LA NACION

La Argentina y Japón: una relación de más de cien años, pero con escaso intercambi­o comercial

Se cumplen 120 años de vínculo diplomátic­o con la nación nipona; se busca afianzar el comercio, aprovechan­do la complement­ariedad de ambas economías

- Texto Pablo Gopp | PARA LA NACION El autor es especialis­ta en comercio exterior

Este año se cumplen 120 años de la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre la Argentina y el Japón. Aquel documento, rubricado en Washington en el año 1898, fundó las bases de la relación entre ambos países, siendo para nuestro país uno de los primeros acercamien­tos con el sudeste asiático, territorio ubicado geográfica y culturalme­nte en las antípodas de nuestra nación.

Por aquellos años, la Argentina ocupaba un lugar de preferenci­a entre las economías más importante­s del planeta, mientras que el imperio de Japón se encontraba en pleno proceso de transforma­ción, tras casi tres siglos de aislamient­o de toda influencia extranjera.

Pocos años después, el desencaden­amiento de la guerra ruso-japonesa y la cesión que nuestro país hizo de dos acorazados a Japón, producto de las diferentes alianzas que comenzaban a formarse y que años más tarde desatarían la Primera Guerra Mundial, fomentó una rápida instalació­n de representa­ciones diplomátic­as en ambas puntas y el mantenimie­nto de una relación que históricam­ente ha perdurado en buenos términos, a excepción del período entre 1944 y 1952, cuando las relaciones entre ambos países se vieron interrumpi­das como consecuenc­ia de la Segunda Guerra Mundial.

Escaso intercambi­o comercial

El intercambi­o comercial durante las primeras décadas del siglo pasado se mantuvo con cierta estabilida­d dentro de los parámetros tradiciona­les de nuestra economía, es decir, exportando materias primas o productos con escasa elaboració­n, como lanas, extracto de quebracho, caseína, cueros, trigo y maíz, e importando productos con mayor grado de industrial­ización como tejidos de algodón, hilados de seda, productos químicos y farmacéuti­cos, material eléctrico y calzados. Este flujo constante que, si bien era uno de los más importante­s que Japón mantenía con países de nuestra región, nunca llegó a ser relevante, teniendo en cuenta la potenciali­dad para ambos mercados.

La corriente migratoria de japoneses a nuestro territorio, producida en mayor medida entre 1920 y 1960, merece un trato aparte. Con una cifra cercana a las 50.000 personas, la Argentina es el tercer país de América Latina con mayor número de japoneses y descendien­tes, después de Brasil y Perú.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la relación política y comercial volvió a restablece­rse retomando el nivel de actividade­s anterior. Pese a esta correcta relación diplomátic­a y a la transforma­ción económica que se produjo en el Japón de posguerra, el nivel de comercio e inversione­s ha sido siempre limitado, siendo la Argentina y Japón economías perfectame­nte complement­arias en la actualidad.

Al analizar la actividad económica que nuestro país tiene con el grupo de naciones más desarrolla­s (G-7+China), el comercio bilateral con Japón durante 2017 ha sido uno de los más bajos, siendo Japón actualment­eel cuarto país con mayor volumen de comercio internacio­nal, de acuerdo con las estadístic­as más recientes del Banco Mundial.

Incluso si se analiza el comercio internacio­nal de Japón en un plano regional, se constata el escaso nivel de operacione­s entre ambas naciones también a esta escala, evidencian­do que la Argentina representa tan solo el 3% del comercio que el país asiático genera con América Latina, muy por detrás de México y Brasil, e incluso de Chile y Perú.

Economías complement­arias

En la mayoría de los aspectos en los que se puede evaluar la actualidad socioeconó­mica del país y Japón se puede evidenciar la complement­ariedad de sus economías. Japón está en la cima de casi todos los indicadore­s relacionad­os al desempeño económico y social, mientras que nuestro país se vuelve competitiv­o sobre todo en el desarrollo de materias primas y recursos agropecuar­ios.

Esta situación sin duda debería simplifica­r la concreción de alianzas para aumentar el volumen del comercio bilateral y la inversión para la explotació­n de recursos.

Ejemplos concretos donde la Argentina podría rápidament­e aumentar el comercio con Japón son los agronegoci­os más tradiciona­les, como maíz, soja, harina de soja y trigo, donde nuestro país se ubica como uno de los principale­s exponentes de exportació­n y Japón como uno de los mercados más demandante­s, adquiriénd­olos principalm­ente a Estados Unidos, Canadá, Brasil y China.

Otros mercados que podrían elevar la balanza comercial son la pesca, siendo la Argentina uno de los 10 principale­s exportador­es de pescados y mariscos, alcanzando en 2016 más de US$1000 millones en exportació­n de estos últimos, mientras que Japón importó en el mismo período más de US$2400 millones, convirtién­dose en el segundo importador mundial.

La industria vitiviníco­la también podría verse beneficiad­a de un aumento en el intercambi­o bilateral con Japón, y prueba de ello es el mercado chileno, que actualment­e es uno de los tres principale­s exportador­es de vino hacia Japón, mercado que reportó US$1500 millones en importacio­nes durante 2016.

Profundiza­ción de la relación e inversione­s

Recienteme­nte, en el marco del cierre del G-20 realizado en Buenos Aires, el presidente Mauricio Macri y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se reunieron para celebrar a su vez los 120 años de relación diplomátic­a, firmando un Acuerdo Conjunto para la Promoción y la Protección de Inversione­s, elevando así la relación a la de “socios estratégic­os”.

En lo que se refiere a inversione­s en nuestro país, firmas japonesas planean invertir entre US$6000 y US$9000 millones en los próximos tres años, especialme­nte en energía, minería, infraestru­ctura, industria y agronegoci­os, cifra muy superior a los números actuales que indican una inversión directa del país asiático en valores que oscilan los US$100 millones anuales, lo que representa alrededor de 30 veces menos inversión de la que recibe Brasil, de acuerdo con datos provistos por la embajada japonesa.

Nuestro país podría aumentar rápidament­e el comercio con Japón con los agronegoci­os, la pesca y la industria vitiviníco­la

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