LA NACION

Mar del Plata se vuelve Saint-tropez por un musical

Raúl Lavié y Nito Artaza, dirigidos por Cecilia Milone, protagoniz­an La jaula de las locas, una de las primeras historias de amor entre hombres que ha dado el teatro mundial

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En principio Pepe Cibrián Campoy iba a encarnar a Albin. “No se pudo concretar –dice Nito sobre el dúo que no fue–. Era un proyecto y esto es la realidad: tenemos a una estrella, el hombre que más comedias musicales hizo en el país”.

Con el vozarrón puesto, Lavié recuerda que esta obra solo se había hecho antes en la Argentina, en los años 80, con Tato Bores y Carlos Perciavall­e: “Pero lo interesant­e es que el papel de Albin / Zazá esta vez no lo hace un transformi­sta sino un actor heterosexu­al. Es un personaje que quería incorporar hacía mucho a mi lista que incluye a Zorba, El hombre de La Mancha, Víctor Victoria, El violinista en el tejado, Gotán, Annie y Pippin, la primera de Bob Fosse que se hizo en el país”. –¿La llegada de Bolsonaro a Brasil y la ola conservado­ra homofóbica suponen que le dio otro impulso a la obra?

N.A: –El prejuicio existe. Segurament­e que la aparición de esos personajes le da otro color, pero no lo hicimos por eso, solo teníamos ganas porque nos parece divertida. Triunfan los buenos, el amor y la diversidad.

R.L: –Se logró algo importante: la emoción de la gente cuando el hijo asume la figura de esta madre, hay aplausos. Fue una sorpresa agradable. –Nito, trabajás con tu hijo, Juan Manuel Artaza, que además interpreta el papel de hijo... N.A: –Sí. Es la primera vez. Es actor hace mucho, hace sus propias obras, estuvo en Chicos católicos. Estaba trabajando en Barcelona, le propuse, aceptó y ahora aprovecho para abrazarlo todos los días. –¿Le costó dejar El violinista en

el tejado, Raúl? R.L: –No, porque vuelvo. Voy a viajar a Chile para hacerla en agosto, con elenco chileno y con el director Gustavo Zajac que está haciendo cosas por todo el mundo y lo traen desde Corea. Dirige una versión musical de La casa de Bernarda Alba en los Estados Unidos. Y me propuso hacerlo acá porque el protagónic­o está en manos de un hombre, es muy interesant­e, ya veremos. Y en septiembre tengo unos shows en Europa, de fusión tango y flamenco con El Cigala.

–Raúl, a pesar de los elogios recibidos no ganó premios por El violinista en el tejado, ni el Hugo ni el ACE. ¿Lo sorprendió? R.L: –Me pareció muy raro. El diablo metió la cola. No hubo ningún protagónic­o como el mío, dos horas y media en el escenario haciendo de todo. Era cantado. Por eso me parece raro. La que ganó todo, faltaba que ganara el boletero (se ríe)... no quiero hablar... En los Hugo teníamos 21 nominacion­es y ganó solo una.

–Es muy bella su versión de la canción “Soy lo que soy” en La jaula... Hizo algo muy personal R.L: –Lógico, es mi condición, es lo que tengo que hacer, mi versión, no la de otros. Soy un cantante, no de tango, de todo, toda mi vida lo he hecho. Y soy actor, debuté en 1965 en Locos de verano, de Gregorio de Laferrère, en el San Martín, y era una versión musical; a partir de eso, hice de todo, tengo un ejercicio actoral muy grande. Trabajé con Nati Mistral haciendo El hombre de La Mancha, con Libertad Lamarque en Hello Dolly!, tengo entrenamie­nto y me encanta hacer comedias musicales porque abarco todo. No hay nada que pueda superar estar sobre un escenario, ninguna escuela te lo da. Desde el principio, aprendí con los grandes. Antes no teníamos preparació­n para el musical, como pasa ahora que tenés chicos con mucho talento y con preparació­n. Antes tenías que buscar a un actor que más o menos cantara. Yo venía del canto y me sumé como actor. En Hollywood, veías a los actores cantar y bailar y eso es lo que procuré hacer en mi carrera, busqué una proyección. Por eso, ahora, a los 81 años me doy el lujo de aceptar o rechazar lo que quiera. En este caso siempre pensé en la tragedia que encerraba este personaje, Zazá. Como también el drama del hombre gay cuando envejece y se queda solo, hay un gran dolor. Eso busqué transmitir. –¿No le interesa la televisión? R.L: –A la televisión no le intereso yo. Pero no la necesito, la gente me conoce, me quiere. Estoy bien así. Fui un producto de la televisión en la época del Club del Clan... pero ahora ni veo tele, no me gusta, el minuto a minuto la arruinó, hay manoseo. –¿Con esta obra, buscás alejarte del cómico, Nito?

N.A: –No. Hago como Raúl, quiero ampliar. Me gustaría seguir produciend­o este tipo de espectácul­os. Aunque en realidad, la revista se fue convirtien­do en una comedia musical cómica, eso es lo que vine cambiando los últimos años.

–¿Y la política?

N.A: –Es mi pasión ancestral. Desde mis abuelos que en mi familia hay políticos. No lo descuido, voy y vengo a Corrientes, tengo un electorado allá pero ahora estoy en una pausa. Vivo de mi trabajo en el espectácul­o, tengo una sala: la Enrique Carreras en Mar del Plata. Creo que el teatro tiene que volver a ser popular y ser novedoso, más allá de lo mediático. Estamos haciendo teatro para una elite que puede pagar 700 u 800 pesos, no para la gente que viene a la playa. Discuto mucho con la Asociación de empresario­s teatrales porque dan cifras. El teatro es fantasía, no cifras. Las salas se quedan con el 30 por ciento de las entradas. Antes se alquilaba un teatro por el

15 por ciento del neto. Pero como un solo dueño tiene muchos teatros ya quedó establecid­o lo del 30. Hay que replantear la ecuación porque la gente no puede pagar esas entradas. Tendrían que promediar los

300 o 400 pesos y vendrían muchas más personas, eso es teatro popular. Compré un teatro para ver si regulaba el mercado pero todavía no lo logro (se ríe).

–¿Se refiere a Carlos Rottemberg? ¿Cómo se llevan?

N.A: –Es muy inteligent­e, lo quiero mucho y nos ha ayudado a financiar espectácul­os. Pero el teatro no es un negocio, es fantasía, es un poco de mentira. No se puede dar una lista del primero, segundo y tercero y dejar de lado a mucha gente que hace esfuerzos. Hay que repensarlo porque por este camino vamos a quedarnos fuera de la fantasía haciendo espectácul­os para elite. Tenemos que buscar la vuelta que beneficie al conjunto y no solo a unos pocos porque las condicione­s cambiaron para todos.

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Mauro v. rizzi Nito Artaza, Cecilia Milone y Raúl Lavié, en escena

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