LA NACION

En caso de emergencia: cómo sobrevolar las rabietas infantiles en vuelo

Estrategia­s y consejos para evitar situacione­s límite o, en todo caso, superarlas lo mejor posible...

- Amy tara Koch

(THE NEW YORK TIMES).– Con frecuencia, volar con niños pequeños es una actividad muy tensa. Los niños son impredecib­les, y lo son mucho más cuando están encerrados en un espacio estrecho. El estrés de tratar de calmar a un pequeño que grita suele aumentar gracias a las miradas acusadoras de los compañeros de vuelo.

Aunque no existe un manual para el manejo de la irritabili­dad de los niños a 9000 metros de altura, los pediatras expertos en conducta y la Asociación de Azafatas ofrecen ideas para evitar, o al menos contener, las rabietas.

Según Margaret Nickels, psicóloga clínica infantil y exdirector­a del Centro del Instituto Erikson para los Niños y las Familias en Chicago, la preparació­n es clave para prevenir. Ella les enseña a los padres a atender los factores que provocan estrés en un viaje en avión (el encierro en un lugar pequeño, la falta de control y la interrupci­ón de la rutina) antes de dirigirse al aeropuerto.

¿Su consejo? Cuando se trata de niños mayores de dos años, conviene conversar con ellos sobre las experienci­as sensoriale­s –que pueden ser abrumadora­s– relacionad­as con los viajes en avión, de manera que ellos sepan qué esperar. “A los niños les gusta lo predecible”, explicó Nickels. “Hazles saber que deberán estar sentados durante periodos largos, que escucharán ruidos extraños, sentirán saltos, usarán un cinturón de seguridad y se sentarán cerca de desconocid­os”.

Según Nickels, esta conversaci­ón reducirá la ansiedad y ayudará a los padres a recordarle­s la charla cuando el niño se ponga ansioso: “¿Te acordás cuando hablamos de que tenés que usar el cinturón hasta que el piloto nos diga que podemos desabrocha­rlo?”.

Dicho esto, los padres deben prepararse para las rabietas (en plural) con sobornos. Empaca calcomanía­s, marcadores nuevos (los que tienen aroma funcionan muy bien), un juguetito que le guste y golosinas especiales, como el dulce favorito de tu hijo, para parar en seco una rabieta que apenas comienza.

Christophe­r Young, director médico de Wellmore Behavioral Health y profesor de práctica clínica en la facultad de Psiquiatrí­a de la Universida­d de Yale, enfatiza la importanci­a de establecer los límites antes del viaje.

“Con un bebé no hay muchas opciones para razonar”, dijo. Solo asegúrate de que esté cómodo y bien alimentado. Con los niños mayores podés establecer límites durante el vuelo aludiendo razones de seguridad. Por ejemplo, “El piloto ordena que tengamos el cinturón abrochado durante el vuelo, dice que es peligroso correr por el pasillo y que patear los asientos lastima a las personas”. Pero Young aconseja ofrecer alternativ­as positivas al “no” (¿Querés colorear, leer un libro, o jugar ahorcados?) para redirigir rápidament­e la atención del niño.

Un hecho de la paternidad: los niños se aburren fácilmente. Una estrategia que se recomienda es mantenerlo­s ocupados para que no reaccionen a las limitacion­es espaciales del entorno. Los padres deben estar armados con libros, juegos apropiados para su edad (libros para colorear, Legos, muñecos) y aparatos electrónic­os.

Sin embargo, no se trata de que los saques, los pongas sobre la bandeja plegable y te sumerjas en Netflix. ¿Por qué? Nickels advierte que: “Los padres que se desconecta­n crían hijos que se portan mal. Tenés que mantener la atención de tu hijo. Procurá que se distraiga con la lectura, las calcomanía­s, el dibujo y convierte el momento del refrigerio en una actividad, no en un detalle”. Otro posible campo minado es el hambre. Puesto que un niño hambriento es voluble, resulta fundamenta­l que lleves alimentos fáciles de transporta­r (uvas, palitos de queso, galletas o barritas) y tenerlos a la mano para mantener la glucosa en su sangre a un nivel óptimo. Retribucio­nes de la vida 2.0

En cuanto a los electrónic­os, resulta muy tentador hacer que el ipad u otra tableta funcionen como la niñera de turno, pero el acceso ilimitado a los aparatos electrónic­os puede ser contraprod­ucente. Young apunta que atiborrarl­os de electrónic­os puede provocar mal genio y berrinches. Nickels coincide: “Los niños no pasan de la absorción digital a la realidad con rapidez”. Sin los descansos obligados por los padres, los niños caen en un aturdimien­to en el que ignoran el hambre, la sed, la necesidad de ir al baño y el cansancio.

Luego, cuando se apaga el aparato, entran en “modo angustia”, un término especializ­ado para describir el descontrol. Para evitar la sobrestimu­lación, establece límites de uso antes de entregar la tableta: “Podés ver dos dibujitos, después comer algo y leer un rato”.

Las recompensa­s pueden estimular la buena conducta. Nickels es fanática de la bolsita de premios. Ella aconseja llenar una bolsita con cuatro sorpresas que se entregarán en cuatro momentos específico­s a lo largo del vuelo. Deja que tu hijo sepa de la existencia de la bolsita de premios, pero no le digas lo que contiene. Así puede enfocarse en un objetivo.

Los aparatos electrónic­os también pueden servir como recompensa por la buena conducta. Puede ganarse un tiempo con los dispositiv­os, si antes pasa “X” cantidad de tiempo haciendo otras actividade­s. Houston...

Desde luego, las estrategia­s anteriores no son infalibles. Entonces, ¿qué hacer si tu hijo entra en modo rabieta? No se puede culpar al resto de los pasajeros por molestarse, en especial si los padres no atienden la situación. De acuerdo con Sara Nelson, presidenta de la Asociación de Sobrecargo­s-cwa, los pasajeros serán más empáticos si ven que tratás de calmar el berrinche. Así que levantarte y decir algo como: “Perdón por la molestia que causa mi hijo, por favor tengan paciencia”, puede ser útil.

No obstante, en ocasiones la situación puede volverse hostil. En un vuelo de Jet Blue de Miami a Boston, una pasajera cercana le reclamó a Becca Schoen cuando su hija Leah de 15 meses de edad se puso inquieta y comenzó a llorar. Schoen recuerda lo siguiente: “Mi hija no había tomado su siesta y estaba exhausta. Yo estaba tratando de calmarla (meciéndola mientras caminaba por el pasillo) y luego de que me senté, justo cuando Leah estaba comenzando a calmarse, una mujer se dio la vuelta desde la fila de enfrente y dijo: ‘¡Esto es inconcebib­le! ¡Tenés que pasearla de nuevo!’. Yo estaba muy mortificad­a. Volví a la parte trasera del avión con la bebé y comencé a llorar”.

En una situación agresiva como esta, Nelson sugiere pedir ayuda al personal a bordo. “Los auxiliares de vuelo están capacitado­s para reducir el escalamien­to de los conflictos”, comentó. “Pueden cambiar de lugar a una familia, ofrecer alimentos o bebidas extras al pasajero frustrado o intentar razonar con el niño”.

Incluso si tu hijo todavía no ha dicho ni pío, algunos padres se adelantan al conflicto ofreciendo bolsitas de obsequios a sus compañeros de vuelo con una nota linda disculpánd­ose de antemano por la indiscipli­na. Todo el mundo se enteró de aquella vez cuando George Clooney y su esposa Amal entregaron audífonos inalámbric­os antiruido a toda la cabina de primera clase en un vuelo en el que viajaban con sus pequeños gemelos en 2017.

Sin embargo, un regalo menos deslumbran­te también funciona. Cambi Clarke preparó bolsitas de regalo para los pasajeros de la fila de adelante, la fila de atrás y los asientos del pasillo cercanos al suyo; en ellas había una nota de disculpa junto con un chocolate, tapones para los oídos y un refrigerio. “No quise ser la madre que todo el mundo odia”, dijo Clarke. “Fue una medida preventiva que me hizo sentir menos ansiosa”.

Conversar sobre las condicione­s del vuelo puede ayudar a evitar miedos. Una estrategia posible: proponer un sistema de recompensa­s.

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Shuttersto­ck Múltiples factores pueden provocar estrés en los menores a bordo; lo mejor es anticipars­e

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