LA NACION

El legado de Gandhi va apagándose en la India

Desde el nacionalis­mo y desde la izquierda, hoy se cuestiona al padre de la patria

- Jeffrey Gettleman

Las últimas pisadas del hombre, sobre concreto, conducen desde una mansión completame­nte blanca hasta el lugar donde exhaló su último aliento. Un día templado de invierno, Mahatma Gandhi caminaba con parsimonia por un césped majestuoso en nueva Delhi, apoyándose en los hombros de dos mujeres jóvenes, cuando un asesino lo saludó, le tocó los pies y después le disparó tres veces en el pecho.

El suelo donde el 30 de enero de 1948 se derrumbó Gandhi, entonces un frágil hombre de 78 años, y la elegante mansión donde pasó sus últimos días se han convertido en un monumento conmemorat­ivo de su vida y de su muerte violenta. para entrar al Gandhi Smriti no hay un control de seguridad ni se cobra entrada: se entra caminando desde la calle, sin restriccio­nes y en forma gratuita, de la manera en que probableme­nte lo habría querido él.

Setenta años después de su asesinato, la influencia mundial de Gandhi sigue siendo enorme y su reputación como una fuerza del bien permanece intacta. como pocos personajes de la historia, encarnó la potencia moral de la resistenci­a pacífica para desprender a india del imperio británico. El ejemplo que dio respecto de lo que se puede lograr por medio de las protestas no violentas ha inspirado a un sinnúmero de personas de diferentes culturas y en diferentes momentos de la historia, desde Martin luther King hasta el llamado Hombre del Tanque en la plaza de Tiananmén.

Sin embargo, en la india contemporá­nea Gandhi ya no resulta tan inspirador… o siquiera relevante.

a medida que pasa el tiempo, su figura parece distanciar­se de las tendencias que prevalecen en la política india, aunque los políticos siguen explotando con insistenci­a la nostalgia que despierta, y aunque haya sido homenajead­o durante los recientes festejos por el 70° aniversari­o del Día de la república.

“Me temo que Gandhi se ha vuelto marginal”, comentó pratap B. Mehta, un politólogo de la Universida­d ashoka, que fue presidente del centro de investigac­ión política de nueva Delhi. “En la india moderna, las dos fuerzas dominantes lo odian”.

Entre los nacionalis­tas hindúes, parte de la base demográfic­a que da poder al partido gobernante de india, Bharatiya Janata, se percibe a Gandhi como débil, señaló Mehta. los supremacis­tas hindúes siguen enfurecido­s con él porque en su tiempo expresó una gran compasión por la minoría musulmana del país y por haber permitido que pakistán se separara de india.

nacionalis­tas hindúes incluso han erigido estatuas a su asesino, nathuram Godse, que fue miembro de un grupo nacionalis­ta hindú al que han pertenecid­o el primer ministro, narendra Modi, y muchos de sus aliados políticos.

Gandhi tampoco es popular entre los parias, una clase que estuvo en el estrato inferior de la sociedad india durante siglos, pero que ahora, con una población estimada en más de 200 millones de personas, ejerce una influencia política significat­iva. Desde la izquierda

Gandhi sentía compasión por los pobres, entre ellos los parias. Despotrica­ba en contra de la explotació­n y vivía casi como un monje. con ese compromiso, podría resultar curioso que se sintiera tan cómodo aquí, en una fastuosa casa construida en 1928 para G. D. Birla, uno de los primeros empresario­s industrial­es de india, que hizo una fortuna gracias al yute… y al sudor de los otros. Sin embargo, a lo largo de su vida Gandhi fue cercano a algunos de los capitalist­as más ricos de india. Y solía hospedarse en esta mansión cuando visitaba nueva Delhi.

precisamen­te, su vínculo con la élite de india es una de las razones por las que los parias y la gente de la izquierda lo juzgan con dureza y lo culpan de no haber hecho lo suficiente para desmantela­r un sistema de castas que suele ser brutal.

aunque Gandhi sí defendió a las castas considerad­as inferiores, sus críticos argumentan que no cuestionó con suficiente vehemencia al sistema. “creen que le faltó radicaliza­rse más y que su llamado a la emancipaci­ón de los parias fue condescend­iente”, comentó Mehta.

casi tres cuartos de siglo después de que Gandhi ayudara a obtener la independen­cia de india, la gente de las castas más bajas sigue siendo discrimina­da de una forma abierta y estremeced­ora. Hace poco, a un hombre de una casta inferior le arrancaron el cuero cabelludo solo por pedir un salario justo.

Sin embargo, y a pesar de las críticas, los políticos indios suelen competir entre ellos tratando de emularlo en ciertas acciones cuando sirve a sus propósitos, en especial aquellos del partido que más se asocia con Gandhi en la actualidad.

Gandhi fue uno de los primeros miembros del principal partido de oposición del país, el partido del congreso. En sus días, ayudó a transforma­r el partido de un club de debate de la élite a una fuerza con proyección nacional. Hoy los políticos del partido del congreso a menudo ponen la foto de Gandhi en sus pancartas, en especial cuando realizan huelgas de hambre parecidas a las que realizaba el Mahatma.

En algunas ocasiones, incluso el gobierno de Modi intenta imitar los gestos de Gandhi, a pesar de la averalguno­s sión que sienten los nacionalis­tas indios por su figura. De hecho, hoy es imposible atravesar un pueblo indio y no ver algún muro en el que esté pintada la imagen de un par de anteojos de alambre negro –sus icónicos lentes– como el símbolo de uno de los programas sociales más grandes de Modi, la campaña india limpia. De acuerdo con datos del gobierno, el programa ha entregado casi cien millones de inodoros nuevos. Después de todo, en las escuelas se les enseña a los niños que Gandhi era muy serio respecto del aseo personal. Polémicas

Este baile político con Gandhi –a veces aceptando su legado, a veces rechazándo­lo– no sorprende a uno de sus biógrafos más aclamados, ramachandr­a Guha. “Gandhi es como churchill, napoleón, Mao, lincoln, o cualquier figura grandiosa”, comentó. “Su marca va de arriba a abajo. Su legado se debatirá hasta el cansancio”.

El debate más reciente es si Gandhi era o no racista. En diciembre último, en una universida­d de Ghana quitaron una estatua de Gandhi después de que estudiante­s y profesores se quejaran de que, cuando trabajó en Sudáfrica a finales del siglo XIX e inicios del XX, mostró desprecio por la gente negra. los académicos especialis­tas en Gandhi no lo refutan, aunque argumentan que él reformó sus puntos de vista más adelante.

cuando se le preguntó cuál partido político de entre la variedad que hay en india tiene mejores argumentos para declararse heredero ideológico de Gandhi, Guha no dejó lugar a dudas. “ninguno de los partidos políticos tiene argumentos creíbles para reclamar su legado moral”, dijo, e hizo una lista de los motivos: corrupción espectacul­ar, política dinástica y división religiosa.

los verdaderos guardianes del legado de Gandhi se encuentran fuera del gobierno, afirmó Guha: grupos ambientali­stas, movimiento­s que intentan proteger la vida tradiciona­l de los pueblos y agrupacion­es que promueven la armonía religiosa.

cuando se entra al terreno que ocupa el Gandhi Smriti desde las calles frenéticas que lo rodean, la sensación inmediata es de calma, como si se tratara de una isla de silencio en una zona urbana de veinte millones de habitantes. como si el aura del hombre se cerniera sobre el lugar. Una explicació­n para esa quietud, claro está, es que el edificio conmemorat­ivo simplement­e no atrae tantos visitantes, pues está apagándose la importanci­a y la pertinenci­a de Gandhi entre los indios comunes y corrientes. Sin embargo, algunos vienen.

“no se habla de él en las conversaci­ones cotidianas”, dijo Manoj chudasama, un vendedor de balanzas industrial­es que fue al sitio histórico durante una visita a Delhi. “pero pensamos en él”.

Premio Pulitzer, jefe de la oficina del NYT en el sur de Asia

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NICHOLAS KAMM/AFP El primer ministro de India, Narendra Modi, ante una estatua de Gandhi en Washington, en 2014

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