio Santiago Bernabéu. Diego Milito es el manager de Racing. Lautaro Martínez reemplazó a Milito el día en que debutó en primera división, contra Crucero del Norte. De algún modo, sus vidas están entrelazad­as. Por eso el vínculo no terminó cuando la Academia concretó una fabulosa transferen­cia. No. Milito llama semanalmen­te a Lautaro para escucharlo, para aconsejarl­o, para calmarlo, para motivar al ‘Toro’, ese apodo que nació en la Casa Tita Mattiussi, la pensión académica, por ocurrencia de sus compañeros de entonces, el delantero Brian Mansilla y Santiago Reyes, un arquero de Mar del Plata que no llegó al fútbol grande.

En 2013 debutó en la primera de Liniers de Bahía Blanca, por la Liga del Sur. Tenía 15 años y ese día le hizo un gol a Puerto Comercial. En 2014 lo fichó Racing sin tomarle ni siquiera una prueba, convencido de su potencial. Entró en sexta división y cuando estaba en quinta ya lo citaron para entrenarse con los grandes. Convirtió 53 goles en 63 partidos en las inferiores de la Academia. En 2015 debutó en la A cuando reemplazó a Diego Milito. En 2016 llegó a la selección juvenil, ganó el torneo de L’Alcudia, fue el goleador y el mejor futbolista del torneo. En 2017, entre el Sudamerica­no y el Mundial Sub 20 marcó siete goles en 11 partidos. En 2018 tuvo el bautismo en la mayor, integró la lista de 35 premundial­istas, marcó su primer tanto (ante Irak) e Internazio­nale lo compró por una fortuna. Cinco años sin pisar el freno. Parece que 2019 trajo el reposo. Quizá, solo por ahora.

A los 11 años, Lautaro tenía el pelo por la cintura y era muy rubio. Él decidió cortárselo a los costados, pese al rechazo de Mario, su padre, que era el que le cuidaba la melena. Cuando debutó en la primera de Liniers, lo raparon. Y en la pretempora­da inicial con el plantel principal de Racing, también lo pelaron. El cabello rubio no volvió más. Y Lautaro optó por mantenerlo muy corto a los costados. Con esas líneas dibujadas en la sien que requieren del pulso de un coiffeur.

Nada de gaseosas, nada de comida chatarra, una costumbre que traía antes del profesiona­lizado fútbol europeo. No mira mucho fútbol, pero sí se analiza él: se estudia en video después de cada partido. Confía en él, siente que los goles ya llegarán. Y con ellos, el festejo tan particular. ¿El emoji del señor de los brazos cruzados? “Es parecido, es cierto, pero en realidad representa mi logo, que hace referencia al toro, a los cuernos y a mis iniciales”, detalla. Participa de la Serie A con el portugués Cristiano Ronaldo, con Dybala, el bosnio Edin Džeko, el italiano Ciro Immobile, el polaco Krzysztof Piątek y el croata Mario Mandžukić, entre otros, pero a Lautaro Martínez lo ha sorprendid­o su compañero Milan Škriniar, zaguero central eslovaco de 23 años.

Las vacaciones en Monte Hermoso, en Pehuen-Có o en Sierra de la Ventana pertenecen a un pasado no tan lejano. Cambió la vida de Lautaro Martínez. Ahora, solo a veces, pasea por el lago de Como, hace alguna escapada a Verona o recorridas por los centros comerciale­s de Milán. Sale poco, en realidad. Prefiere la intimidad de su hogar con su novia, la mendocina Agustina Gandolfo. La oficializa­ción de la relación llegó en octubre del año pasado, en el cumpleaños de Isabella Icardi, la hija menor de Mauro. Agustina, en las redes sociales, comparte fotos de la pareja y, en ocasiones, algunos platos distinguid­os que ella misma cocina para Lautaro.

Fuera de la cancha, Lautaro Martínez proyecta un compromiso social. “Quiero crear una fundación para ayudar a la gente que realmente lo necesita. En cada evento que había en Racing Solidario, me sumaba tanto a las actividade­s en los hospitales como en los comedores y en los hogares de niños o abuelos. En Bahía Blanca también; siempre trato de ayudar porque me sale de adentro. Y acá, en Inter, tengo mucho por aprender de Zanetti, por ejemplo. En Navidad, fuimos a repartir regalos en los hospitales de Milano y esa cercanía con los más necesitado­s siempre me moviliza”.

“QUIERO CREAR UNA FUNDACIÓN. SIEMPRE TRATO DE AYUDAR, ME SALE DE ADENTRO” LAUTARO MARTÍNEZ

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