Efecto dominó. Cómo caen en la investigación Coria, Kicker y Heras
El caso explota porque el “arreglador” le manda uno de los mensajes a Trungelliti desde su teléfono; la TIU empieza a cruzar líneas y llega hasta los otros argentinos
Viene de tapa
Ese 25 de agosto, uno de ellos volvió a escena, por mensaje directo de Facebook. “Mi campeón, espero todo bien en tu vida, siempre por cualquier cosa estamos en contacto. Espero que todo vaya súper”. El 5 de septiembre, llegó otro mensaje, por la misma vía. “Vamos recarajo. ¡Qué huevos que le estás poniendo! Yo aquí te pongo un mucho más que me gusta. Te re felicito. Adelante”. Las “felicitaciones” se debieron a que en esa semana el argentino elevó su nivel y llegó a la final del Challenger de Bangkok.
Y por último, el 17 de octubre, Trungelliti leyó: “Marco querido fijate si la semana que viene nos podemos juntar por el tema ese de la raqueta jaja”.
Trungelliti, que no respondió esos envíos, el 18 de octubre le escribió un e-mail a Dee Bain, una investigadora de la TIU que ya había entrado en contacto con él. Le contó que el “arreglador de partidos” le había escrito tres veces. “En tres semanas tengo que jugar el Challenger de Buenos Aires (…) Me escribió en código, me decía algo sobre una raqueta, pero estoy seguro de que eso es por lo que ya sabes. Y probablemente vayan a estar allí e intenten hablar conmigo. Necesito saber qué decirles (…) Saben dónde vivo, dónde camino”, escribió el tenista. La respuesta del agente de la TIU se produjo el día después: “Necesito que me envíes captura de pantalla de los mensajes (…) Es mejor si no contestas. Si lo ves en el club y te pregunta si viste su mensaje, le dices que olvidaste responder y, en cualquier caso, que no necesitas raquetas (aunque sospechas que significa algo más). Si explica que se refiere a una oferta para arreglar partidos, debes decir que no estás interesado”.
“La bomba explota porque el arreglador de partidos, en uno de esos mensajes, me escribió desde su teléfono personal, en el que figuraba su número. Cuando yo le hice la captura y se la envié a la TIU, ellos accedieron a ese dato clave. ¿Qué pasó? La TIU cruza números en su base de datos y vio que Federico Coria, Nicolás Kicker, Patricio Heras y unos cuantos más que ya estaban siendo investigados por ellos, habían tenido contacto y mensajes con el número de esta persona. Y ahí empieza a saltar todo”, le cuenta Trungelliti a la nacion.
Tras los Challengers de Santiago, Lima y Guayaquil llegó el de Buenos Aires, del 9 al 15 de noviembre. El domingo 8, un día antes del arranque del certamen que se jugó en el club El Abierto, en Saavedra, Trungelliti fue citado al Ramada Hotel (San Martín 450, Vicente López), para participar de una entrevista grabada con la investigadora de la TIU. Era la primera vez que lo interrogaban cara a cara; hasta el momento había sido por videollamada. Del encuentro participaron, además del jugador, Bain (detective de la TIU) y la traductora Malala Fox. Durante una hora (de
10.08 a 11.09 de la mañana), Trungelliti volvió a oír las mismas preguntas que ya le habían hecho y más también. Dos días después, el jugador que en ese momento era 189°, perdió con Carlos Berlocq por 7-6
(7-5) y 6-0, en la 1ª rueda. Personal de la TIU se infiltró entre el público en el club de Saavedra, pero el “arreglador de partidos” no apareció.
Trungelliti no tuvo más noticias sobre la TIU y los apostadores durante 2016. Tampoco en la mayor parte de 2017. Hasta que en diciembre de ese año, de pretemporada en Barcelona, lo contactaron de la TIU. Desde Inglaterra, le hicieron otra entrevista –de una hora y media– por Skype, y le comunicaron que la investigación había avanzado. Claro: no sabía a qué investigación se referían. La TIU quiso que el jugador prestara testimonio en los juicios a Federico Coria, Kicker y Heras, investigados por distintas situaciones irregulares. “Me quedé helado. No sabía que ese juicio existía”, asevera Trungelliti.
Los abogados le entregaron las fechas de los tres juicios (entre marzo y abril). Él participó, por Spype, desde Barcelona. Y así fue como Trungelliti se sentó frente a la computadora, vio a la cara a los colegas argentinos implicados en cada juicio (se encontraban en Miami), a los abogados, a la querellante, a la fiscal y al abogado de la TIU. Un momento, sin dudas, desagradable y perturbador.
El 14 de junio, Coria fue suspendido por dos meses y multado con
5000 dólares por no haber reportado que le ofrecieron arreglar partidos en el Future de Sassuolo, en
2015. Si bien el informe indicó que no aceptó el soborno, según la TIU, “infringió el reglamento anticorrupción” al no denunciarlo. El 19 de junio, la TIU suspendió a Kicker por tres años y lo multó con US$25.000 al ser declarado culpable por arreglar partidos en los Challengers de Padua y Barranquilla, en 2015. Mientras que el 3 de septiembre, Heras fue suspendido por tres años y multado con 25.000 dólares por haber cometido “delitos”, entre ellos arreglar un partido en el Challenger de Barranquilla, en 2015.
A partir de ese momento, Trungelliti empezó a vivir, según revela, un calvario aun mayor. Fue acusado por muchos colegas de ser un “topo” o “buchón”. El santiagueño, que adoptó los servicios del psicólogo Juan José Grande (licenciado que, por ejemplo, trabaja desde hace muchos años con Leonardo Mayer y que ayudó emocionalmente a Juan Martín del Potro durante 2018), se defiende, declara que nunca aceptó sobornos, que él no “vendió” a nadie y que si otros colegas cayeron fue porque la TIU los vinculó con el teléfono del apostador que lo había contactado a él. Hostigamientos, ninguneos, amenazas; todo eso está sufriendo el tenista de 29 años. Desde diciembre pasado vive en Andorra, con su esposa. No quieren volver al país. En estos días debió hacerlo, junto con su entrenador David Pons, para jugar el ATP de Córdoba y el de Buenos Aires. Pensó que con los meses el señalamiento con el dedo se aplacaría, pero se encontró con todo lo opuesto. Explotó y ahora contó su verdad.
Trungelliti colocó sobre la mesa un tema que no es ajeno al tenis. Pero sobre el que la mayoría prefiere callar.
Son los cuadernos del tenis.