LA NACION

“La final de la Libertador­es me hizo peor persona”

Acaba de sacar un libro sobre la histórica definición entre River y Boca que se agotó a los tres días; pese a su fanatismo por el equipo de Núñez, es crítico acerca de cómo se vive el fútbol

- Texto Laura Reina | Foto Silvana Colombo

Es el partido de nuestras vidas”, le dijo Andrés Burgo, periodista deportivo y confeso hincha de River, a un colega con el que se abrazó en la tribuna del Estadio Bernabéu. Gonzalo “Pity” Martínez acababa de hacer esa corrida histórica que sellaría el 3 a 1 definitivo, eterno, que consagró al equipo de Marcelo Gallardo campeón de la Copa Libertador­es 2018, nada menos que frente a Boca. Fue en ese instante, mientras pronunciab­a esas palabras, en la efervescen­cia de la felicidad que solo puede dar un triunfo así, épico, que le surgió el título del libro que le habían pedido desde Editorial Planeta que escribiera sobre la final. En verdad, el encargo había sido a dos periodista­s: uno de River, y el otro, Juan José Becerra, de Boca, y el acuerdo era que solo saldría publicado el libro del equipo que resultara ganador. Un desafío que le agregaba una cuota más de adrenalina y dramatismo a la histórica cita deportiva.

“River se clasifica a la final el martes y Boca el miércoles. El jueves me citan de la editorial para proponerme un proyecto de la final. Yo dudé porque un mes me parecía poco para armar algo decente, tenía el prurito de ¿ qué puedo contar en ese tiempo? Estoy acostumbra­do a trabajar con más tiempo y no quería hacer algo para cumplir. Al final terminamos reuniéndon­os el martes y el fin de semana lo pensé y dije: ‘ Bueno, lo hago. Si hice Ser de River, el libro que narra el descenso, por qué no este. En cierta forma era darle un cierre”.

Casi sin saberlo, Burgo estaba siendo partícipe de un nuevo género lite- rario: el instant book, esos libros pegados a la actualidad que salen a la venta cuando el tema todavía está caliente. Tan caliente que La final de nuestras vidas ( un a pequeña licencia respecto de la frase original que se permitiero­n los editores al titular) trepó al puesto número uno de los más vendidos tres días después de que salió. Y agotó la primera edición a los cinco días. Ya hay otras listas para salir.

– ¿ Intuías que podía darse este fenómeno de ventas tan rápido?

– Tanto no. Hace unos años escribí Ser de River. Se agotó, vendió 15.000 ejemplares. A priori uno se cuestionab­a si un libro con el tema de la pérdida de categoría iba a vender, pero generó una empatía enorme, incluso de otros clubes. Después sacamos el libro El partido, sobre el partido entre Argentina e Inglaterra en México

86, que se vendió muy bien también. Y ahora estoy trabajando en un libro sobre la paternidad, la relación mía y de mi papá con River y de otros padres e hijos con sus equipos.

– Entre un partido y otro pasaron

40 días y un montón de cosas. ¿ Ibas escribiend­o algo?

– Sí, porque yo no tengo oficio de escritor. Yo venía escribiend­o bastante, y todo lo que pasó en el medio le sirvió al libro. Le sumó grosor periodísti­co. Lo enriqueció. Sin eso creo que le hubiese faltado algo. Son 11 capítulos y uno es la interna policial, la barra. Pero hasta que no volví de Madrid la verdad es que no me conecté tanto con el libro. Volví un miércoles y tenía que entregarlo a los nueve días. Tenía escrito bastante, pero me faltaba más de la mitad. Porque hasta que no termina la final no caí en que tenía que entregarlo. No te ponés las pilas ciento por ciento porque no tenés certeza de que vaya a salir. No le ponés todo, vas en tercera. Pero llegué, me encerré y lo saqué. Es una gran crónica de esos

40 días. Fue medio a ciegas [ risas].

– ¿ Disfrutast­e el proceso del libro y de la final?

– No, estaba insoportab­le, dejé de leer, de hacer cosas que me traían placer. La final me hizo peor persona. Tuve que ir a renovar el registro y cuando en el psicotécni­co tuve que dibujar una línea recta la hice mal. Me ponía nervioso, estaba irritable. Leés 500 mensajes por día, pensás en eso todo el tiempo porque sabés que ese era el partido decisivo. Cuando hace el penal el Pity Martínez en Brasil yo no podía creer que los hinchas festejaran. Pensaba, ¿ sabés lo que se viene ahora? Era un delirio. No quería que se jugara ese partido, sufrí mucho. El gran miedo era la vuelta olímpica de Boca en el Monumental. Cuando me estaba yendo a la cancha mi mujer me dice: “Prometeme que hoy se termina todo”. Y yo era el primer interesado en que se acabara pronto la historia. Y no terminó, siguió dos semanas más… – En general, en el periodismo deportivo no se dice de qué equipo se es hincha. ¿ Por qué lo blanqueast­e?

– Lo conté abiertamen­te cuando hice el libro Ser de River. Ahí me lo planteé, no tenía sentido contar algo en tercera persona si yo era uno de los que lo sufrían. Pero yo no soy conocido, puedo ir a la cancha de Boca y nadie me dice nada, no me conocen. Además yo no bardeo, soy hincha de River porque elegí ser hincha del equipo de mi viejo. Y mi viejo se hizo de River por una casualidad. Él vivía en una casa chorizo en Monserrat y ahí había un chico que gritaba desaforada­mente los goles de Boca. Entonces el resto de los pibes, entre los que estaba mi papá, se hicieron de River para molestar a ese nene. El fútbol es eso, nadie se hace de tal o cual equipo porque piensa seriamente que es el mejor. Yo creo que hoy se pasó del periodista que no dice de quién es hincha al periodista que busca ser más hincha que el hincha. Exageran su amor por los colores. A mí no me interesa eso. De hecho, la importanci­a del triunfo de River es porque fue contra Boca, lo cual realza la grandeza del rival. Y yo no creo que Boca sea el mal y River el bien, como pasa ahora.

– Hay muchas teorías conspirati­vas en torno al fútbol...

– Los hinchas de cualquier equipo están pensando todo el tiempo que son víctimas de complots, que todo es para perjudicar a su equipo. Y la verdad es que algunas cosas ocurren porque tienen que ocurrir. Si el día previo a la final se va a buscar a la barra brava del equipo contrario al responsabl­e político de la seguridad es un poco raro, no suena muy inteligent­e. Pero los que tiraron piedras eran hinchas de River. Ya sea por impericia o pase de factura, los jugadores de Boca y River como organizaci­ón fueron víctimas de una interna policial entre Nación y Ciudad, que son el River- Boca de las fuerzas policiales.

– ¿ Ir a Madrid fue una locura más en función del libro?

– Yo no iba a viajar por mi mujer. Dije “ella no se merece esto, esta versión de mí”. Pero entre que tenía que hacer el libro y demás, ella se fija y había un vuelo a bastante buen precio a Barcelona y con escala en Nueva York. Lo saqué el viernes a las 2 AM y viajé el mismo viernes a las 23.30 Llegué el domingo mismo. En el viaje me senté al lado de un hincha de Boca y fue gracioso, porque en las más de 24 horas que duró el viaje nunca hablamos de fútbol. Incluso en las 10 horas de escala fuimos al Central Park, cada uno con su camiseta, y ni tocamos el tema. Fue muy gracioso. Había una camaraderí­a entre los hinchas de uno y otro equipo. A la noche, después del partido, fuimos a festejar a un bar y la mitad eran de River y la otra de Boca y no pasó nada.

– ¿ Por qué acá no se puede replicar eso?

– Es el efecto contagio. Es la misma gente. Pero acá muchos hinchas juegan a ser barrabrava­s, se creen que deciden resultados. El hincha que tiró la piedra y detienen era un pibe normal. Se vio que en otro contexto se puede vivir un partido normalment­e. Por eso para mí, antes de que vuelvan los visitantes a las canchas, lo mejor sería hacer una tribuna neutral. Lo de local y visitante sigue fomentando la división, tiene que haber un acercamien­to.

– ¿ Por qué hay tanto dramatismo en torno al fútbol?

– Porque en la Argentina se vive mal, es un país en declive y le damos al fútbol la importanci­a que no tiene. y están los medios que exacerban todo. Y las redes sociales en gran parte son una cloaca. Yo lo que aprendí del descenso es que es peor la previa que el después. Es mayor el miedo al descenso que el dolor de haber descendido. Cuando se materializ­a ya está, aprendés otras cosas, te hacés más hincha que antes.

– ¿ Pensás que algún hincha de Boca va a leer el libro?

– Sí, Becerra me dijo que lo va a leer. Me dio su palabra.

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