LA NACION

Quiere volver a ser presidente

Sanguinett­i aspira a llegar al poder en Uruguay por tercera vez

- Texto Nelson Fernández Correspons­al en Uruguay

Fue diputado, ministro, arquitecto de la salida de la dictadura, dos veces presidente de Uruguay, senador, y a los 83 años disfrutaba de escribir libros y columnas. Pero la política llama y en este año electoral Julio María Sanguinett­i vuelve al ruedo en la primera línea del Partido Colorado. Como buen futbolero hace una gambeta para no hablar públicamen­te sobre candidatur­as. Pero será precandida­to presidenci­al: ya prepara el anuncio formal para el mes próximo y material de marketing electoral, según admitieron a la nacion en su entorno personal.

Antes de hacer el anuncio formal, habló con la nacion en su casa de Punta Carretas. Dijo que con el Frente Amplio ( FA) Uruguay “tuvo crecimient­o económico y decadencia social”, que en la Argentina es riesgosa una vuelta del kirchneris­mo y que la forma de terminar con la “dictadura” de Venezuela es con asfixia económica.

– ¿ Por qué volver a la política activa y una campaña electoral?

– Mi partido entró en una situación muy difícil; no había liderazgo, se caía en las encuestas, y un núcleo de cuadros de gran calidad del partido me vienen a ver y a pedirme que asumiera el sacrificio de liderarlos y levantar el partido. Ortega y Gasset habla de las verdades de la razón y las verdades del destino; las del destino son aquellas que lo obligan a uno a hacer aquello que no quiere simplement­e porque si no lo hiciera no sería uno mismo. Y una verdad del destino para mí es justamente tratar de levantar el partido y hacer que sea decisivo electoralm­ente. El país está precisando un cambio, el Frente Amplio está agotado, el próximo gobierno debe ser de coalición, y ningún partido de oposición puede aspirar a un 40%, quiere decir que tenemos que sumar. Mi aspiración es que el Partido Colorado sea decisivo electoralm­ente y, como consecuenc­ia, sea parte de ese gobierno de coalición.

– Usted dice que el FA está agotado, pero en el exterior se pone a Uruguay como ejemplo de democracia y de crecimient­o economico. ¿ Por qué cambiar?

– Uruguay es una larga democracia, y no por mérito del FA, sino por una institucio­nalidad tan fuerte que resistió aun a un FA que no ha podido con ella; porque medio FA no es demócrata, y si algo faltaba por ver, eso está en su actitud con Venezuela. En cuanto al crecimient­o económico, eso se dio en medio de la gran bonanza de las commoditie­s desde 2003 hasta 2012, lo que dio una gigantesca disponibil­idad de recursos y eso le permitió dos reeleccion­es. Paradójica­mente, el Uruguay tuvo crecimient­o económico y decadencia social, y eso es más paradójico en un gobierno que se considera de izquierda. Despilfarr­ó la bonanza. – ¿ La decadencia es por acciones de este gobierno o un fenómeno inevitable?

– El FA usó los excedentes para volcar al gasto y no para la inversión, por eso no redujo la deuda, sino que la multiplicó. Pero no gastó bien. Los programas sociales han sido clientelis­tas y asistencia­listas. El FA tiene el inmanente socialista de la mirada de igualar hacia abajo y nunca la preocupaci­ón del ascenso social, que había sido lo caracterís­tico del país. El batllismo y el socialismo se enfrentan en ese punto crucial; el batllismo es el que construyó el Estado de Bienestar uruguayo a principios de siglo XX, que lo diferenció de América Latina, siempre apuntó hacia arriba porque responde a la filosofía liberal y humanista. El FA, que responde al igualitari­smo socialista, puso medidas que no dieron mejoría, sino, por el contrario, congelamie­nto de la pobreza; el pobre condenado a seguir pobre atado a una pequeña dádiva, que después el Estado usa con criterio clientelis­ta. – Usted habla de falta de convicción democrátic­a en el FA, pero a nivel internacio­nal Mujica aparece como ejemplo de lucha por la libertad y la democracia.

– Mi colega Mujica, con quien tengo una relación personal cordial, es un fenómeno que hay que analizar más allá de la política, Mujica es un fenómeno de la comunicaci­ón posmoderna. Su estilo desenfadad­o, su modo de vestir, su modo de vida, construye simbólicam­ente un personaje distante del mundo del consumo, de la comodidad propia de la gente del poder y con un lenguaje vulgar – que a veces se excede– que ofrece una perspectiv­a de imagen. Construyó un personaje popular, incuestion­ablemente popular. Ahora, no tiene nada que ver con la realidad uruguaya porque él nunca tiró un tiro contra la dictadura, porque cuando vino la dictadura él y todos los de su grupo estaban presos, en plena democracia y por jueces de la democracia. Y no expresó nunca el menor signo de arrepentim­iento de haber estado diez años combatiend­o con las armas la tradiciona­l democracia uruguaya. Lo que sí le reconozco – y es muy importante– es que no ha sido revanchist­a. Desde el gobierno no practicó la revancha; al revés, él y su compañero ( de guerrilla) Fernández Huidobro han sido los que más han defendido la institució­n militar de los ataques llevados a cabo por sectores de la izquierda.

– ¿ Cómo se sale de la crisis de Venezuela?

– La mejor salida posible sería una negociació­n que comenzara en que Nicolás Maduro reconocier­a la legitimida­d de la Asamblea Nacional, y a partir de ahí discutir cómo y cuándo convocar a elecciones. Pero si sigue en esa negación, se pone en un camino penoso, porque descartada cualquier solución de invasión militar, el caso se desplaza hacia lo económico. Es decir, hay que asfixiar económicam­ente y financiera­mente al régimen para que entre en razones, y que la estructura que lo apoyó sienta que no puede conducir a un país que está en crisis humanitari­a a un colapso definitivo.

– ¿ Eso no implica más sufrimient­o para el pueblo venezolano?

– El pueblo está sufriendo mucho, salvo pequeños grupos privilegia­dos, o sea que sin duda este es un camino penoso, pero en la medida en que sea drástico puede ser corto.

– ¿ Cómo ve las elecciones presidenci­ales de la Argentina? ¿ Qué implicaría una derrota de Macri?

– El retorno del kirchneris­mo sería muy negativo para la Argentina y para Uruguay, que sufrió mucho aquel gobierno, con medidas en puertos, cuando incluso acá el gobierno era del FA, que se mostraba favorable a Cristina Kirchner. Nunca entendí esa agresivida­d. Esa sería una opción regresiva.

– ¿ Dónde se imagina que estará el verano del año próximo?

– Y... vamos a estar integrando un gobierno de coalición.

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