LA NACION

Cómo impacta la crisis en tres sectores claves

Los rubros textil, vitiviníco­la y metalmecán­ico están afectados por la inflación, las altas tasas y la caída del consumo; cuáles son sus números

- Nicolás Roset

Las pequeñas y medianas empresas representa­n un valor muy significat­ivo para la economía: en la Argentina hay 853.886 pymes, que explican el

70% del empleo privado formal y generan el 52% del PBI. Y el contexto de los últimos meses afectó en gran medida a estas unidades de producción en sectores como la industria textil, la vitivinicu­ltura y la metalmecán­ica.

En un país que tuvo en 2018 una inflación de 47,6% y tasas de interés de

60% y un dólar que aumentó más de

100%, las turbulenci­as son un tema repetido: las pymes padecen la suba de costos, la escasez de financiami­ento y la caída de rentabilid­ad.

Según los datos de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas cerraron 2018 con una caída de 6,9% interanual y solo en diciembre la baja con respecto al último mes de

2017 fue de 9,9%. Si se toma el informe sobre producción industrial de FIEL, se observa que la actividad fabril en el rubro de alimentos y bebidas cayó 1,9% en noviembre pasado con respecto al mismo mes del año anterior (último dato); la rama de insumos textiles disminuyó su actividad 3,3%, y la metalmecán­ica registró una baja de 10,9%.

¿Qué pasa en la actividad textil? Según datos de la Fundación Pro Tejer, hubo una caída en el período de enero a octubre de 2018 de 11,8%. “El sector está cayendo duro desde 2016, salvo una pequeña evolución favorable que hubo en los meses electorale­s de

2017”, dijo Marcos Meloni, empresario de esta industria y vicepresid­ente de Pro Tejer. Según afirmó, “en 2002 la capacidad instalada en uso era de

60%, tuvo un pico máximo en 2007 llegando a 88,5% y luego transitó períodos dispares, con un mal año en

2008 y otro favorable en 2013. Desde

2015 vino en picada alcanzando el

76% de uso de su capacidad instalada y tocando un piso de 49% en 2018”.

Meloni enfatizó que “el sector textil esta próximo al peor mes desde

2002”. Remarcó que “las importacio­nes de productos terminados aumentaron 100% en unidades”. De esta forma se acentúa la marcada competenci­a en el escenario local y la pérdida de mercados para empresas argentinas.

Otra industria que pasa un mal momento afectando principalm­ente a pymes es la vitiviníco­la. En todo 2018 se vendieron 8.385.727 hectolitro­s de vinos para el consumo interno, según el Instituto Nacional de Vitivinicu­ltura. Esa cantidad fue 6% inferior con respecto a la de todo 2017. El dato positivo es que por la depreciaci­ón cambiaria se estimuló la exportació­n de vinos, que en términos de hectolitro­s creció 23,5% en 2018 en relación con 2017. Por esas operacione­s ingresaron US$822 millones. Y un dato a tener en cuenta es que el consumo per cápita está en valores mínimos históricos (según se estima, en 2018 fue de 19 litros).

Gabriela Lizana, integrante de la CAME y presidenta de la Asociación de Productore­s del Oasis del Este (Aproem), evaluó que el sector del vino enfrentó un año muy complicado. Y agregó: “La cosecha 2018 fue buena en términos de cantidad, pero con precios más bajos que los del año pasado para el productor”. Afirmó que los compradore­s que son formadores de precios (se trata de una industria muy concentrad­a) pactaron un valor, pero “luego reformular­on unilateral­mente los términos en detrimento del productor”. Y agregó: “Hubo menor precio y plazos de pago más largos, que llegaron a ser de entre 8 y 12 meses después de la cosecha, e incluso más. Y hay un alto porcentaje de insumos dolarizado­s. La devaluació­n trajo aparejado un importante aumento de costos, no compensado con un incremento de precios de los productos”.

En cuanto a las perspectiv­as, afirmó que “la pérdida de poder adquisitiv­o de los argentinos y las altísimas tasas de intereses que dificultar­án la inversión necesaria para realizar la cosecha, son algunos de los problemas que tenemos por delante en el cortísimo plazo, y las respuestas no se están haciendo escuchar”.

Desde el sector de la metalmecán­ica, Jorge Göttert, presidente de la Cámara Argentina de la Máquina Herramient­a y Tecnología­s para la Producción, expresó que 2018 “se caracteriz­ó por un primer semestre con actividad en crecimient­o, que hasta comienzos del mes de abril mostraba buenas perspectiv­as; al finalizar el primer semestre las dudas ya eran muchas y los proyectos de inversión se frenaron en gran medida. El año finalizó con una situación muy complicada y el sector, trabajando con una gran capacidad ociosa”. Según estimó, la caída de la actividad en el año llegó a 25%. La falta de crédito, la carga impositiva y el freno general en el consumo son los tres factores que, según mencionó, generan tanta capacidad ociosa.

“Hay una incipiente inversión del ciclo y creemos que se ha llegado a un piso a partir del que nuevamente se podrá volver a crecer. Creemos firmemente que la actividad mejorará su perfil a partir del segundo trimestre de 2019 y los indicadore­s de marzo serán un claro indicio de si el repunte se está dando”, agregó.

En particular, dijo que ayudarían al repunte cierta dinámica a la exportació­n de manufactur­as industrial­es y la evolución del mercado de Brasil.

Desde el lado de los sindicatos, Luis Campos, economista de la CTA Autónoma, comentó que “la industria manufactur­era es expulsora de mano de obra desde 2011, algo que se profundiza a partir de 2016 y se generaliza a sectores de gran tamaño, como la industria de agroalimen­taria. Los sectores más golpeados son los del cuero y las confeccion­es, el textil y la metalmecán­ica. También enfatizó el gran problema que tienen las pequeñas y medianas empresas al “no poder recurrir a mecanismos de ajuste como las suspension­es”. Y, al no poder tolerar la situación, “comienzan los despidos”.

Para Gerardo Díaz Beltrán, presidente del Consejo Directivo de la CAME, “la Argentina arranca un 2019 con clima de campaña y eso genera nuevos espacios para marcar agenda. Entre los temas pendientes están la demandada reglamenta­ción del artículo 10 de la ley pyme –que dispone beneficios impositivo­s y fiscales para las provincias de frontera para garantizar la competitiv­idad–, una reforma laboral y políticas que incentiven el consumo ante la caída consecutiv­a anual de las ventas minoristas de las pequeñas y medianas empresas”.

El directivo se mostró optimista respecto de los próximos meses, porque “las exportacio­nes agropecuar­ias crecerán significat­ivamente de la mano de una muy buena cosecha; ingresarán divisas al sector que se derramarán al resto de la economía rápidament­e y esperamos que impulsen el consumo y la producción”.

Según la última encuesta cualitativ­a industrial que hace la CAME entre 300 pymes industrial­es del país, 54% de los consultado­s cree que la reactivaci­ón en su fábrica llegará en julio. Y 83% de los empresario­s considera que en 2019 habrá reactivaci­ón.

Las pymes son un engranaje clave en el crecimient­o del país. Un 2019 electoral con una caída pronostica­da del PBI de 2% no permite ver un buen futuro. La clave está en las medidas de contención impulsadas por el Gobierno y en la creativida­d e inteligenc­ia de los líderes es cultivar su resilienci­a. La readaptaci­ón constante es la clave.

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