Masticar se mudó a mar del Plata
Con mucho público, hasta hoy gran desfile de manjares en el puerto
MAR DEL PLATA.– Llegan temprano, caminan, miran, eligen y hacen cola. Se sacan fotos con los cocineros estrellas y también les sacan a los platos. Comen con las manos, sin pudor y con sumo placer. Es una multitud que degusta y celebra los sabores de Masticar Mar y Sierras, la gran feria de cocina y gastronomía que por primera vez salió de Capital Federal para instalarse en el corazón del puerto marplatense, a metros de la Banquina de Pescadores y sobre un playón lindero a los silos de granos, un predio inactivo que está proyectado como nueva terminal de cargas marítimas para esta ciudad.
Desde anteayer, el primero de estos tres días consecutivos, esta cita resultó una verdadera fiesta. Además de la posibilidad de comer bien, rico y a buen precio, se suma la posibilidad de degustar una variedad de vinos y cervezas, escuchar a los más reconocidos chefs del país, acceder a materias primas y elaboradas de la región y participar de cada jornada entre recitales y charlas.
En formato de puestos y food trucks, las cocinas arrancan al mediodía y sacan platos a partir de las 16 y hasta medianoche. Y un poco más también. “¿Quién más va por las mollejas ahumadas, quién más?”, preguntan los hermanos Petersen, en su stand perfumado a leña ardiente, para un corte que acompañan con lefse de papas Balcarce, alioli, cítrico y queso Mar del Plata.
Es que ese toque local, que involucra la propuesta con esta nueva sede, está presente en esa carta de dos o tres platos que armó cada cocinero o repostero, con valores desde 90 a un máximo 150 pesos. “Conseguimos un pescador local que se copó y nos consigue pesca fresca y de aquí nomás, frente a estas playas”, cuenta el responsable de Café San Juan, Lelé Cristóbal, casi una celebrity por la cantidad de fanáticos que lo buscan para una selfie.
Con el correr de la tarde y hacia la noche ya se junta una multitud en este predio, excentro de acopio y elevador de granos, inactivo desde hace diez años, recuperado por el gobierno nacional y ahora bajo administración del Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata. Allí, donde todo era abandono, se montó esta apuesta que, decorado con cascos de un barco, con sillas armadas con cajones para pescado y buena iluminación, sorprende a todos.
“Esperé casi media hora pero no me podía ir sin comer un plato de Sarasanegro”, explica Marina Bouden, de Capital Federal, tentada con el restaurante marplatense más cotizado y premiado, comandado desde la cocina por Patricio Negro y Fernanda Sarasa, que ahí nomás, con detalles de artistas, reparten rodajas de pez limón sobre una piadina.
“La idea acá es comer de otra manera, con las manos también, y sobre todo ver al cocinero en acción”, cuenta ella. Y resalta que no hay competencia, sino muy buena camaradería entre colegas.
Hay variedad de vinos para degustar, también champagne y bebidas locales, como el gin Restinga y el whisky orden del Libertador. En otro galpón están los productores, llegados de todo el país, donde se consigue desde harina de algarroba de Salta hasta olivos de Las Grutas, Río Negro, o salamines de la vecina Tandil.
Hay que ver la mirada de Roxana Luna, de Córdoba, cuando se hace lugar entre la gente y finalmente tiene frente a frente a osvaldo Gross, al que idolatra desde la pantalla. “Una foto por favor”, le pide, y lo logra. “Parezco un rockstar”, dice el maestro pastelero, y se ríe. Llegó para dar charlas sobre dos sabores bien marplatenses: alfajores y medialunas.
organizada por la Asociación de Cocineros y Empresarios Ligados a la Gastronomía (Acelga), Masticar trajo 38 puestos de comidas y bebidas, 84 platos, 70 opciones de tragos, 12 bodegas, 73 productores y una agenda con 33 charlas a cargo de los más reconocidos cocineros, bartenders y proveedores de materias primas.
En esta salida experimental al interior, la consigna fue aplicar productos y contexto de la zona a la propuesta gastronómica. “Es la ciudad de mi infancia y por eso elegí un choclo playero y un helado de postre Balcarce”, cuenta Narda Lepes, presente en cada Masticar. Inés de los Santos trajo su barra móvil y tragos divertidos. A uno lo bautizó “El champagne las pone mimosas”, en recuerdo a una obra teatral de la temporada local. “Tiene espumante, jugo de manzana y algas marinas de la Patagonia”, detalla.
Reina y Sofía, de La Plata, comparten cerveza artesanal marplatense pero distintos platos. Una optó por un sándwich de ojo de bife de La Cabrera y otra por un carpaccio de langostinos de Brodo, otra destacada cocina marplatense. “Nos propusimos venir los tres días y probar todos los platos que se pueda”, dicen. Ellas ya piensan en el postre: un mil hojas de Maru Botana o (“tal vez y”, aclaran) un postre Balcarce.
Esta mudanza de la feria abrió una gran oportunidad para propuestas marplatenses, también de calidad pero sin infraestructura ni medios como para ir a participar a la sede habitual de El Dorrego, en Colegiales. Marcos Vivas explica el esfuerzo que representa estar aquí para Don Francisco Pastas. “Somos una empresa familiar, que aquí formó mi padre y continuamos sus hijos con mucha pasión”, dice.
¿Sus platos? Sorrentos de cordero con masa de aceitunas negras y tomates secos y sus anchoas maduras (de propia elaboración) en pan con manteca. Una delicia más que hasta hoy, a medianoche, se puede disfrutar en el puerto marplatense.