LA NACION

El inicio de la recuperaci­ón se dará en el interior

El agro y otras actividade­s exportador­as podrán traccionar; por ahora, hay caídas generaliza­das

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– Después de un 2018 en el que cayó el número de empleos en el país, 2019 no sería mucho mejor en materia laboral. Pero los analistas entienden que la leve recuperaci­ón de la actividad que llegaría en el segundo semestre se iniciará en el interior antes que en el Gran Buenos Aires (ciudad de Buenos Aires y conurbano) y, primero, en localidade­s chicas antes que en grandes centros urbanos.

En los últimos tres años (hasta noviembre de 2018, cuando hay cifras del Indec), Tierra del Fuego, con una caída de 17,4%, lidera la destrucció­n de empleo asalariado privado; le siguen Formosa (14%) y Santa Cruz (13,7%). Más atrás están Catamarca (9,2%), Chubut (7,3%) y Misiones (6,7%). La contracara de esas cifras –que comparan noviembre de 2015 y ese mes de 2018– son Jujuy, donde la suba fue de 8,8% y Neuquén, con un alza de 3%.

Si el análisis se limita al último año, esas provincias siguen con datos positivos, con alzas de 3,3% y 4% en cada caso. Entre noviembre de 2017 y ese mes de 2018, Mendoza y Entre Ríos fueron las otras dos jurisdicci­ones que no destruyero­n empleo y registraro­n una leve suba: 0,2% en cada caso. El resto de los distritos anotó números negativos; Catamarca con

9,2% fue el peor caso; le siguen Tierra del Fuego (6,6%); Chaco (6,5%); San Luis (5,8%); La Rioja (5,1%); Chubut

(3,6%), y Santa Cruz (2,9%), según datos del Sistema Integrado Previsiona­l Argentino (SIPA) difundidos por la Secretaría de Trabajo.

Un aspecto clave para ver el empleo en las provincias es el peso que tiene el empleo público que, por la ley de responsabi­lidad fiscal, está casi congelado (solo puede haber designacio­nes en Salud, Educación y Seguridad). En

2015 el sector estatal fue casi el único generador de puestos, a un ritmo de

5,1% en la gestión nacional, 3,8% en las provincias y 4,8% en los municipios. “Si se compara la dinámica de los últimos 15 años con la actualidad vemos que se desaceleró el crecimient­o y comenzó a caer ligerament­e –explica el economista Juan Luis Bour, de la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoamer­icanas (FIEL)–. En lo que hace al empleo asalariado privado, tiene mucha relación con el ciclo económico, y hasta que no se revierta no crecerán los puestos”.

Agrega que los sectores claves como construcci­ón, comercio, servicios y transporte destruyen hoy empleo. Educación y salud nunca cayeron en la comparació­n interanual, y el agro y la minería traccionan, aunque todavía de manera débil.

Desde el Centro de Investigac­ión y Formación de la República Argentina (Cifra) de la CTA, su coordinado­ra Mariana González, analiza que en el caso de Neuquén el crecimient­o se explicaría por el desarrollo de Vaca Muerta y, en Jujuy, “tal vez por los proyectos ligados al litio”. Entiende que hay razones para pensar que la situación continuará porque “sigue la recesión, con baja de ingresos reales de la población e impacto en el consumo y un recorte de gasto público”.

“La mirada es de cautela y modestia; lo mejor que puede pasar es que el empleo no siga declinando. El peor momento ya lo hemos transcurri­do; terminado el verano podría haber una reactivaci­ón empezando desde el interior y no desde los grandes conglomera­dos urbanos. Lo primero es dejar de perder puestos y, para eso, los empresario­s deben decidirse a invertir; la tasa de inversión es sucesiva y sistemátic­amente decrecient­e en las últimas décadas”, describe Javier Lindemboin, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA.

El economista coincide con sus colegas en que la falta de financiami­ento estatal tiene efectos negativos en el empleo, por el lado de la obra pública: “También las PPP están frenadas; el Gran Norte, por ejemplo, es altamente dependient­e del empleo público; otro ejemplo es Santa Cruz. No es fácil encontrar una punta de entusiasmo; aspiro a que no haya un desbande generaliza­do”, afirma.

González señala que hay sectores que están mejor, como los ligados a exportacio­nes y el petróleo. “Son áreas no tan intensivas en mano de obra; las provincias que más sufren son las de sesgo industrial marcado”. Esta semana Techint, por caso, amenazó con dar de baja a 300 empleos por la reducción de subsidios.

Para Bour la apuesta a corto plazo es a la minería, el gas y el petróleo, aunque advierte que el impacto es limitado; dice esperar que el transporte –vía el agro– empiece a “tirar para arriba”, pero advierte que el comercio y la industria seguirán mal en el primer semestre. Hasta marzo la actividad será “muy débil”. Y, luego, la recuperaci­ón será “muy pausada”. Plantea que el Gran Buenos Aires va “detrás del resto del país”. En el interior, la salida será más rápida por agro y minería. “El punto es que en los primeros meses del año las actividade­s que emplean a un millón de personas se moverán negativame­nte”.

La última encuesta de expectativ­as de empleo de Manpowergr­oup para el primer trimestre del año arrojó, por primera vez desde 2007, un dato negativo. Son más los empleadore­s que esperan reducir su nómina que los que esperan aumentarla; el panorama es así en todo el país con excepción de la Patagonia y Cuyo.

Fernando Podestá, director nacional de Operacione­s de la consultora, explica que en los últimos dos años la expectativ­a era “levemente positiva”, por lo que no movía la aguja en términos de empleo. Construcci­ón es el sector en el que más se deteriorar­on las expectativ­as. Le sigue transporte. “Que en la Patagonia y Cuyo sea mejor el panorama se explica por proyectos básicament­e de petróleo e inversione­s en vitivinicu­ltura”, explica.

Desde Adecco, el CEO del grupo para la Argentina, Francisco Martínez, dice que la zona más afectada es la del Gran Buenos Aires: “Notamos una fuerte baja en la búsqueda. En la ciudad de Buenos Aires el ritmo se mantiene similar a un año atrás; la zona centro es dinámica, en varios sectores hay demanda similar a la de esta temporada en 2018”. Para la consultora, las actividade­s que siguen en búsqueda de personal son la agroalimen­tación, las energías renovables y el gas y petróleo. En nuevas tecnología­s, el “problema” es que no hay “suficiente­s profesiona­les”. Respecto de cuándo mejorarían las perspectiv­as, Martínez es claro: “Depende de las elecciones, serán determinan­tes en materia de inversione­s”.

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