LA NACION

En busca del sentido: ¿para qué y cómo trabajamos?

Más allá de ser un medio para obtener dinero, la actividad laboral abre oportunida­des para la persona y la sociedad

- Silvia Stang

“¿Soy lo que hago o hago lo que soy?” preguntars­e por el sentido del trabajo cotidiano es válido más allá de cuáles sean las tareas de un determinad­o oficio o una determinad­a profesión. El interrogan­te inicial, muchas veces escuchado, no solo invita a analizar por qué hacemos lo que hacemos y no otra cosa (algo que muchas veces puede tener su respuesta solo en la necesidad de ingresos), sino que también llama a reflexiona­r sobre la manera en que hacemos las tareas y los efectos que tiene nuestro esfuerzo, físico o mental, sobre otras personas y, en definitiva, sobre la sociedad.

“Más allá de satisfacer nuestras necesidade­s materiales, el trabajo puede contribuir a darnos una sensación de identidad, de pertenenci­a y de propósito. También amplía el abanico de opciones que se nos presentan. Y tiene importanci­a colectiva, al establecer una red de conexiones e interaccio­nes que forjan la cohesión social”. la frase está incluida en el informe sobre el escenario laboral y los tiempos por venir, que elaboró la comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, un grupo de expertos convocados por la organizaci­ón internacio­nal del Trabajo (oit). las conclusion­es se presentaro­n en Ginebra, en el marco del inicio de la celebració­n por los 100 años del organismo fundado tras la primera Guerra Mundial, con la premisa de que la justicia social es necesaria para la paz.

la parte fuerte del informe está en las recomendac­iones de medidas de acción para gobiernos, dirigentes de empresas y sindicalis­tas. porque se advierte que, sin ciertas intervenci­ones, el rumbo que toma el mercado laboral llevará a empeorar la situación social. con esa advertenci­a y en tiempos de análisis sobre qué tareas podrían ser hechas próximamen­te por robots o por la inteligenc­ia artificial, se incluyó la reflexión sobre el trabajo como algo inherente al ser humano, que puede estar dotado de un sentido que trasciende el necesario objetivo de obtener dinero.

“Saliendo de la definición de la transacció­n de esfuerzo y tiempo a cambio de salario, el trabajo es una llave enorme para la gratificac­ión personal”, dice a la nacion claudio alonzo, psicólogo del trabajo, profesor en la UBA y en la Uca y especialis­ta en perspectiv­as psicosocia­les del trabajo.

Según afirma, a diferencia de lo que pasaba en los viejos modelos industrial­es, hoy tiende a perderse la idea de que el eje central de la vida es el trabajo. “cambia la relación de la persona con el empleo, se sale del concepto del empleo para toda la vida y se pierde el sentido de fidelidad con una empresa. Sí existen mecanismos de identifica­ción: la gente valora identifica­rse positivame­nte con la organizaci­ón. Y se busca cumplir con ciertos propósitos”, dice. En síntesis, se tiende a relacionar­se con las organizaci­ones de forma “condiciona­l y transitori­a”.

Que la relación se dé o busque darse de manera “condiciona­l” es una cuestión vinculada con las metas o los propósitos que se tienen para la propia vida, al menos para quien pone su trabajo bajo la lupa de la búsqueda de sentido (todo depende de las expectativ­as personales, claro).

aquella frase de “trabajar para vivir o vivir para trabajar”, si bien remite al tiempo dedicado a lo laboral (una cuestión nada menor), parece indicar la existencia de canchas de juego diferentes. como si el trabajo no estuviera en el campo de la vida y como si no fuera una de sus experienci­as protagónic­as.

Frases como esas, dice alonzo, revelan ideas hoy cuestionad­as que tienen que ver con la “mala prensa” del trabajo (desde el “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, que en el Génesis es una expresión de castigo).

El trabajo puede verse como una oportunida­d para “erigir día a día el proyecto de vida”, dice lucía copello, doctora en psicología y psicoterap­euta con especialid­ad en logoterapi­a.

Desde la teoría motivacion­al del psiquiatra austríaco Viktor Frankl, el hombre es definido como un buscador de sentido. “Entonces, es esperable y natural que el hombre encuentre y se pregunte por el sentido del trabajo que realiza”, señala copello.

En un artículo publicado por el sitio de internet logoforo, la psicóloga propone apoyarse en la palabra “oportunida­d” para dejarse guiar en un camino de reflexión sobre las puertas que puede abrir el trabajo. Es una oportunida­d, por ejemplo, para dar algo de uno mismo al mundo, y también “para que el hombre pueda elegir qué quiere hacer y, en el hacer, hacerse a sí mismo”. Y es, entre otras cosas, una oportunida­d para reflexiona­r sobre cómo queremos que juegue en la vida la tríada “ser, hacer, tener”.

“En el trabajo, ¿busco ser? ¿Busco tener? ¿Busco hacer sin saber para qué? ¿Busco ser en lo que elijo hacer? ¿Es el trabajo únicamente un medio para tener? ¿Qué significa para mí tener?” son algunas de las preguntas propuestas.

además de la relación de uno mismo con lo que hay detrás de esos tres verbos, la conexión con el mundo y con otras personas se define en gran medida en el ámbito laboral. “El trabajo es una expresión de tu inserción en la trama de la convivenci­a”, dice el psicólogo y escritor rené Trossero en su libro La alegría de convivir amando. agrega que la tarea que alguien hace, sea un trabajo manual o de otro tipo “se ennoblece o se envilece” según la actitud con la que se encara. Si la actitud es la del “amor servicial”, concluye, todo se enriquece.

El informe de la oit no deja de señalar que millones de trabajador­es hoy son víctimas, en el mundo, de situacione­s de “esclavitud moderna”, que son muchos quienes trabajan demasiadas horas, que hay ingresos que no alcanzan y que el estrés laboral “ha exacerbado los riesgos para la salud mental”. Son cuestiones que pueden limitar el espacio para pensarse. Y son desafíos para quienes tienen por trabajo mejorar el trabajo de los demás. lo cierto es que el impacto del esfuerzo siempre puede estar, aunque a veces resulte desconocid­o. Escribió Jorge luis Borges que “no hay acto que no sea coronación de una infinita serie de causas y manantial de una infinita serie de efectos”. actos de la vida, muchas veces realizados en el trabajo, que es gran parte de la vida.

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