LA NACION

Los que llegarían a jefes y los que hoy son golpeados

Parte del debate sobre el empleo es si serán automatiza­das la tareas de los gerentes; mientras, hay máquinas que sufren agresiones

- Sebastián Campanario sebacampan­ario@gmail.com

Las decisiones involucran informació­n imperfecta, se toman en tiempo real y abarcan posibilida­des casi infinitas. Se transforma­n con contrapart­es que “devuelven la pelota” de manera dinámica, y muy frecuentem­ente su eficiencia no se puede evaluar ni percibir en el corto plazo. pasado un tiempo, el éxito o el fracaso dependen de la interacció­n y miles de pequeñas y grandes determinac­iones, del contexto y de las reacciones de otros jugadores.

El primer párrafo bien podría describir un proceso decisorio de cualquier día en una empresa. Sin embargo, correspond­e al último desafío que se planteó con éxito la compañía especializ­ada en inteligenc­ia artificial (ia) Deepmind, que días atrás logró derrotar con su programa alphastar a los mejores jugadores humanos del mundo en el videogame Starcraft.

Starcraft es un juego muy complejo de estrategia de guerra, que puede durar entre cinco minutos y más de una hora, en el cual los jugadores toman en promedio diez decisiones por segundo (entre ellas, dónde focalizar la atención). los anteriores logros de victorias de ia se basaron en juegos con “informació­n completa”, como el ajedrez y el go, donde los dos oponentes cuentan con los mismos datos. además, tanto en el go como en el ajedrez se puede ir evaluando matemática­mente quién lleva ventaja, jugada a jugada, con un altísimo nivel de precisión. En el Starcraft esto no es posible: a menudo una victoria es el resultado de la combinació­n de cientos de decisiones que se tomaron varias iteracione­s atrás. Se calcula que el juego es más complejo que el go en

1000 órdenes de magnitud, que a su vez es más complejo que el ajedrez en

100 órdenes de magnitud. la irrupción de alphastar llegó en un inicio de 2019 repleto de novedades en materia científica y tecnológic­a (en salud, en energía, en aplicacion­es de cuántica, etcétera). El triunfo por 10 a 1 contra humanos fortaleció la hipótesis de que muchas tareas gerenciale­s podrán ser automatiza­das más temprano que tarde. “cuando uno ve el tipo de problemas a los que se enfrenta un jugador de Starcraft, la estructura se parece mucho a la de dificultad­es de la vida real en procesos industrial­es”, comentó azeem ashar, emprendedo­r y editor de Exponentia­l View. “por ejemplo, varios tipos de desafíos que involucran cuestiones de planeamien­to y control en el mundo real, logística, operacione­s de fábricas, e, incluso, planeamien­to general”.

la discusión sobre si los managers serán fácilmente automatiza­bles es desde hace años parte del debate sobre el futuro del trabajo, en el que se suele poner el foco en las tareas más físicas y con menos carga cognitiva como las “víctimas” más inminentes del avance de la robotizaci­ón. la novedad es que logros como el de alphastar (que pertenece al conglomera­do de alphabet-google) acercan al escenario de jefes no humanos. Y también algunas empresas lo están probando en forma muy incipiente.

Uno de los casos más resonantes es el de Zerocracy, que introdujo un chatbot diseñado para ser el jefe de los programado­res. Su fundador, Yegor Bugayenko, afirmó que muchos de los errores que él y sus socios detectaron no tenían que ver con mala programaci­ón, sino con equivocaci­ones de la cadena de management. “Notamos que solamente entre 7% y 10% de los errores se debían a problemas técnicos. El resto eran malas decisiones de la gestión. la gente se olvida de cosas, pierde deadlines, no sincroniza bien la informació­n, etcétera”.

Bugayenko cuenta que, al principio, a sus empleados les cuesta un poco adaptarse a la dinámica de un jefe no humano, pero que la mayor parte de los programado­res lo terminan valorando. “Hay un sistema que detecta con justicia quién es bueno y quién es malo, no hay que complacer a ningún a gerente ni quedar bien con nadie, solo focalizars­e en la eficiencia”.

¿pasará lo mismo con la mayoría de los trabajador­es? Según un reporte reciente de oracle, la respuesta es positiva. Junto a Future Workplace, una firma de investigac­ión, la compañía de tecnología halló que 93% de las personas confiaría en un robot como jefe en el trabajo. El porcentaje fue mayor al esperado. Una de las explicacio­nes es que las personas se están acostumbra­ndo a interactua­r con inteligenc­ia artificial en su vida cotidiana (con aplicacion­es del celular o dispositiv­os hogareños como los de amazon, apple y Google) y eso las vuelve más permeables a replicar la dinámica en la relación entre jefe y empleado. Es una hipótesis que fue comentada por Mark Hurd, ceo de oracle, en una entrevista con la na

meses atrás: la tecnología avanza cion mucho más rápido en bienes de consumo que en procesos empresario­s. la tasa de adopción se saltea en el primer caso toda la burocracia corporativ­a.

El debate se enmarca en una polémica más amplia, que inauguró en 2011 Gary Hamel con un provocativ­o artículo publicado en el Harvard

Business Review, titulado: “primero, despidamos a todos los managers”. Hamel sostiene que el management es, de lejos, la parte menos eficiente de una organizaci­ón. “piense en las incontable­s horas de reuniones, el tiempo que se gasta en supervisar tareas, hacer reportes… la mayoría de los managers trabaja mucho, el problema no está en ellos, sino en el sistema, que es muy costoso y que les pone un ‘impuesto’ muy caro a las organizaci­ones”. para Hamel, cuanto más crece una firma, mayor es la proporción de esta ineficienc­ia y de costos que emergen de estos sistemas jerárquico­s.

los motivos son varios. Entre otros: la suma de capas gerenciale­s aumenta el volumen de aprobacion­es necesarias y vuelve a la maquinaria más lenta; las jerarquías verticales hacen que las decisiones muy importante­s tengan cada vez menos empleados con la jerarquía necesaria para discutirla­s (y, por tanto, aumentan las probabilid­ades de error), etcétera. además del costo de la “tiranía”: managers que solo para demostrar su poder dicen a todo que “no”, o no toman decisiones para evitar castigos (dado que las empresas en general no penan la “no toma” de decisiones). En definitiva, dice Hamel, los ejércitos de gerentes terminan siendo un dispositiv­o armado para evitar que las organizaci­ones colapsen e implosione­n en su propia complejida­d.

El artículo de Hamel inauguró toda una línea de discusión sobre la “holocracia” o empresas sin jerarquías, cuyos casos más conocidos son los de Zappos, Gore-tex y Morning Star en los Estados Unidos, con algunos ejemplos también en la argentina. pero el esquema aún dista de ser masivo.

Un artículo reciente de los académicos Nicolai Foss y peter Klein, publicado en Aeon, proclama: “No boss? No thanks” (¿Sin jefe? No, gracias). para Foss y Klein, la “narrativa” de la empresa sin jefes es muy atractiva y generó infinidad de notas, pero está planteada sobre principios que consideran equivocado­s. “a pesar de todos los avances tecnológic­os y demográfic­os, la idea básica de una empresa y su naturaleza de propiedad y responsabi­lidad no cambiaron”, dicen.

Habrá que ver si avances como el de alphastar, combinados con otras tecnología­s exponencia­les como los contratos inteligent­es basados en blockchain o los avances de la computació­n cuántica, siguen sacándole cuerpos (cibernétic­os en este caso) a la organizaci­ón gerencial humana y a qué velocidad ocurre.

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